TIC Y TAC
A mis amigas cuentacuentos Rirri, Chely y Jacqueline.
«Considerando que la humanidad debe al niño lo mejor que puede darle.»
(Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos del Niño.)
De izquierda a derecha: Tic, Candela y Tac, ilustración de María Gabriela Díaz Gronlier.
«CHSS, HAGAMOS SILENCIO, QUE VA A COMENZAR LA REPRESENTACIÓN.»
—¡Oh! —exclamó Tic.
—¡Ah! —gritó Tac.
—¡Vaya…! —dijeron, al unísono, los dos ratones hijos del relojero de los bosques mágicos Aá.
—¡Se nos ha caído el libro! ¡Y es un libro… indispensable! —angustiado, por la pérdida, Tic no paraba de llorar.
—Te dije que debíamos atarlo a una de nuestras colas, pero ya no vale el lamentarnos. Tendremos que deshacer lo andado hasta dar, nuevamente, con el libro extraviado —respondió Tac y, cogiendo una ramita, se puso a trazar en la tierra un mapa—. Debemos llegar a la inmensa llanura y, desde allí, bordear el río de potentes brazos; pero, si cogemos por aquí, que es la ruta más corta, en dos días estaremos en los bosques inabarcables. Y, desde allí… —Tic lo interrumpió:
—Recuerda, Tac, que quedamos en entregar a los niños el libro esta tarde, pues la lectura en el teatro tendrá lugar mañana y aún no hemos ensayado.
—Si hubiésemos aprovechado los descansos para memorizar el texto algo habríamos avanzado, pero buscábamos el lugar más escondido y, zzz zzz, dormíamos y, norrr norrr, roncábamos —el desánimo de Tac se mostraba en su colita, que parecía más pequeñita.
—Bueno, hermano, no siempre las cosas salen como uno las había planeado; además, si no descansamos, no rendimos. ¿Recuerdas la nana que mamá nos cantaba? Decía así: «Duérmete, Coco / que viene el niño / que lleva a los Cocos / que duermen poco.» —cantó Tic, y rio.
—Es verdad, Tic; de no haber descansado no habríamos podido llegar hasta aquí. Todos tendremos que adaptarnos para sortear este imprevisto. Lo importante ahora es rescatar lo que hemos perdido y hacerlo antes de que los zorros den con él y lo destruyan. Hermano —dijo el ratón—, una sonrisa ayuda a enfrentar los conflictos.
Y así fue cómo Tic y Tac decidieron emprender el camino de regreso a la ciudadela, protegida por murallas, almenas y torreones, donde vivía el sabio que les había dado la misión de acercar el libro a los niños.
—Tic, tus patas son más largas. Ve tu delante.
—Tac, tu olfato es más agudo. Ve tú delante —se iniciaba una pequeña discusión y cuando esto sucede, muchachos, la buena voluntad que mueve montañas… desaparece.
—No, tú. —No, tú mejor… —así estaban cuando una vocecilla salió de entre los setos:
—¡Ñam, ñam, ñam!, qué hambre tengo. ¡Me zamparía un ratón!
—¿Quién anda ahí? —asustados, y girando sobre sí mismos, preguntaron Tic y Tac.
—Soy el gato Misifuz y llevo días soñando con una apetitosa tortilla de… ¡morrito de roedor! —dijo, muy satisfecho, el desconocido.
—¡Oh!, no. Esto nos pasa por ponernos a discutir, en vez de salir pitando a resolver el problema que se nos ha presentado —se quejó Tic, mientras los yerbajos de donde había salido la voz se movían sin cesar.
—¡Vaya contratiempo tan espinoso! —exclamó Tac, temblando de miedo.
—Misifuz, tenemos una misión importante que cumplir. Los niños, tus amigos, nos necesitan. Puedes sumarte a nosotros, pues no hay tiempo que perder y la noche se nos echa encima; por favor, deja tu hambre a un lado —rogó Tic.
—Mira… —sugirió Tac—, cuando hayamos cumplido la misión te invitaremos a comer a El gato tuerto, ya sabes que allí los menús vegetarianos son preparados con especias que dan el sabor que el cliente ha seleccionado. Tú puedes pedir… ¡guindillas de ratón!
—¿Qué tipo de encargo es ese? —quiso saber quien se ocultaba tras los matojos, sin hacer caso del convite ofrecido.
—El sabio de Ávila nos entregó un ejemplar de valor incalculable —informó Tac— y, con tanto correteo, pues nos comprometimos a entregarlo hoy mismo, se nos ha caído por el camino. ¡Y lo hemos perdido!
—¿Es una edición lujosa, de tapas de cuero, lomos dibujados y letras repujadas en oro?
—No, es una edición muy humilde —contestaron, algo desconcertados por la pregunta, Tic y Tac.
—¡Bah, entonces no me interesa! ¿Qué valor puede tener un librillo sin encanto?
—Es que… ¡el valor no está en su exterior, el valor está en lo que dice! —comentó Tac—. No juzgues por las apariencias, Misifuz, o te llevarás feas sorpresas.
—Bien, entonces, ¿me cuentan, de una vez, por qué ese título perdido es tan peculiar?
—Ya te lo hemos dicho, gato. ¡Es por su contenido! —y, mirando al macizo de donde salía la vocecilla, Tic, pidió—: ¿Por qué no sales de tu escondite y te explicamos la historia por el camino?
—¡Uy, pero…, ¿no nos comerás, verdad? —Tac no las tenía todas consigo, en su imaginación había convertido al gato en un lobo con el estómago del tamaño de la ballena de Pinocho.
