Revista Literatura
TEO PALACIOS, un escritor con futuro
Publicado el 25 enero 2010 por Blancamiosi¿Qué es lo que sabemos de los espartanos? Por mi parte siempre utilicé el adjetivo para referirme a un personaje o a un entorno sobrio, austero, severo. También me viene a la mente la visión de fuerza y coraje.
Hoy vamos a sondear en la obra de una joven promesa: TeoPalacios, un escritor conocido por muchos de ustedes por sus artículos referentes al mundo editorial y literario, y últimamente, por la publicación de su obra Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, una novela espectacular, de la cual adelanto la contraportada:
La muerte del rey Teleclo, durante un festival en honor de Ártemis, desencadenó en el 735 a.C. una oleada de guerras devastadoras entre Mesenia y Esparta que se prolongaría durante casi ochenta años.
Esparta inició entonces una etapa de esplendor social y cultural que la llevó a ser una de las ciudades más respetadas y temidas de su tiempo. Sin embargo, durante los reinados de Teopompo y Anaxándridas, mientras entre los habitantes de la polis se suceden las rebeliones y la familia real se desmorona trágicamente, el pueblo espartano se transformará, pasando a estar dominado por la formación militar, la austeridad y la dureza, de tal modo que incluso en nuestros días sigue siendo un referente.
En una espectacular novela que equilibra con extraordinaria solidez el fresco histórico, el relato de intrigas palaciegas y la novela de ideas, Teo Palacios nos ofrece una obra estremecedora en la que narra de modo magistral desde las batallas más multitudinarias a las escenas más intimistas, desde las luchas encarnizadas hasta los refinados debates de ideas, y todo ello en una prosa que brilla por su poderosa capacidad evocadora.
Por fin, la novela definitiva sobre una cultura fascinante.
La portada hace honor al texto y al contenido, y Teo Palacios nos hablará de los entretelones de ella y también un poco de sí mismo.
BM: Empezaste a escribir relativamente hace poco tiempo, Teo, ¿qué fue lo que te impulsó a hacerlo?
TP: Efectivamente, empecé a tomarme en serio el tema de escribir hace escasamente tres años. Sin embargo, escribo desde muy pequeño y sin duda eso se debe a que disfruto enormemente con la lectura. Yo no lo recuerdo, pero mi madre cuenta una anécdota: al parecer, un día, cuando yo tenía unos 4 años, me encontraba leyendo unos tebeos en casa de mi vecina. Puesto que ella no creía que realmente supiera leer y pensaba que en realidad me inventaba los diálogos, cogió un libro y me lo dio para ver si era capaz de leerlo. Cuando descubrió que realmente sí leía se quedó perpleja. Cuento esto como una muestra de la fascinación que en mí provoca la lectura. Poco tiempo después era yo mismo quien escribía cuentos e historias.
Fue sin embargo mucho más tarde, en 1993, cuando mi pasión por la escritura dio un salto importante. En esa época leí El Señor de los Anillos y me fascinó, me maravilló que alguien pudiera crear un mundo completamente nuevo de la nada, y eso hizo crecer en mí el deseo de escribir. Me puse enseguida a dar forma a una novela, pero cuando ya tenía cuatro capítulos terminados, me entró un miedo terrible. Aquello exigía una dedicación tremenda: la búsqueda de información, por ejemplo, era complicadísima, pues entonces no había internet ni nada que se le pareciera, y yo quería crear un mundo nuevo, pero que fuera creíble. No se trataba entonces de escribir por escribir. De modo que, ante semejantes dificultades, aparqué el proyecto.
Sin embargo, en 2007 se dieron una serie de circunstancias personales que me permitieron retomar aquel antiguo sueño. Le dediqué cerca de 8 horas diarias, y terminé de escribir aquella novela en tres meses. Desde entonces, no he dejado de escribir.
BM: Tu blog se llama Fantástica Literatura. Cualquiera pensaría que tu literatura trata de novelas referentes a los reinos mágicos o fantásticos, tan interesantes y actuales, ¿cómo fue que se te ocurrió escribir una novela ambientada en el siglo VII a. C., sobre todo, con unos datos tan rigurosamente históricos?
