Revista Literatura

Teoría electromagnética de la inspiración

Publicado el 16 enero 2022 por David Rubio Sánchez
TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN
Coges el bolígrafo, un folio y... nada. Te vas al ordenador y abres un documento nuevo de Word. Menos todavía. ¿Qué sucede entonces? Si consideras que eres de los que escriben cuando realmente tienes algo que contar, desde luego no hay problema. Pero si eres de aquellos para los que un día sin escribir es un día perdido sentirás un sudor frío, el sentimiento de culpa comenzará a corroerte y te enfadarás. Sientes ira y es cuando te viene la frase de Star WarsEl miedo te lleva a la ira, la ira te lleva al odio; y el odio, al lado oscuro.
    En este caso, el lado oscuro es una página en blanco. 
    Lo reconocemos, ¡estamos bloqueados! Es el momento de elegir entre la pastilla roja y la azul: 
  • La pastilla azul. Regocíjate en tu situación. El victimismo y la queja siempre es una excelente actitud frente a la vida. Clamar a los cuatro vientos tus desdichas suele despertar la compasión y solidaridad de los demás, y eso es algo adictivo. ¿Para qué cambiar?
  • La pastilla roja. Pensar honestamente en qué es lo que impide que consigas escribir una historia y tomar medidas concretas.
TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN
    Si te has tomado la píldora roja. ¡Enhorabuena! Ya no hay vuelta atrás, bienvenido al equipo de búsqueda de la inspiración. No vamos a ir muy lejos, tranquilo. Solo necesitas encender la luz.

UNA TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN

«Hágase la luz. Y la luz se hizo», así comienza el tercer versículo del Génesis bíblico. El simbolismo que une luz y creación se ha mantenido desde entonces. En los cómics se representa al personaje que ha encontrado una idea con una bombilla sobre su cabeza. ¿Os acordáis de Vicky, el vikingo? Al frotarse la nariz todos esperábamos los rayos que le saldrían de la cabeza cuando se le ocurriera algo brillante. ¡He visto la luz! Está iluminado, su cerebro es un faro, es un tipo brillante… hay muchas expresiones que se refieren a este vínculo entre luz e inspiración. Así que siempre es bueno buscar la luz. Salvo que estemos a punto de morir, claro. En este único caso ¡ve en dirección contraria!
    Pero, ¿cómo se propaga la luz? ¿Recordáis nuestra época de instituto? Me refiero a cuando el profesor se ponía firme y tras una larguísima explicación sentenciaba que la luz en ocasiones se comporta como una onda y en otras como una partícula (o quantum de energía). Es decir, la luz se irradia como una sucesión continua de ondas, como las que se producen en el mar o algún rio cuando tiras una piedra; o bien como paquetes completos de energía.
   Tranquilos, aquí se acaba la Física. Ahora vamos a hacer una cosa, vamos a sustituir la palabra luz por la palabra inspiración y ver qué es lo que sucede.
TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN
    ¡Tachán! Mágicamente, vemos que las historias pueden llegarnos de la misma manera: bien en forma de ondas sucesivas, bien como un quantum completo que solo precisa de ser narrado.

