Y como todo el mundo tiene culo y opinión para todo, pues usan su culo para lo que les da la gana y hacen pública su opinión cómo, donde y cuando les da la gana. El problema es que la desinformación, la información sesgada o manipulada lleva a conclusiones erróneas. A veces solo porque se desconoce de lo que se habla y otras simplemente por mala fe.
En un bar cualquiera, en una red social cualquiera, en una tele cualquiera:
—"Por la misma regla de tres que quieren aplicar los taxistas, que limiten el número de clínicas veterinarias, de dentistas, de abogados, de ingenieros... Etc. Se llama ley de la oferta y la demanda. Menuda soplapollez lo de los taxistas"Cuando la información alcanza la calidad que tiene en nuestro país —con la huelga de los taxistas ha batido récords—, en la tele, en la calle, en las redes sociales se producen opiniones como la de arriba. Comprensible, pues hay una gran parte de poderes políticos, mediáticos y económicos —a veces parecen ser los mismos— interesados en que nadie se entere de nada, que todos mamemos de su manipulación y llevarse la opinión pública a su redil.
La regla de tres que quiere aplicar el del comentario es errónea. El taxi se está comiendo las soplapolleces de otros, las ocurrencias de otros, las ilegalidades de otros. Ese es su cabreo, ahí hay que buscar la regla de tres. A ver si encontramos la regla de tres correcta y soy capaz de explicarla brevemente y sin que nadie se duerma.Ya que el comentario —rescatado de una red social— habla de clínicas veterinarias y soplapolleces, vamos a imaginar que tienes una clínica veterinaria, por ejemplo. Imaginemos que este tipo de clínicas, por lo que sea, el estado las considera un sector estratégico y como tal las regula fuertemente para mantener el control del mercado y la calidad del servicio; y además lo hace de manera que no le cuesta un duro al erario público. Regula el sector hasta el punto de fijar precios, número de operadores, define espacios, utillaje, horarios... Todo. Solo deja en manos privadas la explotación —ingresos y gastos inherentes a toda actividad económica, más los gastos que generan las muchas exigencias de la fuerte regulación pública; que no son pocos—. Imagina que mañana en Silicon Valley uno de sus cerebritos dice que con una aplicación para el móvil —de esas que te dicen lo guapo que eres y le venden tus datos al mejor postor— se puede mejorar y abaratar el servicio (dice). Y decide que como el sector está fuertemente regulado y ellos necesitan que se liberalice para meter la patita, les va a dar su aplicación a las tiendas de mascotas —totalmente liberadas y con una regulación laxa— para que hagan lo mismo que tu haces y, sin comerlo ni beberlo, llevarse la mejor parte del pastel a su sede en un paraíso fiscal. No es legal. El trabajo de las tiendas de mascotas es otro. Pero el cerebrito tiene la pasta de su parte, la prensa y a losmillennials. Además corre por sus venas la filosofía ultra liberal dominante que mantiene patas arriba la economía mundial.
Con su carita de niño bueno, con el chantaje de que se trata de innovación, de no poner puertas al campo y a la competencia, y aprovechando vacíos legales que el gobierno de turno deja (no sé si apropósito o por sopla...) consiguen poner contra las cuerdas tu clínica y al gobierno. El gobierno no se siente con fuerzas para parar el disparate y tampoco quiere soltar la regulación para que tú puedas poner una tienda en lugar de la clínica vigilada que tienes. Además el Estado perdería el control de un mercado que sigue considerando estratégico y que no sabe donde nos llevaría su apertura. Claro, cuando tú te ves contra las cuerdas porque estas pagando platos que están rompiendo otros, porque aquí nadie hace lo que le toca, lo que es de ley; cuando te ves acorralado por la regulación y la competencia desleal, pues te cabreas y sales a la calle con todo lo que tienes. Esa es la regla de tres.
Imagina que tienes un taxi...