Prefiero no robarle las sentencias firmes a éste destino tan amable, que nos quita todas las responsabilidades y sólo las convierte en presuntas incógnitas y en conclusiones seguidas de punto y final.
Y al término del punto sólo quedan un par de sonrisas y todo un étcetera que ayer vestía de ilusión y de rojo amapola; querido septiembre, triste es sonreír con pretéritos perfetos, y mojarse las pestañas con el tic tac del reloj.
Me se todos los monólogos de la objetividad y del relativismo, la gracia está en seguir encontrádole ese humor a la vida.