Revista Literatura

Tienes un problema

Publicado el 11 octubre 2010 por Tiburciosamsa

Jordi había llegado a Phuket en viaje de luna de miel. Dos días después de haber aterrizado ya le había puesto cuernos a su flamante esposa y había decidido que se divorciaba y se quedaba allí a vivir. Cogió sus ahorrillos y abrió un pequeño hostal que le daba para vivir razonablemente, gracias a una mezcla de buena gestión y mezquindad con sus clientes.

No está claro si Jordi era más malo que estúpido o más estúpido que malo. Sí que estaba claro que era un bocazas y un chulo. Una de sus frases favoritas, cuando a alguien le ocurría algún contratiempo, era: “Tienes un problema”. La frase, dicha por Jordi, implicaba muchas cosas: tú estás jodido y yo, no; yo, que no tengo un problema, soy más listo que tú, que no has sabido esquivarlo; ¿cuánto me darías para que te librara del problema?

La clientela del hostal de Jordi la componían básicamente turistas españoles. Jordi tenía la suerte de que Thailandia está tan lejos de España que su fama no se había difundido allí. Por otra parte, su hostal tenía un nombre tan común en Tailandia, “Sawatdee”, como impronunciable para los españoles, con lo que su fama de lugar a evitar no se había extendido como hubiera debido.

Aquella noche, uno de los huéspedes de Jordi, Vicent, se encontraba tomando la última copa en el bar de Ramón, un bilbaíno que alternaba la gestión del bar con el trabajo de Cónsul improvisado cada vez que un español se metía en problemas en la isla. De pronto sonó el teléfono de Vicent. Era Jordi.

- Tío, tienes un problema. Hay un coche de policía fuera. Te están buscando. La chica que te trajiste anoche al hostal era una menor. Te tengo que dejar. Los policías me están llamando.

Vicent se puso pálido. Se pasó la mano varias veces por la cara. “Joder, joder, joder. La tía que me tiré ayer era una menor”.

- ¿No puede ser un error?- preguntó Ramón, intentando calmarle.

- Jordi me ha llamado. La policía está buscándome… ¿Puedo pasar al cuarto de baño? Me he cagado.

Mientras Vicent se lavaba en el cuarto de baño, Ramón llamó a Jordi.

- Oye, Jordi, ¿no será una bromita de las tuyas? Lo digo porque voy a llamar a un capitán de la policía que vive en Phuket town y no le gustaría que le despertara a las dos de la mañana para nada.

- ¡Que no tío! Que va en serio. ¿Tú te crees que yo bromearía con esto? Ahí afuera está el coche de la policía. El Vicent tiene un problema.

Ramón seguía sin estar convencido. Un sexto sentido le decía que todo era una patraña. Pero no podía arriesgarse. Como fuese cierto, Vicent estaba de verdad jodido. Marcó el número del capitán Yot.

Vicent volvió del cuarto de baño. Estaba blanco. Tenía ojos de haber llorado. “Tranquilo. He llamado a un policía. Todo se va a arreglar.” Aunque ya había pasado la hora de cierre de los bares, le sirvió una copa.

Ramón sabía que recibiría dos llamadas, aunque no sabía cuál sería la primera. La primera fue la del capitán Yot. Fue muy breve. A los cinco minutos Jordi llamó.

- Tío, ¿qué tal está el Vicent? ¿A que se ha cagado encima? ¿A que sí? Si sois unos inocentes. Os lo creéis todo. Dile que era mentira, que no hay nadie esperándole, que puede volver al hostal. Perdona. Te tengo que dejar, están llamando a la puerta. ¡Qué raro!

- Espera un momento. El que está llamando a la puerta es un capitán de policía de Phuket town al que he levantado de la cama para que viniese a Patong a resolver el marrón de un español. Hace cinco minutos me llamó y está muy muy cabreado de que le hayan molestado para nada. ¡Ahora tú tienes un problema!


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