Hace unos meses, María, del blog Dr Livinghome, nos comentó a varias amigas blogueras, que en el número 57 de la calle Atocha, existía una ferretería antigua que merecía mucho la pena visitar. Además de encontrar todo lo que puedas necesitar de ferretería nos comentaba que "Me da la impresión de que en esta ferretería no han renovado stock desde que la abrieron, tienen pomos y herrajes preciosos para muebles que no hay en otros sitios y además, la tienda es un puntazo".
Con estas referencias, tenía que ir a la tienda, aunque solo fuera a curiosear un poco y efectivamente, constaté que la tienda en cuestión era especial. La fachada ya llama la atención, con un cartel enorme escrito con una preciosa tipografía, que tan solo dice "Ferretería", sin más, aunque indagando (me he convertido en toda una Jessica Flecher para documentar este post), me he enterado que en realidad se llama "Ferretería García", data del año 1888, fue construida sobre un antiguo convento y fue fundada por Esteban García Ochandatary, hijo de agricultores acomodados de La Rioja, que decidió probar suerte y desplazarse a Madrid para montar una tienda de ferretería, algo muy novedoso en la época.
La ferretería se hizo muy famosa en Madrid porque se publicitaba como "la mejor y la más surtida de Madrid" y era conocida por sus artículos, importados de Inglaterra y Alemania.
Actualmente está regentada por María Luisa García del Río (bisnieta del fundador) que nos contaba el día que fuimos a visitar la ferretería, que ella no iba para ferretera, quería estudiar una carrera pero "He mamado la ferretería desde que nací y al ser un negocio familiar, me tocó a mí quedarme con la tienda, aunque le estoy muy agradecida a la vida, porque la escuela que te da un mostrador, no te lo da ninguna universidad, os lo aseguro".
María Luisa que es la que atiende tras el mostrador y que por su peculiar forma de ser, ya hace que la tienda sea un autentico puntazo (no hay nada del mundo de la ferretería que se le escape) no es ninguna adolescente, pero sigue al pie del cañón, sorteando esta maldita crisis que tiene a este país asfixiado y que ha conseguido que muchos comercios pequeños cierren sus puertas. Se resiste a cerrar pero asegura que "Hacienda va a conseguir que tenga que hacerlo" y lo dice lamentándose porque como comentaba "esta tienda es mi vida".
Otro de los atractivos que hacen que la tienda sea muy pintoresca, es la decoración que tiene, que se conserva desde sus primeros tiempos. Me resultó curioso ver ese enorme mostrador de roble en forma de "U", con la madera desgastada por el paso del tiempo, a saber la de alcayatas, tornillos, arandelas... que habrán pasado por él. El mostrador está flanqueado en la zona central, por dos enormes columnas de finales del siglo XIX y también conserva la zona de "Caja" original, con su mampara de cristal y sus letras pintadas a mano. La registradora no es precisamente de la era digital y todavía sigue cumpliendo sus funciones.
Las paredes de la tienda están "paneladas" con estanterías de madera de roble, todas ellas cerradas con una puerta y están decoradas con antiguos objetos, enseres de ferretería y alguna que otra curiosidad.
Además, me hizo mucha gracia conocer al que es sin duda "el rey de la casa", un perrito yorkshire, que estaba sentado en un trono de bambú, más majo que las pesetas, obediente, educado y muy cortés, posó también para mi cámara, como podréis ver ahora en el reportaje que hice de la tienda.
Y aquí, Rosa de "Vintage home style", Olga de "Inventando baldosas amarillas" y Patricia de "Decoración Patri Blanco", con las que fui a investigar un poco sobre la tienda.