Tenía once años y estaba de visita en casa de mi tía Lina, prima-hermana de mi madre, viuda y moderna (para lo que eran aquellos finales de los 70 en este país). Me gustaba ir a su casa, era un segundo o tercer piso de un edificio antiguo en el centro. Sin ascensor, oscuro y húmedo, pero misterioso. Nada que ver con nuestro soleado ático en lo que entonces eran las afueras de Valencia, ella tenía unas habitaciones con techos altísimos y grandes ventanales de madera que daban a unos balcones con balaustrada, una habitación que olía muy fuerte donde pulía joyas y un enorme cuarto de baño con baldosas pequeñitas cuadradas formando dibujos y una gran bañera con patas. En realidad, todo en esa casa me parecía grande.
No sé porqué aquella tarde abrió el armario trastero que había al principio del pasillo de su casa, cogió esos dos pequeños discos y nos los ofreció a mi hermana y a mí. No conocíamos al grupo pero nos daba igual, un regalo era un regalo. En casa oíamos música a través de un aparatoso magnetofon Telefunken que no recuerdo de donde había sacado mi padre. Teníamos cintas de los Pekenikes, de villancicos y de cuentos hablados. Pero también teníamos un pequeño tocadiscos de esos portátiles que le habían regalado a mi madre en un concurso de Mirinda, creo que solo teníamos el disco de Karina que venía con él.
Mi madre opuso un poco de resistencia pero salimos de allí con nuestros dos singles bajo el brazo. No sé si su hijo se dio cuenta de la desaparición de estos discos alguna vez, quizás años más tarde cuando a la muerte de su madre tuvo tanta prisa por deshacerse de todo, incluso de su abuela… pero entonces, se lo tenía merecido.
Yo los guardo como un auténtico tesoro. 45 r.p.m. año 1967 – Strawberry Fields Forever (cara A) y Penny Lane (cara B), el otro contiene All you need is Love (cara A) y Baby, you`re a Rich man (cara B). Son mis canciones preferidas.
Y The Beatles empezaron a sonar en casa. Nos apropiamos del tocadiscos y poco tiempo después, cuando mi padre compró un equipo de alta fidelidad… también acabó definitivamente en nuestra habitación.
Así que aunque en ese momento, cuando los escuché por primera vez, The Beatles hacía años que se habían separado, pasaron a formar parte de nuestro nuevo mundo musical. Mi hermana y yo compramos todos sus discos, desde su primera época, la de la Beatlemania, hasta su evolución a la psicodélica, incluida una rareza de su gira de Hamburgo, cuando aún iban de rockers con tupés y cuero negro.
Algunas de las canciones favoritas de mis hijos son suyas, y cuando hace un año me regalé The Beatles Anthology casi lloré al acabar el último DVD, la última foto fija, su final…
Hace hoy 40 años…
…
Por todo eso, me cuesta elegir la canción para poner música a este post… aunque me quedo con aquella extraña canción que me fascinó en cuanto la escuche por primera vez.