Sobre la mesa una jarra con alelíes,lirios, y verbenas, y el aroma lúcido del clavo de olor y del romero. Por las ventanas entran también, a oleadas, más aromas del jardín, morados todos, pero de tantos matices. La noche se esparce morena y dulce, sobre las zarzas y las granadillas
Frente a la tarde larga, el alma es la memoria. Qué confuso es el aire del ayer. Qué desolador y cómo pesa. Busco un recuerdo para deshacerme de el, pero no encuentro. Nada ha cambiado, pero el amor no está, y no está el hombre.
Ya no hay pan, ni vino, ni hambre. Y como siempre, todoel amor llevala carga de las ánimasque suben en la hora más azulpor la cuesta escarpadade las madrugadas.