Titiriteros e IBEX
Los titiriteros abren el telón, un personaje de trapo armado con un palo de cartón vigila una muralla pintada. Por detrás se acerca un dragón sigiloso con la intención de comerse al centinela. Los niños gritan poniendo sobre aviso al centinela, que volviéndose rápidamente sorprende a ese dragón de verde desteñido que intenta comerle. Ni que decir que le brea a palos y el dragón aprendiendo la lección emprende la huida. Los niños ríen, gritan, disfrutan la obra de títeres como siempre se ha disfrutado.
Se abre el telón de España, los inversores sigilosos se acercan con su dinero para realizar operaciones que generan empleo, que generan riqueza. Los centinelas de trapo discuten entre ellos, todos quieren el palo de cartón, el testigo omnipresente de ser el líder de todos ellos. No han visto que el dragón de la inversión está cerca. Pero esta vez no gritan los niños, gritan los políticos de trapo que no se ponen de acuerdo, en quién debe llevar el palo más grande. En eso unos titiriteros kamikazes, sacan de nuevo la guerra del 36, las loas a ETA y los vítores para acabar con religión y estado. El Dragón se asusta y coge todo el dinero que puede para salir volando del país. El IBEX cae de forma desastrosa y todavía nadie tiene el palo de cartón, salvo los titiriteros del GORA y la libertad de expresión.
Pues verá el señor liberal y progresista, el horizonte del progreso se dibuja con las inyecciones de capital. Capital que ara la tierra, que compra tractores, pesticidas, vacunas, que permite la cosecha y su recolección. Al dragón del IBEX, le asustan los juegos de títeres, pues en la representación de los mismos siempre hay alguien mal parado. Dragones, vampiros, momias, brujas y de todos ellos se viste el poderoso dinero. Y mientras no pueda ser sustituido por las buenas obras, u otro sistema de ganarse la vida, trueque solidario o nuevo orden fuera de la banca, no nos queda otra que lidiar con el dinero.
Cuando cae el IBEX tu vida sigue igual, no ves que los ríos se tiñan de sangre, no ves que el pan cueste más caro, no sube ni un ápice de céntimo tu salario. Y ese es el problema, si el dinero vale menos, tu tiempo lo vale igual. Seguirás cobrando lo mismo, que con en el tiempo es cada año menos. Menos empresas extranjeras, menos oportunidades llegarán a tú ciudad, a la mía, y así todo se va degradando.
Y no es baladí lo que hablamos. Por mucha plataforma de liberar a los titiriteros que se están creando en en las redes sociales, estamos hablando de otra cosa. La libertad de expresión termina cuando hay víctimas sin justicia y esto es casi siempre. Hacer una obra de títeres hablando de campos de concentración es justificable siempre cuando su historia nos enseñe, pero hacerla gaseando a un ser humano en pos de una ideología es otra cosa.
Querer ahorcar a una monja sobrepasa los límites, aunque la monja sea de trapo las ideas en mentes no cultivadas, (véase la de los niños) es peligroso. Colgar jueces de trapo a ojos del Dragón de IBEX es igual de peligroso, pues el dinero quiere mansos parajes en los que pastar. Y si se menciona que se quiere ahorcar a la autoridad que les protege, a su guardián, entonces recoge los bártulos que nos vamos.
Se puede defender un Euskadi libre, una idea marxista, un grito de libertad. Pero como dijo una vez un héroe anarquista “Se puede morir por las ideas, matar nunca”. Y añado matar ni en sueños, ni siquiera en pos de la libertad de expresión. La sombra de la soga asusta, aunque sea de juguete. Pero lo más preocupante en sí no son los titiriteros detenidos, ni los políticos de trapo, ni nosotros los espectadores que mansos contemplamos el espectáculo. Lo preocupante es saber ¿quién ha creado esta obra, quién la dirige, de quién son esas manos negras que todo lo mueven? A lo mejor de tanto mirar el guiñol, nos hemos olvidado de todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Quién maneja los hilos