Hace unos meses, al salir del hospital, me encontré con Pepita, la hija del Antón. Ahora se llama Carla y es rubia. Me ofreció trabajo, pero, tranquila, solo por las noches para poder continuar mis estudios de peluquera. Pagan bien, madre. Muy bien. Así que no necesito que vuelva a enviarme dinero. En cuanto ahorre un poco, lo dejo, corro a buscarla y me la traigo conmigo para montar la peluquería. La extraño cada día. Tanto.
He dejado crecer mi pelo. Se va a alegrar cuando vea lo bonito y brillante que lo tengo.Aunque se lo prometí, todavía sigo fumando. No se disguste. Me da seguridad para afrontar este cambio.
Sabe, madre, estoy feliz… Ayer me confundieron con una chica.
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