CUANDO LA INSPIRACIÓN NOS LLEGA EN FORMA DE QUANTUM NARRATIVO


Estás paseando, haciendo la comida, viendo algo en la tele o en internet y, de repente, sientes un chispazo que te eriza la piel. ¡Albricias! ¡Se te acaba de ocurrir una estructura completa para una historia! No una idea o una posible situación, sino el esquema básico con su inicio-nudo-desenlace. No sabemos la ambientación, apenas esbozamos el personaje y por supuesto nos falta el desarrollo. Pero sabemos cómo empieza y cómo termina. Y además tiene significado. Cuando nos pasa esto, es cuando sentimos mariposas en el estómago y una sensación casi orgásmica, ¿a que sí? 
    Os pongo un par de ejemplos personales. Un día, yendo al trabajo, vi corriendo a alguien. Ese hecho, sin saber cómo, provocó que se me alumbrara la idea de un relato en el que un tipo fuera perseguido por otro y, al final.. Bueno, no destripo el final. Si os llama la curiosidad os invito a leer Bucle en el segundo número de Relatos en su tinta que podéis descargaros de forma gratuita en Lektu AQUÍ ¡Fue un quantum narrativo en toda regla! Me daba una historia en la que sabía cómo empezaba y cómo acababa. Faltaba el desarrollo, claro, pero el esquema completo del relato estaba ya en mi mente.
     Creo que cuando hablamos de inspiración, pensamos en este regalo nacido del inconsciente, en esa vocecita que nos va dictando el relato. Cuando esto nos sucede nunca se producirá el bloqueo creativo. El relato va a salir sí o sí. 
     Este sería el ideal para cualquiera de nosotros, ¿verdad? Lamentablemente, esto nos ocurre en muy pocas ocasiones. 
   ¿Se puede entrenar nuestro cerebro para que nos regale estos quantum narrativos con mayor frecuencia? Bueno, si leemos a Isaac Asimov, uno de los autores más prolíficos del s. XX parece que sí:
TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN
   ¿Cómo conseguir ese proceso automático e incontenible de imaginar historias? Solo se me ocurre una manera: Acostumbrarnos a pensar en modo historia. Si algo nos llama la atención intentemos procesarlo como una historia, no nos quedemos en la sensación o la idea vaga. Por ejemplo, ha llegado la primavera y queremos escribir un relato sobre ello. Nos vienen a la cabeza imágenes de flores, del atardecer, de prados verdes, de nuestra infancia, de una mariposa, y así podemos estar divagando todo el día. Pensar en modo historia es buscar lo concreto, es hacernos preguntas con la finalidad de encontrar una historia. ¿Hemos mencionado una mariposa? Bien, ¿quién ve esa mariposa? ¿por qué está allí? ¿la quiere cazar? y si es así ¿para qué? ¿disecarla, regalarla? ¿a quién? ¿por qué? Si nos acostumbramos a ello, tal vez consigamos ese proceso automático e incontenible del que habla Asimov, quien era capaz de imaginar un relato observando el trasero de su esposa.
ESCRIBIR es plasmar por escrito una idea; NARRAR es plasmar por escrito una historia. Por tanto, no es tan importante lo que escribas sino lo que narres.
    Pensar en modo historia es, para mí, mucho más importante que escribir. En algunos artículos sobre el bloqueo del escritor se aconseja escribir cada día un determinado número de palabras, incluso se anima a llevar un diario. Está bien. Puede mejorar nuestra caligrafía, también puede venir bien para ejercitar la muñeca y prevenir la artrosis. Pero si no pensamos en modo historia mientras escribimos, nos podemos acostumbrar a divagar de forma escrita, a dejarnos llevar por sensaciones personales o ideas sin ton ni son, a enamorarnos de cómo escribimos en detrimento del desarrollo del hábito de narrar una historia. 

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De acuerdo, no es gran cosa como historia, pero es un ejemplo de cómo nos puede salir algo en apenas segundos


CUANDO LA HISTORIA NOS LLEGA COMO UNA ONDA

¡Aquí está el meollo del llamado bloqueo del escritor! Cuando la historia nos llega como ondas nos viene sesgada. En lugar de recibir una estructura narrativa completa recibimos sucesivas entregas de información y nuestra actitud debe ser la de buscar las siguientes para unirlas en un relato coherente. Tras recibir esa primera onda, tenemos que seguir escuchando en modo historia. La siguiente onda puede ser un posible personaje, tal vez un escenario, más adelante un inicio o un final… Tenemos que arremangarnos para captar esas ondas que finalmente nos lleven a una historia completa.
    Un ejemplo de esta forma de recibir una idea fue un relato en el que lo primero que me llegó fue la imagen de una madre y su hija autista que viven en un casa de las afueras. En un momento dado, la madre observa a alguien pululando por los alrededores. No me llegó nada más. Ni sabía las intenciones del merodeador ni la propia historia de la mujer y su hija. Podría ser un psicópata, pero eso estaba muy visto. ¿Por dónde tirar? Entonces, de los tres elementos (madre, merodeador e hija autista) reparé en la pequeña. ¿Y si ella fuera la clave de todo? ¿Y si ella fuera algo más? A fuerza de hacerme preguntas durante las siguientes semanas, el relato fue tomando forma. Si sentís curiosidad, podéis descargaros gratuitamente La abeja reina en Lektu (AQUÍ).
    ¿Dónde está el problema cuando recibes la historia en forma de ondas? Bueno, pues que estas pueden sufrir interferencias. Interferencias que pueden hacernos abandonar la “escucha” y, por tanto, la historia. Si esto nos sucede muy a menudo es cuando tarde o temprano proclamaremos a los cuatro vientos: ¡Estoy bloqueado! 
     Imagino que cada uno tendremos nuestras propias interferencias, por eso es importante parar y chequearnos para identificar cuáles son las que nos atormentan. En mi caso, identifiqué estas tres. Soy un tipo bastante corriente así que, a lo mejor, puede que también las compartáis y coincidáis con los remedios que os propongo.