TP: Como digo, empecé escribiendo novelas de fantasía épica, al más puro estilo Tolkien. Así que me pareció un juego de palabras divertido utilizar ese título para mi blog. Porque, además, la literatura es algo fantástico, un recurso que nos permite, desde nuestro sillón favorito o el lugar más incómodo de la Tierra, visitar mundos y lugares completamente nuevos.
La creación de Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, tuvo su origen como una historia en la que dos hermanos se enfrentarían por distintos motivos. Me pareció interesante colocarlos en un ambiente duro y austero, y comencé a leer sobre el modo de vivir de los espartanos. Tanto me influyó esa investigación que, cuando comencé a escribir la historia que tenía en mente, todo aquello tenía un olor a novela histórica inconfundible, pese a que no fuera esa la intención original. Fue un buen amigo y gran escritor, Leonardo Ropero, quien me animó a dejar atrás mis miedos y lanzarme a escribir la novela histórica que palpitaba detrás de aquel primer borrador. Busqué entonces un periodo histórico que me permitiera poner en pie la historia que quería contar y me encontré con un telón de fondo maravilloso y, por lo que he podido saber después, prácticamente inédito en la novela histórica.
En cuanto al rigor, creo que en todo tipo de novela, sea del género que sea, hay que ser lo más coherente posible. Hay novelas históricas que contienen graves errores. He procurado ser tan fiel a la historia como me ha sido posible. Con todo, el lector que conozca la historia de Esparta es posible que encuentre algunas ideas que no concuerdan con lo que normalmente se acepta sobre esa Polis. Eso se debe a que no sigo la línea “oficial”, sino que me he permitido jugar con algunas tesis que reputados especialistas han puesto sobre la mesa. En la página web que se ha puesto en marcha sobre la novela se pueden encontrar algunas de esas cuestiones históricas y su explicación.
BM: Teo, por lo que he indagado, fueron más de dieciséis libros entre clásicos y contemporáneos, y seis artículos de diferentes publicaciones y revistas las que sirvieron para documentarte al escribir Hijos de Heracles. ¿Cuánto tiempo llevó culminar tu novela, y cuáles fueron los pasos que seguiste hasta la versión definitiva?
TP: En realidad, los títulos que usé para la investigación de la novela fueron un total de 30, entre libros y artículos, sin incluir cientos de horas de búsqueda en internet y la gran cantidad de datos que obtuve gracias a ello.
Desde el momento en que comencé a trabajar en la idea original hasta que terminé de escribirla, pasó exactamente un año: de marzo de 2007 a marzo de 2008. Tal como explicaba, el primer borrador no era una novela histórica. Cuando tenía 8 capítulos completos tuve que reescribirlos para adaptarlos al contexto histórico, lo que me llevó una semana a tiempo completo, dedicándole más de 10 horas al día. A partir de ahí todo fue mucho más fluido, a pesar de que me encontré con algunas dificultades para conseguir la documentación que precisaba en determinados momentos.
BM: Cuéntanos tu acercamiento con el profesor César Fornis, doctorado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, poseedor además, de un currículum realmente impresionante.
TP: César Fornis fue un hallazgo maravilloso para mí. El periodo histórico en el que se desarrolla la novela es muy oscuro, se dispone de muy poca información sobre él. De hecho, los especialistas no se ponen de acuerdo en cosas tan básicas como la cronología o la genealogía de las dinastías reales espartanas. Cuando comencé a cambiar el texto original y a escribir la novela histórica final, me encontré con que ni siquiera era capaz de dilucidar con exactitud cuándo sucedían los hechos narrados, pues dependiendo de qué libro leyera, me daban una fecha u otra completamente distinta. Y hablo de diferencias que, en ocasiones, superaban los cien años. Uno de los libros que había leído para buscar información sobre el modo de vida espartano era una maravillosa monografía sobre Esparta titulada Esparta: Historia, Sociedad y Cultura de un mito historiográfico, que había escrito el profesor Fornis, especialista en historia antigua de Grecia. Vencí entonces mis temores, pues me daba bastante reparo pedir su ayuda. Al fin y al cabo, no soy más que un autor desconocido. Sin embargo, su amabilidad quedó patente desde el principio. No tardó ni una hora en contestar a mi primer e-mail, y a lo largo de varios meses contestó con gran interés y cortesía todo aquello que le pregunté. Llegó un momento en que me dijo: para contestar a esto que me preguntas, debería iniciar una investigación que podría llevar meses, pues no hay ninguna información al respecto. En ese momento me di cuenta de que no podía avanzar más en mi investigación y me dediqué, por completo, a escribir la novela. Al profesor Fornis, y a algunas otras personas más que me ayudaron con la investigación y otros aspectos, le estoy enormemente agradecido.
