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Tiempos pandémicos de zozobra
Publicado el 27 octubre 2021 por Lalomonsalve
TIEMPOS PANDÉMICOS DE ZOZOBRA(por El Chico del Niki Rojo)Pronto se cumplirán dos años desde que se tuvo noticia de los primeros casos de infección por el virus SARS-CoV2, denominado como "coronavirus", causante de la enfermedad Covid-19.Desde mi particular atalaya he podido asistir, como los demás, a una especie de serie cinematográfica de terror, con un montón de capítulos diferentes, en los que se han puesto de manifiesto a raudales la ignorancia, el miedo, la valentía, la desobediencia, el cinismo, la confrontación, el incivismo, la insolidaridad, la avaricia y muchos aspectos más de la condición humana.Al principio, se pasó por alto la evidencia de que estamos en un mundo globalizado en el que los movimientos de personas entre distintos países se suceden sin cesar. Como siempre ocurre en los casos de alerta, las autoridades trataron de tranquilizar a la población haciendo cábalas sobre el escaso alcance de los contagios. Primer error grave. Cuando la situación se fue complicando, se hizo necesario buscar culpables. Pangolines, murciélagos o chinos manipuladores de muestras de laboratorio. A estas alturas, no se conoce a ciencia cierta el origen de los primeros contagios.El miedo comenzó a imperar por todas partes y, ante la amenaza de un posible confinamiento, las gentes comenzaron a acaparar bienes de supuesta primera necesidad, como el papel higiénico. Aún hoy los psicólogos estudian por qué se acabaron las existencias de papel higiénico en los lineales de los supermercados. Pero no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que los ciudadanos estaban literalmente "cagados" y no se iban a limpiar sus profusas deyecciones con la mano. Por si eso no fuese suficiente, también escasearon los guantes y los geles hidro-alcohólicos.Llegó un momento de angustia tal, con miles y miles de muertes, desbordamiento de UCIs y morgues y escasez de equipos de protección individual para los sanitarios y el resto de los supervivientes, que el país tuvo que ser confinado y el Estado de Alarma se prolongó durante 98 días. En ese período sucedió de todo. Muchos vieron un negocio perfecto la adquisición de mascarillas y otros EPIs de dudosa procedencia y homologación. El mercado de determinados productos sanitarios se volvió loco. El pueblo, aterrorizado, se atrincheró masivamente en sus domicilios, haciendo kilómetros de "footing" en pasillos, salones y terrazas, mientras algunos se saltaban "a la torera" las instrucciones, otros compraron perros para pasear de manera justificada por las calles y los que no, ataban un collar al cuello de una gallina o salían sin mascarilla a correr, sí estos mismos valientes deportistas ("¡cómo voy a coger yo el virus, con lo fuerte que soy!) que, al cabo de unos días, eran carne de UCI y tuvieron que permanecer meses boca abajo con un tubo metido por la boca y otro por el trasero.La mayoría de la ciudadanía no tuvo reparos en reconocer la labor del personal sanitario, que soportaba el temporal como buenamente podía. Pero muchos otros se mostraron descontentos con la acción de gobierno y las ovaciones de las 20 horas eran seguidas por las caceroladas de las 21. Sí, éstos eran los mismos que, cuando aparecieron las primeras vacunas, hacían fila los primeros, a codazos, en las tremendas aglomeraciones que se produjeron en los correspondientes centros de vacunación. En una sintonía similar, el primer partido de la oposición no hizo, y lo sigue haciendo, más que poner palos en las ruedas en lugar de colaborar, de la mejor manera posible, a paliar la calamitosa situación imperante. El cinismo se abrió paso de manera descarada en nuestra sociedad, con manifestaciones en contra del Gobierno un día sí y otro también.Se anunciaron fuertes sanciones para los incumplidores de las normas del Estado de Alarma, pero algunos se encargaron de llevarlas a los tribunales, de manera que, al final, ningún infractor va a pagar efectivamente un solo euro. Las sucesivas variantes del coronavirus amenazaban con terminar con el alfabeto griego, pero hay que reconocer que, frente al desconcierto científico inicial, parece que las vacunas han tenido un efecto positivo, aunque nadie pueda asegurar su eficacia definitiva. Menos mal que un culebrón como este sólo suele darse una vez cada cien años que, si no, apañados estaríamos.