Las primeras veces que vi la cara de mi hija, pensé que era extraordinariamente bonita. No es como para andarlo diciendo, porque la verdad, ¿qué tan bonito puede verse un feto en la imagen que puede lograr un ultrasonido? Pero eso me pareció. Nada menos. Hoy que la he visto de todo a todo, a colores, en tercera dimensión, no dejo de pensar que está chula, pero eso ha sido desbancado de mi atención. Estoy impactada por lo perfecta que es, digamos, "estructuralmente". Corazón, pulmones, columna vertebral. Sus genitales formados. Sus pequeños deditos. No es que lo haya dudado alguna vez, pero no podría ser obra mía ni de su padre.
Silvia Parque