—No salgo hasta saber de qué va este asunto tan intrigante y por qué el encargo se les ha hecho a ustedes —y dejó escapar un eructo hambriento que puso en guardia a los ratones.
—Bueno, es que está escrito en idioma ratonil —expresó Tic.
—Y nos han confiado la tarea de traducirlo al idioma infantil.
—Lo que dicen tiene sentido y suena muy bien. Pero, antes de pactar un acuerdo con ustedes, díganme, ¿cuál es el argumento, la trama, la historia del cuento?
—¡Oh, ¡no se trata de un cuento! —exclamaron los dos hermanos—. Es el libro que permitirá que hagamos un mundo mejor. ¡Es el libro que recoge los derechos y los deberes de los niños!
Y, ¡zas!, las zarzas dieron paso a una ardilla que tenía entre sus manos un objeto que apretaba junto a su corazón: —Entonces, ¿qué hacemos aquí? ¡Hay que llegar a la meta! No sé a qué viene tanto perder el tiempo.
—Pero…, ¿tú no eras Misifuz, el insaciable comedor de ratones? —preguntó, asombrado y aliviado, Tac.
—No, yo soy la ardilla Candela. Iba buscando castañas, porque ahora los árboles están cargados de frutos, cuando tropecé con esto —y, enseñando lo que llevaba protegido en su pecho, continuó—: Enseguida comprendí el alcance de la encomienda, pero tenía que asegurarme de que ustedes eran los verdaderos portadores de este tesoro —y, mirando hacia un lado y hacia el otro, afirmó—: ¡Hay muchos zorros por aquí!
—¡A la de una, a la de dos, a la de tres: corramos! —gritaron los tres y en un pispás llegaron a la escuela de los bosques mágicos de Aá, donde los niños, ansiosos, esperaban la función.
(El escenario se ilumina y en él aparecen, vestidos con trajes brillantes, Tic, Tac y Candela. Cada uno se dirigirá al proscenio para presentarse y cada uno será enfocado con una luz de color diferente. Se les ha asignado la tarea de leer los enunciados que garantizan los derechos de los niños, derechos que van acompañados de deberes. La función se montará como una música coral, ya que el texto es una unidad; de ahí la necesidad de que los intérpretes tengan distintos timbres de voz —las voces se alternarán—. Pone fin al espectáculo el Sabio de Ávila.)
LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS NIÑOS
TIC
Tenemos el derecho de ser felices.
TAC
Y el deber de hacer felices a los demás.
CANDELA
Nadie puede maltratarnos por la raza o el color de nuestra piel.
TIC
Debemos respetar a todas las personas, independientemente de su color o de su origen.
TAC
Tenemos el derecho de no pasar hambre.
CANDELA
Y el deber de comer de todo y saber compartir con los demás.
TIC
Poseemos el derecho de tener un nombre, un país y una lengua.
TAC
Y el deber de respetar todos los nombres y las lenguas del mundo.
CANDELA
Nadie tiene el derecho a esclavizarnos.
TIC
Y nosotros tenemos el deber de no ser crueles con los demás.
TAC
Tenemos el derecho a crecer en un lugar saludable.
CANDELA
Y el deber de conservarlo limpio para los que vengan después.
TIC
Tenemos el derecho a vivir con nuestros padres.
TAC
Y el deber de respetarlos y quererlos.
CANDELA
Tenemos el derecho de ir a la escuela y escoger la que más nos gusta.
TIC
Y el deber de estudiar y de respetar a todos los que van.
TAC
Tenemos el derecho de recibir atención médica y socorro.
CANDELA
Y el deber de ayudar a la gente, sobre todo a los ancianos.
TIC
Tenemos el derecho de divertirnos.
TAC
Y el deber de alegrar la vida a aquellos que nos rodean.
CANDELA
Nadie puede ser marginado por sus problemas físicos ni psíquicos.
TIC
Tenemos el deber de aceptar, ayudar y no maltratar a aquellas personas que los tengan.
TAC
Tenemos el derecho a vivir en paz.
CANDELA
Y el deber de solucionar los problemas sin pelearnos.
TIC
Las niñas no tienen menos derechos que los niños.
TAC
Y los niños no tienen menos derechos que las niñas.
CANDELA
Tenemos el derecho a crecer en un lugar saludable.
TIC
Y el deber de conservarlo limpio para los que vengan después.
TAC
Tenemos el derecho de disfrutar de las mismas oportunidades.
CANDELA
Y el deber de aprovecharlas.
EL SABIO DE ÁVILA
Los enunciados de los derechos y deberes de los niños fueron redactados por Josep-Francesc Delgado para el libro, publicado por la editorial Edebé, Los derechos y deberes de los niños. La narración de ficción, que presenta este texto, es obra de María Gabriela Díaz Gronlier.
(Al final de la representación, Tic, Tac y Candela pedirán al público infantil que se incorpore al escenario y, cogidos de la mano, danzarán en tres círculos, uno por cada actor. El libro estará depositado en un atril alto y enfocado con una luz dorada. Todos interpretarán esta canción: «Dame la mano y danzaremos, / Dame la mano y me amarás, / como una sola flor seremos, / como una flor y nada más…»).
ENLACES RELACIONADOS
¿Para qué sirve la lluvia? (María Gabriela Díaz Gronlier).
Imaginación. Un poema para un pequeño lector.
Azabache y el hueso de jamón. Historieta de enredos.
Una niña me entrevista (Daniella).
La abuela.
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