LAS INTERFERENCIAS

1. LA IMPACIENCIA O LA ILUSIÓN DE LA PRODUCTIVIDAD

Reconozcámoslo, vivimos en una sociedad en la que lo queremos todo y lo queremos ya. La idea de la productividad nos lleva a medirlo todo en números. ¿Cuánto escribes cada día? ¿Cuánto lees? ¿Cuántas publicaciones de las redes sociales compartes o visualizas? El tiempo es oro y parece que solo se emplea bien si podemos cuantificar nuestras acciones. Eso nos puede llevar a la dispersión, a considerar la reflexión como tiempo improductivo y, por tanto, algo para guardar en el fondo del armario.
   El mero acto de pensar, sin más, está hasta mal visto. ¿No? Vale, os lo demuestro. Estamos solos en casa, sentados en el sofá, no haciendo otra cosa que pensar. Nada más. Entonces nos llaman por teléfono y nos preguntan ¿qué haces? ¿Le respondemos que estamos pensando? No, le decimos que estamos limpiando, leyendo o haciendo cualquier cosa. Pero jamás que estábamos pensando. Ahora lo entiendes, ¿no?
  ¿Cómo nos influye esto? Muy sencillo. Cuando nos llega esa primera onda la recibimos con urgencia, esperando que sea un quantum narrativo, una historia ya estructurada con sentido. Como no lo es, la descartamos, esperando que otra idea nos la ofrezca. Queremos la historia ya. Y si esa primera onda no nos la da, buscamos otra. ¿Cómo vamos a perder el tiempo pensando en si esa idea puede llevarnos a algo más? 
   Hay disparadores creativos que consisten en ofrecen tres o más palabras aleatoriamente. La idea es que al pensar en cómo unir esos conceptos se nos ocurra una historia. Pero cuando estamos impacientes vemos las primeras palabras. Como no nos inspiran ese quantum narrativo que os he mencionado, pasados tres segundos hacemos clic para que nos dé otras opciones; tres segundos después otro clic, y luego otro… hasta que pasamos la tarde con agujetas en el dedo y ni un solo atisbo de relato.

EL REMEDIO: TENER PACIENCIA

Nos ha venido esa idea porque es algo significativo para nosotros. Démosle tiempo. Pensemos en modo historia sobre ello. Guardemos el móvil en el bolsillo y cojamos una libreta. Pongamos el foco, única y exclusivamente en esa idea. Dediquemos tres o cuatro días a hacernos preguntas, a visualizar posibles personajes. Garabateemos, hagamos esquemas; si no podemos escribir, imaginemos mientras estamos paseando o yendo en transporte público como una sardina enlatada.     Si pasados esos días no nos sale nada, tranquilos. El trabajo está hecho. Hemos entrenado nuestra capacidad de narrar. Guardemos esas notas y, ahora sí, busquemos otra idea, más pronto que tarde se nos ocurrirá ese chispazo que dé sentido a ese trabajo en forma de historia.
Pensar y reflexionar jamás es una pérdida de tiempo

