Terminar, terminar, terminar

Siempre tengo miedo a terminar una obra, porque me tengo que enfrentar a la realidad de que no es tan buena como yo había querido. ¿Qué hacer en estos casos?

Las obras de arte nunca se terminan, solo se abandonan

Leonardo Da Vinci

Hay una tentación que me ataca cada vez que una obra mía llega al 80% de su extensión: el miedo a terminar. He sido consciente de ello desde hace años y, sin embargo, no puedo evitar la preocupación cuando me acerco a la meta. Parece raro; quiero decir que uno debería alegrarse de poder acabar con lo que prometió. Y generalmente es así: si se trata de una resolución o un informe del trabajo entre antes lo termine, más feliz me siento y mejor para todos. Pero cuando se trata de algo que tiene el menor valor artístico todo mi ser me dice que pare; sobre todo si pienso que me está quedando bien y/o me ha costado muchos esfuerzos terminarla.

¿Por qué? Supongo que la cita de Leonardo puede ofrecer algo de auxilio; pero la siguiente de Hemingway es mejor:

El primer borrador de cualquier cosa es una mierda

Ernest Hemingway

Está bien recordarlo, sobre todo porque uno, en cuanto pasa las primeras diez páginas se cree temporalmente mejor que Hemingway, Verne y ese manquillo de Lepanto llamado Cervantes; pero luego enseguida crecen los temores que saldrá una mierda; y cuando estás acabando el primer borrador estás ya plenamente convencido: sí, es una mierda. ¿El truco para acabar el primer borrador? Muy fácil: decirse que ya lo revisarás más tarde.

Alguna vez tendrás que terminar la revisión, o la revisión de la revisión, o la revisión de la revisión de la revisión. En definitiva, lo único que he conseguido es postergar la procastinación hasta que, agotado, abandono la obra por otra nueva, que, ésta vez sí, va a ser fantástica, maravillosa desde el primer borrador.

¿Qué queda pues? Revisar, corregir lo que de antemano sepamos que son verdaderos errores, obviar las inseguridades, respirar, sonreír y terminar.