Hoy he estado a punto de soltarle una palabrota a B. Me pegó varias veces con la cabeza, por accidente, en lo que se movía como cachorro pulgoso en la cama, a la supuesta-hora-de-dormir. Ya otras noches se había agotado mi paciencia antes de que le llegara el sueño, pero nunca me había molestado con ella. Ahora sí porque me dolió. Y la verdad es que no es justo:
Ella dio signos claros de que tenía sueño pasadas las ocho de la noche, pero como a mí se me hizo tarde en tener la cena lista, no la acosté a su hora; ya había comido dos mangos, así que podía considerarla cenada, pero yo quería que comiera pasta y luego quise que me dejara cenar. Podía pasar que al llevarla a la cama cayera rendida, o que se le hubiera espantado el sueño. Pasó lo segundo.
Tan fastidiada me sentí, que la traje al corralito y me puse a buscar el método Estivill en ese momento. Mi idea era, siguiendo el consejo de Matt, aprovechar lo que pudiera adecuarse a nosotras. No leí sus libros, pero leí varios de los resúmenes de sus consejos, asegurándome de no hacerlo desde la visión de alguno de sus detractores. Ya los conocía, pero en definitiva son otra cosa cuando se leen con una niña de un año bien despierta a la hora en que una no puede más. Sigue dándome repelús, pero algo bueno saqué de estas lecturas. Puede parecer muy básico, pero a mí me hace mucha falta asimilarlo:
Yo estoy a cargo. Debo y puedo implementar lo que me parezca conveniente, con toda seguridad. Obviamente, las necesidades de la bebé están en el centro de mi atención; pero ella no va a definir qué se hace y qué se deja de hacer.
O sea: Yo estoy a cargo. [Repetirlo 500 veces o hasta que entre al tuétano.]
De lo anterior se desprende algo que llevo más de un año tratando de implementar (considérese que tardé meses en conseguir usar siempre biberones limpios):
Uno de mis encargos más importantes es poner orden: regularizar. Los niños se benefician de las rutinas adecuadas a sus ritmos: hábitos que permiten a sus organismos acostumbrarse a "lo que toca"... incluyendo que "toca dormir". Así que no debe ser común que, como hoy, se me haga tarde para darle de cenar. Y necesitamos ir bajando el nivel de actividad cuando llega la tarde (nuestro ritual para dormir se convierte en pijamada).
Y bueno: a partir de la búsqueda inicial del método Estivill, encontré varios artículos con consejos prácticos. No me atrevo a recomendar ninguno, porque en las lecturas preliminares a todos les encuentro algo a lo que le pongo tache, pero ya contaré qué funcionó... porque algo funcionará.
Silvia Parque