BM: ¿Qué piensas de la eutanasia que los espartanos practicaban? ¿En las investigaciones que hiciste acerca de ellos podrías definir a qué raza pertenecían? ¿Crees que pudieran ser los precursores del racismo?
TP: Los espartanos arrojaban desde un barranco del monte Taigeto, que domina el valle en el que se alza la ciudad, a todos aquellos recién nacidos que mostraran alguna deformidad. Es una costumbre que cualquier mente moderna considerará una auténtica aberración. A mí, lo que más me sorprende es que todo un pueblo acepte adoptar algo tan antinatural como dar muerte a tu propio hijo. Sin embargo, es un simple ejemplo del modo de pensar y entender la vida de aquella gente. Para ellos, el servicio a su ciudad era lo más importante: los niños eran arrancados de su hogar con sólo siete años para emprender un aprendizaje durísimo y terrible, los jóvenes sufrían flagelaciones por la menor falta, como el hecho de hablar sin haber sido invitados a hacerlo por una persona mayor, y mil detalles más. Todas estas cosas serían en una sociedad moderna algo impensable. Pero ellos entendían que era el único modo en el que podían subsistir a sus enemigos, y si un hijo deforme no podía ser útil a su ciudad en ese sentido, su manutención y cuidados era algo que la ciudad no podía permitirse.
Sobre el origen de los espartanos, como con tantas otras cuestiones relacionadas con esta Polis, hay varias posibilidades. De cualquier modo, se sabe que los habitantes originales del valle del Eurotas eran aqueos. Las fechas no se conocen con exactitud y hay grandes diferencias dependiendo de a quién se consulte, de hasta más de 2 siglos, pero algunos especialistas piensan que, hacia el s. X. a. C., se produjo una invasión del valle en forma de migración por parte de la tribu de los dorios. Esta migración, y sus dificultades, podría ser el eco que dio origen al mito del regreso de los hijos de Heracles al Peloponeso. Según parece, los invasores dorios se fundieron con parte del pueblo aqueo, y de esa unión surgió el núcleo que formarían los ciudadanos espartanos. Y no sólo eso: Esparta estaba gobernada por dos casas reales que compartían el poder, la Agíada y la Euripóntida. Esta diarquía puede ser una evidencia de esa unión, pues ambas casas corresponden a cada uno de esos pueblos. Fue entonces cuando surgieron diferentes poblaciones cerca del río Eurotas. Esparta no era una ciudad en sentido estricto de la palabra. En un principio hubo cuatro aldeas: Pitana, Cinosura, Mesoa y Limnas, que realizaron un pacto de sinecismo, por medio del cual se fundían en una sola identidad política. Tiempo más tarde, el rey Teleclo conquistaría Amiclas, una población situada a unos 5 Kms. más al sur, siguiendo el cauce del río. Si bien la mayoría de los vencidos durante la invasión habían sido expulsados de sus tierras, a los habitantes de Amiclas se les permitió permanecer allí, e incluso unirse al pacto, con lo que Esparta tomó su identidad final.
Hijos de Heracles: el nacimiento de Esparta, tiene su punto de partida poco después de la conquista de Amiclas, cuando Teleclo es asesinado por los mesenios. Se producen a partir de ese momento gran cantidad de cambios políticos y legislativos en Esparta, además de la primera y la segunda guerras mesenias, diversas revueltas entre los ciudadanos espartanos y varias batallas contra mesenios, argivos y otros pueblos. Por aquel entonces, Esparta se estaba convirtiendo aún en la máquina de guerra que hoy conocemos, todavía era débil y sufrió graves derrotas. Todo esto es el telón de fondo de la novela.