2. EL ABURRIMIENTO

Creo que lo único que es aceptable matar es el aburrimiento. Así que antes de hablaros de esta interferencia para crear una historia he pensado proponeros un pequeño ejercicio. Os espero.
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    ¿Ya?
   Humm... no hagáis trampas que os veo. Venga ¡a escribir qué pensáis que viene a continuación!
   Así me gusta. ¿A qué me refiero con el aburrimiento? Hablando claro, llega un momento en el que nos aburren nuestras propias historias. Recibimos esa primera onda y nos sugiere un tipo de historia sobre la que ya hemos escrito mil veces. Pensamos en nuestros últimos relatos y parecen que todos son un calco. Los mismos temas, los mismos personajes, el mismo tono, el mismo estilo… ¿Para qué buscar la siguiente onda si voy a acabar en el mismo terreno narrativo de siempre?
   Sin ir más lejos, un servidor. Hubo una época en la que todos mis relatos terminaban con un muerto, en un entorno de suspense. ¿Cuántas variantes de ese tipo de historias pueden escribirse? El resultado es que dejas de emocionarte con ese proyecto de relato, y si no te emociona…
  ¿Por qué terminamos repitiéndonos? El cerebro humano es la joya de la corona de la Creación, aunque por supuesto no es perfecto. Eso sí, es muy eficiente intentando facilitarnos la vida, sabe lo que nos interesa en cada momento y, de entre todas las informaciones que recibe del exterior, selecciona aquellas que nos afectan emocionalmente. 
   ¿Qué? ¿No me creéis tampoco con esto? Vale, ¿tenéis hijos o se os ha roto alguna vez una pierna? ¿Sí? Y cuando os ha pasado, ¿no habéis empezado a ver a millones de embarazadas y millones de personas con muletas? En la tele, en la radio o cualquier medio comienzan a aparecer noticias sobre bebés, casos de muerte súbita o, si se os ha roto la pierna, famosos accidentados, anuncios de productos para acelerar la consolidación, los riesgos de la falta de calcio… 
   Esto se llama sesgo de frecuencia, uno de los veintitantos sesgos cognitivos que utiliza el cerebro para filtrar la ingente información exterior. Esto lo conocen como nadie los comerciantes y nuestros políticos, y desde luego lo utilizan para asegurarse la compra y el voto. Si no los conocíais, solo por esto os ha merecido la pena leer este artículo. Os dejo una lista de Wikipedia (Aquí), solo como punto de partida.
   Estos sesgos evitan que nos volvamos tarumbas con toda la información disponible y que solo nos fijemos en lo que nuestro cerebro entiende que nos parece importante. Es decir, si nos encasillamos en algo, solo veremos lo que esa casilla nos ofrezca. Por eso siempre tenderemos a pensar en las mismas historias.

EL REMEDIO: ECHA UN VISTAZO AL MUNDO DE FUERA

Si siempre piensas sobre lo mismo, siempre escribirás la misma historia.

Salgamos de lo que normalmente nos interesa. Demos una oportunidad a otros géneros. Si escribimos y leemos género negro vayamos al quiosco y hagámonos con un par de revistas de autoayuda. Si escribimos romántico, cojamos una revista de misterios paranormales, si nos gusta la ciencia ficción ¡a comprar revistas de cotilleos! Descubrir "otros mundos" suele dar elasticidad a nuestro cerebro. Esa sorpresa inicial ante algo nuevo es un fantástico chute de adrenalina creativa. 
   Un consejillo que a mi me sirve: Leed malas novelas. Cuando hablo de malas me refiero a esas que se venden 3 x 1 en supermercados, con ediciones chungas que anticipan lo que te vas a encontrar. Esa clase de historias que podemos ver en los telefilmes a granel de un domingo por la tarde. Son historias tan mal contadas que te provocan la necesidad de recoger sus elementos, darles la vuelta e intentar hacer una historia mejor.
    Ahora, sí. Volvamos al ejercicio que os propuse. Dejadme adivinar lo que se os ocurrió. Respecto al marido que pilló a su esposa en la cama con otro. ¿Tal vez una historia que termina con un crimen de los llamados pasionales? Si ha sido así, ¡hay que darle más vueltas a la imaginación! Bueno, en realidad os he inducido a ello. Al mencionar que lo saqué de un documental de Crimen e Investigación, el cerebro siguió el camino más rápido, relacionando la historia de ese modo. Pero, ¿qué pasaría si os dijera que en realidad ese planteamiento lo saqué de un programa de cotilleos? Entonces, quizá, el cerebro buscaría otros enlaces como, por ejemplo, fijarse en el tipo que estaba en la cama con la esposa que es el elemento, a priori, menos importante de la escena. En ese caso se nos podría ocurrir que lo que de verdad sorprende al marido es que su amante homosexual esté acostándose con su esposa. ¿A qué juega ese tipo?    En el caso del tipo que observa al niño y al perro. ¿Habéis pensando en un rapto? ¿En alguna historia sobre un pederasta? Los elementos fuertes de ese planteamiento son el tipo y el niño. ¿Por qué no poner los focos en el perro? ¿Y si el objetivo de ese tipo desastrado no es el niño, sino el perro? ¿Y si se trata de un mendigo que quiere robar el perro porque sabe que las limosnas suben cuando tiene un perro a su lado? Cuanto más temas abarquemos, nuestra mente es más flexible y nos puede facilitar una mayor variedad de enfoques.

