Blusas rotas van remando cabizbajas, el arrullo del Olimpo trae guitarras,
el mar desborda los rio y las penumbras los abrazan tras el paso de una
balsa trasnochada, que avanza hasta el mañana esperanzada de ver la
claridad tras la vía láctea. Las olas traen rabia entre cortadas, pero en proa
ya presagian tierra y plantas; se escuchan vivas y se cantan muchachadas.
Agua dulce y piel salada, solitaria oscuridad en la desgracia. Tierna y
ardua gira al sol la madrugada, la distancia emancipada olvida en calma,
repentina choca el ancla contra una trampa; y todas ellas se encallan en
una playa lejana, pues el sueño que buscaban llegó al alba. Se dan las
gracias con ganas, miran atrás, callan; y se refrescan en la orilla sofocadas.
Entronizando el verde azul de la mañana, por algún Edén pleno de magia.
Los sentimientos más lindos se me escapan, los más bonitos deseos y las
cuentas tras castigos pernoctadas. La pasión, la inteligencia y la metralla; y
la gracia, pues cuando traen sobra tanta. A las malas y las buenas que hay
de Damas, van mis letras, estas mismas, dedicadas. Pues en las malas y en
las buenas, todas ellas me respaldan la palabra; inclusive si es abstracta.
¡Y todas ellas me encantan, las amigas, enemigas y añoradas cortesanas!
Sabia mujer que eres sabia, no te atrases, adelanta. No hagas del mundo
que haces, solo el mejor que te plazca. Tienta siempre calculada la
mecánica; y mejórala, apuntalando la razón equivocada. Y duda plagias
que te nutran con lágrimas amargas, pues las tuyas valen más que las
de plata en prendas raras. Y aúna espadas, cual corazón de una patria.
Dulce mujer temeraria, predicación rebuscada, caderas, torso, manzana,
Venus de almíbar y guiñadas; sufrimientos que hace siglos se derraman,
e inspiración que hace falta a la nostalgia. ¡No te detengas; reclama! Va
por tu estampa y vuelve con ella abrazada entre carne y sabanas. Y dite
que al amor ya dada, la muerte despediste errática, dejándola preñada.
¡Pero no te calles, habla; pues el silencio otorga y mata!
Cruenta mujer legendaria, pico en las plumas, garra de águila, pistola
armada y voz volcánica y autoritaria. ¡No te confundas; cambia! No
formes bulla por las plazas, pues los celos y los juegos cortan caras. No
te digas que eres Bárbara, la Vampiresa de las musas trágicas. Y vuelve
al mundo de los suelos, donde a los buenos les regalan una estatua…
Y hasta el anónimo paga, si lo delatan por paria. Pero a la gloria también
lo alzan, cuando lucha porque el mundo mejor valla; y nunca engaña.
Sangre de sangre sangrada, florecida rosa roja con la corola excitada,
pétalos de cuero color malva y tez de Hada. Pestañas largas, dedos y
uñas masticadas por las ansias. Venas del pueblo y diapasón de lo que
pasa, dite que sin ti, todo cambiará; y bate alas. Ya que no existirá especie
humana, ni animal, ni extraterrestre, ni parasita; si tú no eres respetada.
Y por todas ellas que también son necesarias; exaltada e idolatrada. Y
amada como se ama; ¡para que cuando la vida parta queden trazas!
Picture by Ariel Arias
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