El gato espera. No percibe la presencia que busca. Alguien, que se encuentra en el bar, sale. Deja al lado del animal carne de jamón del diablo y regresa a su aguardiente de caña. El gato agacha la cabeza y se pone a comer. Un cartel pegado en el cristal de la ventana, donde el gato se relame, informa: el carretillero Don Corojo del Tallo Fino ha muerto. Al lado del nombre del difunto, patrón del micho, un lazo negro acompaña unas letras mayúsculas: DEP.
-¡Tranque! -grita uno en la taberna.
Un perdedor carraspea incómodo y ordena: -¡Reparte!
El gato se lanza desde el bordillo a la acera. Marcha.
-Evaristo, sirve otra ronda, pero que no sea Galeón -pide el repartidor de fichas. Todos ríen. Comienza una nueva partida de dominó.