3. SOBREVALORAR LA ORIGINALIDAD

Puede que esas primeras ondas nos sugieran una historia que nos parezca que ya fue escrita. Esta se parece a…, esta recuerda a…, esto lo he leído en… Incluso podemos percibir que es un cliché o un espacio común. En ese momento nos desmotivamos. ¿Merece la pena dedicar nuestro tiempo a una historia que parece no ser original? 
   Por supuesto, encontrar una historia que jamás se haya escrito, es el ideal que tenemos todos. Pero pensad un momento en todas las novelas, relatos, series de televisión, películas que se han publicado y se publican cada día. ¿De verdad podemos llegar a pensar que se nos va a ocurrir algo que jamás se le haya ocurrido antes a alguien? 
   Bueno, se me ocurre una posibilidad para estar seguros de que nuestra historia es 100% original, pero nos podría pasar como al protagonista de este micro:
TEORÍA ELECTROMAGNÉTICA DE LA INSPIRACIÓN
     Pensad en los vampiros. ¿Cuántas historias se han escrito sobre ese icono del terror? Y sin embargo, nadie acusa a sus autores de plagio o de utilizar historias ya escritas.

EL REMEDIO: JUEGA CON LOS FOCOS Y EL TONO DE LA HISTORIA

Sobre este cliché edificaré mi historia
Aunque esa primera onda nos parezca un cliché que ello no nos impida buscar las siguientes. Si se nos ha ocurrido es porque tiene un significado especial para nosotros. Si nos suena a algo muy manido lo único que debemos hacer es descomponer los elementos y enfocar los aspectos menos llamativos. O, simplemente, buscar el género o tono narrativo que nos parezca más alejado de lo que propone.
   Volviendo a los vampiros. Comenzó como algo surgido en el género de terror, pero el transcurrir de los años nos han traído historias vampíricas de toda clase de géneros: romántico, aventuras, humor, erótico, detectivesco. Creo que los ejemplos os han venido a la cabeza de inmediato.
  Por ejemplo, imaginad una primera onda con el planteamiento de un joven que debe marchar a la guerra y allí sufre en sus carnes los horrores de un conflicto bélico. A priori, y como lector, la verdad es que no me sugiere demasiado. No solo se han escrito miles de relatos partiendo de esa premisa, sino que es como predicarle a un converso. Ya sé que la guerra es la mayor infamia del ser humano. ¿Por qué leer una historia de ficción sobre ello? Pero, tal vez, la cosa cambie si en vez de darle un enfoque realista pensamos en una guerra escrita con humor o incluyendo un toque de fantasía o algún detective. O, ya que los hemos mencionado, incluyamos a algún vampiro.
Casi al final, se me ha ocurrido una cuarta interferencia: pensar que nos saldrá una mala historia. Eso hay que descartarlo de cuajo: la peor de las peores historias siempre será la que no escribamos.
   ¿Y vosotros? ¿Qué interferencias os apartan de escribir una historia? ¿Qué os bloquea? ¿Cómo se os ocurren las historias? ¿Os habéis identificado con estas reflexiones?
¡Saludos tinteros!

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