Como si nos creyéramos amos en el manejo del tiempo, dejamos en ocasiones, que se nos escape, dilatando y dilatando. Pensando, imaginando, sopesando. Mientras tanto la cobardía crece y la distancia se alarga.
Perdemos tiempo desaprovechando nuestro tiempo, sin darnos cuenta que no nos será devuelto.
Descuidamos el no escucharnos. Cuando las cuestas asoman, simplemente bordeamos, excusamos, adornamos…Divagamos. Malgastamos el poder del cambio
Pongo en mis manos la osadía de manejar mi tiempo…y… ¡bailo!
Si el tiempo que gasto en “mirarte”
lo invirtiera en acariciarte,
quizá la tristeza sería alegría