Con respecto al racismo que me comentas, en un principio Esparta era una ciudad abierta para todos. De hecho, en sus calles se dio origen a la música moderna o se encontraron grandes genios de la poesía. Y muchos de ellos no habían nacido en Esparta. Pero, con el tiempo, la ciudad se fue cerrando sobre sí misma, alimentándose de su propia idiosincrasia, menospreciando al resto de pueblos, ya fueran griegos o no, e incluso expulsando a los extranjeros de sus calles. Muchos opinan que Esparta es el origen del comunismo, pues se establecieron leyes que delimitaban qué artículos podían encontrarse en una casa y cuáles no, e incluso se prohibía que las ropas mostraran diferencias entre los ciudadanos. También hay quien dice que el nacionalsocialismo tuvo su origen en Esparta, y de ahí a decir que el racismo surgió entre sus calles hay sólo un paso. En mi opinión, racismo ha existido siempre a lo largo de la humanidad. Siempre que un pueblo ha intentado sojuzgar a otro por considerarlo inferior, se ha dado un ejemplo de racismo. Es una de las tristes realidades de la historia del ser humano.
BM: El enfrentamiento de hermanos cuando se trata de la lucha por el poder, es un tema atractivo, ¿podrías describirnos físicamente a Arquidamo y a Anaxándridas?
TP: En la novela hay muy poca descripción, ya sea de lugares o personas, aunque creo que no es algo que se eche en falta. Además, no es por casualidad… De la Esparta arcaica no queda ni un solo edificio en pie, de modo que no podemos saber con detalle cómo eran sus casas, ni sus edificios comunes. En cuanto a las descripciones físicas de los personajes, pienso que más importante que su aspecto físico es su personalidad. Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que las descripciones físicas de los personajes de mis historias son muy vagas en general. De cualquier modo, los espartanos, al igual que los griegos de su tiempo, eran personas de estatura algo menor a la actual. Al parecer, rondaban 1,60 mts. de altura. Los que ya habían superado la Agogè, el sistema de educación espartano, se dejaban el pelo largo, lo que los identificaba como hombres libres en la ciudad. Las mujeres, los niños y los jóvenes llevaban el pelo muy corto. Además, los hombres llevaban barba, aunque no bigote. Los niños solían estar delgados, muy fibrosos, consecuencia de la escasa dieta y la dureza de su entrenamiento. Los adultos, por el contrario, debían ser muy fuertes, pues el equipamiento del hoplita (escudo, casco, grebas, espada y lanza) pesaba un buen puñado de kilos y los espartanos eran especialmente hábiles en su uso.
BM: Supongo que se te debe haber pasado por la cabeza la idea de que Hijos de Heracles se vería espléndida en la pantalla grande, de ser así, ¿qué actores escogerías como los personajes principales?
TP: ¡Por supuesto que uno piensa en esas cosas! La imaginación de un escritor es capaz de volar demasiado alta, y uno de los grandes sueños de casi todos los escritores es que su obra sea llevada al cine por un genio como George Lucas, Peter Jackson o Steven Spielberg. ¿Cuál sería el reparto ideal? Pues no soy el más indicado para decirlo, claro, pero así, de primeras, creo que Christian Bale sería un Arquidamo estupendo. Para Teopompo, Robert De Niro sería ideal. Con Anaxándridas no lo tengo tan claro… tal vez Viggo Mortenssen. Con Tira no tengo dudas: Angelina Jollie. Por supuesto, sería imposible hacer una película con estos actores. ¡Sólo sus sueldos harían inviable el proyecto!
BM: Dime, Teo, ¿Qué piensas de la literatura actual? Hablo de la que forma parte de la biblioteca del lector promedio, que es el que compra libros.
