Bajo la editorial Edhasa, Teo Palacios nos ofrece en Hijos de Heracles una obra sobre el nacimiento de Esparta, en la que narra desde las batallas más multitudinarias a las escenas más intimistas, desde las luchas encarnizadas hasta los refinados debates de ideas.
Cuando el rey Teleclo es asesinado en el año 735 a.C., durante un festival en honor de Artemisa, empieza una oleada de guerras devastadoras entre Mesenia y Esparta que se prolongaría durante casi ochenta años. Esparta inicia entonces una etapa de esplendor social y cultural que la lleva a ser una de las ciudades más respetadas y temidas de su tiempo. Sin embargo, durante los reinados de Teopompo y de su hijo Anaxándridas, mientras entre los habitantes de la polis se suceden las rebeliones y la familia real se desmorona trágicamente, el pueblo espartano se transformará, pasando a estar dominado por la formación militar, la austeridad y la dureza, de tal modo que incluso en nuestros días sigue siendo un referente de una determinada forma de vida.
Teo Palacios recrea esta etapa de luchas y de la configuración de la identidad de Esparta como uno de los pueblos más singulares de la historia. La ilustración y el diseño de la llamativa portada son obra del británico Tim Byrne, en un trabajo exclusivo para Edhasa.
La presentación tendrá lugar en FNAC Sevilla, el martes 2 de marzo a las 19h, e intervendrá, además del autor, el escritor y periodista Javier Márquez Sánchez.
Biografía del autor:
Teo Palacios (Dos Hermanas, 1970) ha desarrollado su labor profesional en el ámbito del marketing y el diseño. Actualmente colabora asiduamente en diversas publicaciones periódicas (Cambio 16, Cuadernos para el Diálogo) y forma parte del comité organizador de las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, además de impartir cursos y talleres de creación literaria.
Sobre el contexto histórico
Teo Palacios explica:
Releyendo la magnífica monografía sobre Esparta del profesor César Fornis, «Esparta, historia, sociedad y cultura de un mito historiográfico» (crítica Arqueológica, 2003), descubrí un momento de la historia de Esparta que se me reveló como el idóneo para mi historia: el periodo comprendido entre finales del siglo VIII a.C y el inicio del siglo VII a.C. No sólo había una diversidad de opiniones sobre quién había sucedido al rey Teopompo, si fue su hijo Arquidamo, o lo hizo Anaxándridas, lo que me permitía jugar con la historia de los dos hermanos que tenía en mente, sino que, además, era un periodo muy convulso, incluyendo las guerras mesenias, revueltas internas en la polis espartana y grandes cambios socio-culturales y legislativos.
Todo ese clima proporcionaba un telón de fondo maravilloso, pues permitía varias líneas argumentales de gran profundidad y calado, a la vez que me permitía elucubrar con algunas cuestiones de lo más interesantes: ¿podría ser Teopompo el originador de las leyes espartanas, en lugar de Licurgo? ¿Qué hizo que Esparta diera la espalda al esplendor cultural que vivía en aquella época? ¿Qué llevó a que la sociedad espartana adoptara con tanta pasión unas leyes tan terribles como la que les obligaba a arrojar a sus hijos por un barranco ante la menor deformidad? Todas esas cuestiones ofrecían una maravillosa oportunidad para desarrollar teorías propias, amparándome siempre en diversas cuestiones históricas, por supuesto.
Descubre a los dos protagonistas:
Anaxándridas
Es, sin duda, el protagonista de la novela. Históricamente fue, o al menos así lo cree una parte de los principales especialistas, hijo y sucesor de Teopompo, descendiente de la dinastía Euripóntida.
Realmente se desconocen las fechas exactas de su nacimiento, ascensión al trono y muerte. Las genealogías reales espartanas no empiezan a estar mínimamente claras hasta bien entrado el siglo VI a.C. Según la cronología utilizada para la novela, habría nacido hacia el 719 a.C., subido al trono hacia el 675 a.C. y reinado hasta 655 a.C.
A lo largo de la novela, Anaxándridas se nos muestra como una persona obligada por el honor de su casa y su necesidad de demostrar ante su padre que es merecedor de todo respeto. Por tanto, actúa siempre con la máxima disciplina y entereza, mostrándose cauto, aunque actuando con presteza cuando las circunstancias lo exigen. No cabe duda de que es la expresión máxima del hombre espartano: valeroso, arrojado, lacónico…
Toda la obra descansa sobre sus hombros, pues en realidad, el desarrollo de los acontecimientos en esta novela está íntimamente ligado con las diferentes etapas de su vida.
Arquidamo
Arquidamo es el segundo pilar de la novela. Históricamente se trata de un personaje especialmente polémico debido a las contradicciones que hay sobre él. Sin embargo, en general se acepta que murió antes que su padre, Teopompo. Esta falta de información propició una de las concesiones más importantes en el argumento de la novela: la posibilidad de especular acerca de lo que sucedió realmente con Arquidamo.
En un momento concreto de la novela, Arquidamo sufre un tremendo impacto psicológico que lo marcará de por vida, lo que producirá, de forma fortuita, diversas consecuencias trágicas.
A Arquidamo lo descubrimos narrando su historia a Fidón, rey de Argos. Lo hace rememorando los sucesos más importantes de su vida, lo que permite que se presenten mostrando un aspecto mucho más crudo e impactante.
Una de las cuestiones que se querían remarcar a lo largo de la novela era el enfrentamiento y la diferencia personal entre Arquidamo y su hermano, Anaxándridas. Por este motivo, su personalidad es mucho más cruel, casi enfermiza, que la de su hermano mayor.