Tipos

Publicado el 11 abril 2015 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro
Sara se acaba de coger a un tipo, no importa el nombre, un tipo es la descripción exacta para como se siente. No sabe quien es, no le importa, ni siquiera le parece atractivo, pero se lo cogió. Se encierra en el baño, con un pucho en la boca que no logra quitarle el mal sabor. Espera que mágicamente el momento pase y que la mala decisión no empeore con el tipo queriendo una segunda vuelta. Vuelve a la cama y se acuesta, a pesar de algunos empujones no cede, se duerme.  Partir una vez más.  ¿Porque me tengo que coger a estos tipos? Ella lo sabe,muy en el fondo, es por Ezequiel. Pero ninguno es Pablo y ella va a seguir así, porque no le gusta admitir que no lo puede olvidar y que compara a cada uno con el, yo porque no decirlo, todos salen perdiendo.  ¿Tan genial es Manuel? Lo cierto es que no, es borracho, mentiroso y agraciado hasta ahí. Pero el enamoramiento, el éxito de una relación le sube el precio a cualquier cosa. Tal vez es la pereza de volver a presentar un novio, acomodarse, que se enteren de sus secretos, que la obliguen a usar tangas que no le quedan bien.  O tal vez la inseguridad mentirosa de no sentirse linda.  Poco a poco, tipo tras tipo, el amor se apaga pero la idea de vengarse del otro sube, aprovechando las guardias bajas que produce el tiempo, pero hay una problema, Sara no es cualquier mina: Es una buena mina.
Aburrida en un bar de la calle Reconquista donde los oficinistas juegan a ser divertidos, estira la cerveza. Una morocha le dispara desde una mesa contigua.
-¿Esperàs a alguien?
- Las dos sabemos que acá no hay nada, pero sí, espero.
-:Juntemos mesas a ver si tenemos más suerte.
-  Como quieras
- Trabajàs o estudias
- Estudio y mis papás son putamente ricos.
-así y todo estás sentada acá
- Tengo demasiada imaginación como para ser feliz.
-Yo con que levante la tapa del inodoro y sepa colgar la toalla soy feliz.
-Un mono podrìa ser la respuesta
-Mucho pelo
-¿ Hace mucho que buscas?
-El problema es que encuentro bastante
Dania se cepilla los dientes con Bicarbonato de Sodio. El café y el pucho dejan una marca amarilla casi indeleble, ella no se rinde, aunque teme más a los odontólogos que al qué dirán. Cuando sale del baño hay un chino atado en su cama. El chino tiene los ojos vendados, ella lo alimenta con café con leche a través de un gotero, le derrama un poco en las bolas para que su pastor alemán haga su trabajo.Hoy va a ser un día normal en la oficina, los que viven en las capitales parecen condenados a cubículos y dispenser de agua. Alguno le mirarà el culo por el espejo del ascensor, otro le contará algún chisme dudoso. A la salida va a los bares de Reconquista que es casi como seguir en la oficina. En el camino recibe un par de mensajes desesperados, uno de ellos es de su primer amor, ella aun lo quiere de algùn modo, de muchos otros no.

Al llegar a los bares ve a una rubiecita tímida, con los lunares en los lugares justos. Le pide de juntar las mesas y se introduce en su mundo, cuando la conversaciòn se va cayendo y como no soporta los silencios habla de cualquier cosa.
: Fui a  Europa una vez.
-Yo le tengo miedo a  los aviones, no entiendo como vuelan. Además no me gusta no tener el control.
-Probaste con alguna mujer.
-Hablan demasiado y ya te dije que no me gusta no tener el control.
-Ahì viene uno, el de camisa a cuadros.
-Parece que lo vistio la mama, eso puede ser lindo o triste.
-Como Forrest Gump.
-Como Tom Cruise.
Sara se aburre de esperar, ademàs sabe que mañana tiene que trabajar. La compañia de Dania le da la paz de saber que no va a terminar con cualquier tipo aunque tambien pueda terminar peor, pero a veces cuando estàs cerca del fondo, lo peor casi que te alegra. Pide una ronda para las dos.
-No me gustan las comedias románticas. Mienten mucho.
-Las de zombies tambien mienten.
-Todos sabemos que con una disculpa de ultimo momento no se salva una relación. Cuando todo empieza a ponerse interesante aparece la música y los besos.
-Igual con los años perdonas mejor.Yo perdone a todos aunque no se los dije.
.- Perdonas porque no tenes nada que perder. Cada día nos morimos un poquito y la muerte es el olvido.
-Listo, me deprimiste
-¿Tenès algo màs divertido que hacer?
-Sì, ¿queres que te muestre?
Las dos se fueron sin pagar. Caminaron por las calles bellas del centro de Buenos Aires, bellas de noche, bellas sin gente. El chino de Dania tenìa hambre, el pastor alemàn tambien. Sara apagò un cigarro en la tetilla del asiatico entendiendo la jugada.
-Tengo una idea que puede ser màs divertida, pero liberà a ese infeliz.
-No puede ser libre, no tiene nada, eso lo hace màs dependiente que nadie.
El chino fue echado a patadas. Las perversas abrieron la ventana por el olor, el pastor alemàn se fue con el chino. Sòlo quedaba esperar que suene el timbre con los invitados de la rubia, pero la espera se hizo larga. Miraron una pelìcula doblada hasta que se durmieron abrazadas. El primer sol de la mañana entro por la ventana abierta. Ambas sonrieron al ver que no habìa venido nadie, que no se sintieron mal por lo que hicieron la noche anterior. En el desayuno tuvieron la sensaciòn de que el destino les habìa dado una señal de esperanza y salieron a enfrentar el dìa.
Esa misma tarde se reencontraron en los barcitos de la calle Reconquista.
-Juntamos las mesas?
-No. No hay nada peor que la falsa esperanza.
-Casi todo es falso.

El chino, con el pastor aleman a cuestas, se sentò a la mesa de la morocha. Al rato, el tipo de camisa a cuadros hizo lo mismo con la rubia. Cuando la cerveza se termino cada pareja fue por su lado. Vaya uno a saber porque, muchos focos en las calles no andaban bien y todo se veìa borroso.