TP: Creo que el lector dispone hoy de una oferta cultural como nunca antes se había dado. Esto habla bien de la salud del mundo editorial, especialmente para los escritores. Sólo en España se publican más de 80000 libros al año, y eso hace pensar que, para el escritor, nunca hubo más facilidades que en la actualidad para publicar. Por supuesto, esto tiene una parte negativa, y es que hay muchos libros que tienen poca calidad y sin embargo son publicados, mientras que otros, que sí merecerían un esfuerzo por parte de las editoriales, pasan desapercibidos ante semejante catarata de títulos.
Todo esto, desde luego, le preocupa poco al lector, pues la cantidad de títulos a su alcance en cualquier librería es tan amplia, que será muy difícil que no encuentre algo que le pueda interesar.
BM: ¿Piensas que la literatura se ha prostituido, como opinan algunos?
TP: No, en absoluto. Lo que ocurre es que hay mucha gente que no entiende, o no quiere entender, que la literatura, más allá de tener una vertiente cultural, es un negocio y, como tal, debe rendir beneficios a los empresarios. De modo que es lógico que las editoriales busquen títulos que puedan arrojar dividendos. El escritor que quiere ser publicado debe ser consciente de ello para escribir historias que las editoriales entiendan que tienen una salida comercial. Esto no significa que tengamos que renunciar a escribir lo que queramos. Todo escritor tiene, en cualquier momento, varias historias que podría ponerse a escribir porque le apetece escribirlas, porque le parece que merecen ser contadas. Se trata, entonces, de elegir la que pueda ser más interesante para una editorial.
Además, aquí entra la eterna pregunta: ¿se escribe para uno mismo o para ser leído? Yo soy de la opinión de que todo escritor es un ser egocéntrico, que necesita que otro valore su trabajo, para bien o para mal, sin importar si es un escritor profesional o está empezando a escribir sus primeros textos. Es decir, uno siempre escribe una historia que le interesa contar, pero lo hace para que otro la lea y la valore. Por tanto, haría bien en preguntarse qué quiere leer la gente si desea ser leído con interés.
BM: ¿Crees que los best sellers son producto del mercadeo, o de la calidad de la novela?
TP: Depende del Best Seller en cuestión. Hace unos años, hablando con un editor, me explicó que si se lanza una tirada de unos 7000 ejemplares, la novela se venderá bien, por el simple hecho de que se ve en todas partes. Desde luego, hay novelas que son escritas para ser un best seller y su lanzamiento está estudiando para potenciar su venta. Sin embargo, hay novelas que se convierten en líder de ventas sin que nadie sepa muy bien por qué ha sucedido. Un ejemplo es el de Dan Brown y El Código Da Vinci, o el último fenómeno de Stieg Larsson. Otros casos son los de La Sombra del Viento, El Mapa del Tiempo o La Catedral del Mar. Y es maravilloso que sucedan estas cosas, porque significa que a cualquiera le puede suceder algo así. Si se trabaja con amor, con pasión, si se pone todo lo que se tiene en el empeño, tal vez, un día nos tocará a nosotros. Y si no es así, no importa. El siguiente libro habrá que escribirlo con la misma pasión, con el mismo deseo. Es el único modo de disfrutar de este trabajo.
BM: ¿Cuáles son tus primeras impresiones al ver que tu novela ya es un hecho consumado? Te adelanto que me parece que la portada es preciosa, y tu nombre escrito en letras grandes indica que la editorial tiene mucha fe en tu trabajo.
TP: El aspecto del libro no podría ser mejor. La editorial ha trabajado con muchas ganas en lanzar la novela con una calidad impresionante. Cuando vi la portada que ilustra la novela, me quedé sin palabras. El “vestido” que le han preparado es realmente increíble. La ilustración, además, refleja con gran maestría el espíritu de la novela, mostrándonos un aspecto muy sobrio y austero, muy inquietante y amenazador. Pero, a la vez, tiene otras connotaciones, como esa salida del sol a la espalda del guerrero que es una alegoría preciosa del nacimiento del guerrero hoplita, la imagen más conocida, con diferencia, de Esparta. El interior está igualmente bien tratado, con una letra muy cómoda de leer, amplios márgenes y una maquetación y tipografía maravillosas.
