Tereré Rupá
Al borde de un ataque de histeria decidió sentarse, respirar y relajarse, total el día laboral ya estaba perdido; observó entonces la pintoresca escena que se desplegaba a sus ojos: en uno de los escritorios un policía con una enorme barriga preparaba sin apuros el Tereré Rupa que consistía en unas empanadas de carne con pan, mientras la *yuyera lo ayudaba metiendo hielo y hierbas maceradas en el termo de cuero con un pirograbado que resumía en pocas palabras todo su sistema de creencias: arriba la inscripción "El Ciclón" y una caricatura de un ciclón vestido con la remera del Club Cerro Porteño y abajo la frase "Jesús, en vos confío"; Ana alcanzó a ver un líquido verdusco antes del cierre del termo, sabía que se trataba de un revoltijo de hierbas para todas las dolencias conocidas, le resultaba sorprendente que la gente atribuya poderes curativos a una bebida que por lo general se preparaba en sospechosas condiciones higiénicas, en Paraguay el ritual del Tereré Rupá tenía sus propias reglas y se tomaba muy enserio, incluso en horarios laborales.
En otro rincón del salón una mujer policía discutía acaloradamente en guaraní con una mujer de edad avanzada sobre las molestias que causaba el caballo detenido la noche anterior por no portar documentos, la anciana trataba de proporcionar a su caballo arrestado el desayuno del día, pero no estaba dispuesta a limpiar los efluvios del equino que dejaron en la comisaría un olor y panorama visual característico de los establos; mientras tanto el policía libre se dispuso a tomar nota de la denuncia de Ana, luego de terminar de masticar el último bocado de empanada y limpiar con las manos las migas desparramadas en el escritorio y en la panza, adoptando una postura recta y solemne comenzó a realizar las preguntas de rigor, en pleno siglo digital las denuncias en aquella comisaría se escribían a mano y con errores ortográficos notables.
Acabada la denuncia Ana se dirigió a la puerta principal dispuesta a continuar su ordenada vida cuando de pronto ingresó de forma abrupta un adolescente con mirada desorbitaba que gritaba maldiciones varias mientras forcejeaba con el policía que intentaba reducirlo. Lo siguiente que recuerda es una sucesión de insólitos eventos que mandaron el resto de sus planes del día al carajo. En un descuido del policía, el joven agarró su revólver y disparó, el caballo, que estaba desayunando, asustado se encabritó y entró al galope estrepitosamente en el salón principal de la comisaria, mientras el adolescente enloquecido tomó a Ana de la cintura apuntándola con el revólver en el cuello, ya que no le llegaba en estatura a su cabeza, todo esto mientras la abuela, la yuyera y todos los policías presentes intentaban calmar al caballo y al adolescente.
Ana despertó en el Hospital, de fondo se escuchaba la repetición del noticiario mañanero que relataba la fuga de un joven delincuente montado en un caballo previamente arrestado en la comisaría y que había herido a la yuyera y a una joven mujer oficinista, el periodista informaba el suceso con la misma seriedad con la que anunciaba las lluvias y posibles raudales en la capital del país. Resignada sonrió cuando vio a la enfermera preparar su Tereré Rupá, esta vez en jarra de vidrio. *yuyera en Paraguay es la vendedora de yuyos o hierbas medicinales
*Tereré rupá significa literalmente ‘cama [o nido] del mate frío’) a una especie de refrigerio matutino antes del tereré, que tradicionalmente suele hacerse en horas de la media mañana (a eso de las nueve): se trata algún bocadillo para que el agua fría o la pérdida de potasio tras consumirlo no causen malestar. by Eli Rodríguez