Publicado por Javier Serrano en La República Cultural:
http://www.larepublicacultural.es/article5452.html
Título original: The Cove, 2009
Director: Louie Psihoyos
Guión: Mark Monroe
Música: J. Ralph
Fotografía: Brook Aitken
Productora: Diamond Docs / Fish Films / Oceanic Preservation Society / Quickfire Films
País: Estados Unidos
Duración: 92’
Web oficial: http://www.thecovemovie.com/
http://www.takepart.com/cove
The Cove, la cala, recoge los esfuerzos del director Louie Psihoyos (ex fotógrafo de National Geographic) y de su equipo para intentar rodar la masacre anual de delfines (estimada en 23.000 ejemplares) a su paso por la localidad japonesa de Taiji, uniéndose así a la lucha del activista Richard O´Barry en defensa de los cetáceos. Como se aprecia en la película, el objetivo no será tarea fácil: la cala donde tiene lugar la degollina está fuertemente custodiada por guardias y agresivos pescadores, por lo que el director, al más puro estilo sensacionalista estadounidense, no duda en reclutar un equipo compuesto por diversos especialistas (como él mismo confiesa: “una especie de Ocean´s Eleven”), desde buceadores de apnea hasta surfistas, pasando por camarógrafos pertrechados con todo tipo de cámaras (cámaras-roca, cámaras-nido, una cámara en un pequeño helicóptero, cámara sub-acuática, cámara térmica) que intentará ejecutar un sofisticado plan casi militar para llegar hasta el epicentro de ese horror conradiano.La peripecia vital del activista Richard O´Barry no puede ser más extraña. Desde sus tiempos gloriosos como entrenador de los delfines protagonistas de la serie Flipper, serie en la que la sempiterna sonrisa de los inteligentes animales transmitía la sensación de la felicidad y la amistad eterna, hasta el descubrimiento del estrés ocasionado por el espacio cerrado y los ruidos, que provocaba en no pocos casos algo parecido a un “suicidio”. Es entonces cuando comienza la toma de conciencia (y el proceso de expiación del sentimiento de culpabilidad) de O´Barry, y se embarca en un proceso de defensa de los delfines que le llevará a cualquier lugar del mundo donde uno de estos cetáceos se halle recluido, y que, como es previsible, incluirá detenciones policiales y presiones de todo tipo.El documental muestra el modus operandi con que se perpetra la masacre, desde el momento inicial en que los barcos comienzan a producir ruidos que hacen huir a los despavoridos cetáceos en la dirección equivocada, hacia las costas de Taiji, hasta su posterior acorralamiento con redes, selección de los mejores ejemplares (esos que serán vendidos por cifras astronómicas a lejanos delfinarios donde los animales vivirán recluidos) y la ulterior aniquilación en un terrorífico baño de sangre de los cetáceos menos favorecidos. Todo esto en la pequeña localidad de Taiji, cuya vida gira en torno al cetáceo y en cuyos delfinarios uno puede asistir a un inofensivoespectáculo mientras se toma un poco de carne de delfín.La multipremiada The Cave denuncia la actitud hipócrita de la CBI (Comisión Ballenera Internacional), organismo internacional para el control de las capturas de ballenas, entidad que misteriosamente no protege a cetáceos como el delfín o la marsopa, y que no duda en comprar el voto de países pequeños para la consecución de sus fines.Otro foco de la denuncia de la cinta es el relativo a la presencia de mercurio en la carne de los delfines (esa carne que las autoridades de Taiji “amablemente” regalan a los niños y cuya ingesta desean que se extienda a todo el país). Los carnívoros de gran tamaño, como el delfín (o como el hombre mismo), están en lo más alto de la cadena trófica, en ese lugar donde el más grande se come al chico, y éste a su vez repite el proceso, por lo que el mercurio contenido en las diferentes especies va pasando de unas a otras, acumulando su efecto nocivo.Lo curioso es que en Japón, ese país que ingiere enormes cantidades de pescado, muy poca gente sabe (asegura el documental) que está comiendo carne de delfín, enmascarada probablemente bajo la etiqueta de carne de ballena, con una tasa muy alta de mercurio.Impactantes algunas imágenes, unas por lo salvaje de su contenido y otras por la desolación que transmiten, como ese plano final de O´Barry con un monitor colgado en su pecho mostrando al mundo las imágenes de la escabechina.