Pero, además, hay un aspecto que es para todo autor que empieza algo especialmente simbólico. En la actualidad, las editoriales intentan recortar todo gasto superfluo. Debido a ello, las pastas de los libros han evolucionado y la mayoría de ellas han dejado de lado la tapa dura, el símbolo por excelencia de la novela. Hijos de Heracles sí está editada en tapa dura con sobrecubierta. Y, sinceramente, es una auténtica gozada, por lo que implica de la calidad de su edición.
En cuanto a lo que dices sobre el tamaño de mi nombre, te cuento una anécdota. Soy el menor de cuatro hermanos. Alguno de ellos tienen un sentido del ridículo muy acusado. Cuando uno de estos vio la portada, lo primero que me dijo fue: “Tu nombre es más grande que el título… ¿no está demasiado grande?” Para un autor, es muy importante que su nombre sea bien visible en la cubierta de un libro, ¡piensen lo que piensen sus hermanos y por más que uno los quiera!
BM: ¿Cuánto tiempo transcurrió desde que empezaste a escribir la novela hasta su publicación? Es un dato que podría interesar a muchos escritores que desean publicar.
TP: La publicación de esta obra ha sido algo bastante rápido. No he tenido que esperar demasiado. Terminé de escribir el texto de la novela en marzo de 2008. Luego vinieron algunas correcciones. Mis correcciones, normalmente, no implican cambios en el contenido de la novela. No altero aspectos de la trama, ni de los personajes, etc. Son más bien detalles de tipografía, de gramática, y cosas así. En abril de 2008 comenzó a representarme la agencia de Sandra Bruna. Les remití la novela justo antes de las vacaciones de verano de aquel año. Un par de meses después, en septiembre, desde la agencia me indicaron que la novela les había gustado mucho y que empezaban a moverla de inmediato. Para noviembre de 2008, Edhasa ya indicó que quería adquirir los derechos de publicación. Un mes después firmé el contrato y ha pasado justo un año desde entonces hasta que ha visto la luz. No es un periodo excesivo. Normalmente, las editoriales se reservan unos 18 meses, o incluso más, para lanzar una nueva novela y, realmente, el plazo de tiempo que transcurrió desde que terminé de escribir hasta que una editorial se interesó por la novela, fue realmente muy corto.
BM: Sé que impartes cursos y talleres de creación literaria, y se nota en cada entrada que subes a tu blog. Como autor publicado, ¿te gustaría dirigirte a los escritores que esperan por una editorial para cumplir con sus sueños?
TP: No es mucho lo que yo puedo decir. Sólo estoy un escalón más alto que ellos. Lo que sí creo es que uno debe estar convencido de que su historia merece la pena ser contada. Y, después, asegurarse de que el texto esté realmente pulido, libre de todos los errores posibles. He tenido oportunidad de comprobar algunos textos que se envían a distintas editoriales y es increíble observar el pésimo estado de algunos de ellos. Todo texto que no esté bien trabajado, que presente abundantes fallos de redacción, etc, será descartado de inmediato por cualquier editorial medianamente seria. Merece la pena dedicar un mes más, seis meses más, a corregir nuestra novela antes de aventurarnos a ser rechazados por no cuidar con atención la presentación de nuestro trabajo.
Además, uno no puede desesperarse. Y esto es realmente difícil. Las editoriales están saturadas de trabajo y suelen tardar meses, muchos meses, en dar una contestación. Algunas, ni siquiera contestan. Conozco el caso de una amiga que le contestaron afirmativamente al cabo de un año. En ese plazo de tiempo, ya había conseguido un agente que la representara e incluso vender su novela a otra editorial. Pero lo peor viene cuando la editorial dice que sí, que quiere publicar la novela. Esos meses, ese año que pasa hasta que finalmente ve la luz, es lo peor con diferencia. Y ahí no se puede hacer nada porque los plazos de trabajo los tiene que marcar, lógicamente, la editorial. O tal vez sí podemos hacer algo: dedicarnos a trabajar en una nueva historia. Es el único medio de suavizar la ansiedad.
BM: ¿Cuál es el próximo proyecto? ¿Tienes alguna novela en el horno?
