Revista Literatura

Todo está inventado

Publicado el 14 octubre 2010 por B

Todo está inventado Haddock, Tintín y Milú en MoulinsartTodo está inventado El castillo de Cheverny, en Loira
El encanto de la ficción reside, en muchas ocasiones, en que todo tiene una base real. Si hace muchas entradas se explicaba que en el mundo de los superhéroes manda más la física que los poderes sobrenaturales, en la literatura, los cómics y los cuentos, mucho de lo que ocurre está basado en hechos reales. Por ejemplo, el castillo de Moulinsart, situado probablemente en la región de Valonia (Bélgica), y en el que Tintín parece vivir a partir de El secreto del unicornio, está inspirado en el Castillo de Cheverny (s. XIII), en la región del Loira, Francia. Hergé adaptó el castillo al cómic quitándole las dos alas exteriores y atribuyendo la mansión a un antepasado del Capitán Haddock. Cheverny, que no es tan espectacular ni tan famoso como Chenonceau, Chambord o Blois, ha sabido hacerles la competencia con una jauría de noventa perros de caza, una aventura interactiva de misterio, y la opción de poder comprar el volumen de Tintín en el país de los soviets, primera aventura del periodista, y el único volumen que no fue adaptado a color tras la reedición de los demás (junto con las viñetas de Tintín y el Arte-Alfa, inconcluso y publicado tras la muerte de Hergé). Tanto protagonismo alcanzó Moulinsart que el vigésimo primer tomo de Tintín, Las joyas de la Castafiore, sólo ocurre en el castillo, convirtiéndose en la única aventura en la que no hay viaje, no hay sorprendentes revelaciones y ni siquiera un verdadero villano tras la última página.En realidad, no sólo es Hergé el que copia monumentos. J.K. Rowling se basó en el colegio privado Herriots de Escocia para construir la escuela Hogwarts del omnipresente niño Potter y el comedor de una de las facultades más grandes de Oxford, Christ Church College, se reprodujo en los estudios para crear el Gran Comedor. Aunque la mejor adaptación sería la del cuento de Blancanieves de los hermanos Grimm. María Sofía Margarita Catalina Von Ertha fue una condesa alemana del siglo XVIII con una infancia desgraciada; su madre murió cuando era pequeña y además quedó ciega tras una varicela, aunque no le impidió el trato amable con los aldeanos, que fueron los encargados de propagar la belleza y bondad de una princesa que nunca consiguió llevarse bien con la segunda mujer de su padre, Claudia Isabel Von Reichenstein. Mujer a la que se le entregó, posiblemente como regalo de bodas, un delicado juguete acústico, muy de moda en aquella época: un maravilloso espejo parlante capaz de repetir cada palabra de quien le hablara mirándolo.

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