TP: Actualmente tengo tres novelas escritas, además de Hijos de Heracles. Ya estoy empezando a trabajar con la agencia en una de ellas, otra la acaba de recibir una editorial que está muy interesada en publicarla y espero un informe de lectura sobre la tercera. Estoy empezando a documentarme para una nueva novela, que estará ambientada en el siglo XI y que será, evidentemente, una novela histórica.
BM: ¿Qué podrías decir de tu relación con la Agencia Sandra Bruna?
TP: Disponer de una agencia literaria es algo que recomiendo vivamente a todo autor. El mundo editorial es algo muy extraño, que se mueve a través de unos términos que el escritor que empieza desconoce por completo. De ahí que la figura del agente sea casi imprescindible. En mi caso, siempre quise que fuera Sandra Bruna quien me representara. Su reputación es muy buena y se trata de una agencia en claro crecimiento. De modo que cuando aceptó representarme fue el primer síntoma de que caminaba en la dirección correcta. La relación con la agencia es muy similar a la que existe con las editoriales. No en vano las agencias están adoptando parte de los roles que tradicionalmente les correspondía al editor. Sin embargo, hay una cercanía maravillosa, una cordialidad y una franqueza en la comunicación que se agradece muchísimo. Además, tengo una conexión muy positiva con mi enlace en la agencia. La verdad es que gran parte de lo bueno que pueda sucederme a nivel literario se lo deberé a Sandra Bruna, que en su momento confió en mi trabajo.
BM: ¿Y con la editorial Edhasa?
TP: La relación con Edhasa ha sido de lo más exigente. Es una editorial con una rigurosidad inmensa, con una gran reputación, y por ello cuida al máximo sus productos. En la primera comunicación que tuve con mi editora, me pasó un listado de dieciséis cuestiones que podían pasar por errores históricos y que exigían una aclaración. Me llevó cuatro horas contestar a todas ellas. Cuando leyeron las explicaciones, no sólo aceptaron lo que les indicaba, sino que además me comentaron que ese punto de vista novedoso podría ser muy interesante para el lector. Es un simple ejemplo. La búsqueda de la calidad en Edhasa es casi obsesiva, entendiéndose el adjetivo desde el mejor punto de vista, desde luego. El proceso de corrección fue interesantísimo y he aprendido mucho con él. He tenido la enorme suerte de comenzar mi carrera literaria rodeado de grandes profesionales, como Josep Mengual, el jefe de redacción de Edhasa, que insistió mil veces en algunos aspectos de la novela. Gracias a su empeño, y al del resto del equipo, el resultado creo que no dejará a nadie indiferente. Ha sido muy gratificante trabajar con ellos y estoy deseando poder volver a hacerlo.
BM: Teo, te agradezco que hayas accedido a esta entrevista. Quise adelantarme, pues sé que después será difícil tener acceso a ti.
TP: En absoluto, Blanca. No creo que llegue la sangre al río, como decimos por aquí. Y, para los amigos, uno siempre tiene que encontrar hueco y pasar tiempo con ellos, aunque sea a distancia. Los éxitos nunca se disfrutan igual si no tienes a nadie con quien compartirlos. Muchas gracias a ti, por tu interés y por todos tus buenos deseos.
BM: Te deseo mucho éxito en ésta y en tus próximas novelas, Teo, espero que nos mantengamos en contacto. ¡Muchas gracias!
Teo Palacios nació en la ciudad de Dos Hermanas, Sevilla, en 1970. Comenzó a escribir en el 2007, y desde el 2008 lo representa la Agencia Literaria Sandra Bruna. Su primera novela Hijos de Heracles: El nacimiento de Esparta, será publicada en enero del 2010.
Forma parte del comité organizador de las Jornadas de Literatura Fantástica de Dos Hermanas, evento que año tras año está alcanzando un amplio reconocimiento literario, y que reúne a grandes autores del panorama nacional.
Colabora como entrevistador y articulista con varias revistas: Cambio16, Cuadernos para el Diálogo y otras.
Además, imparte cursos y talleres de creación literaria en la Universidad Popular de Dos Hermanas y en el Ateneo Andaluz