Todo mejor

Publicado el 26 mayo 2019 por Sylvia
La niña está mejor. Ha vuelto a ser la niña feliz que disfruta su mundo y ríe de sus cosas. Se comunica y, sobre todo, se expresa. Mi agobio, que era su gran malestar, ya no está, gracias a Dios y al trabajo de personas profesionales. No cabe duda: hay que acudir, siempre que sea posible, con los profesionales en el área donde una está requiriendo apoyo.
Me preocupa que no veo la misma rápida recuperación en cuanto a algunos procesos cognitivos; pero lo primero era que ella se sintiera mejor, que volviera a comer con normalidad; lo demás, lo iremos viendo -nos vamos ocupando-.
Yo estoy mejor, también. Hace dos semanas que el papá de B no vive con nosotras y ha sido como una especie de destape energético para mí. Ya necesitaba mi espacio. Y su ausencia me ha hecho notar aspectos y cuestiones de nuestra relación, de su comportamiento y del mío, que me han... sorprendido, por decir lo menos -que me hacen pensar-. Aprendo.
Este asunto del espacio de la casa me llevó a que B tuviera su propia habitación. Como señal de que era el momento, su  maestra dejó de tarea que pusiéramos una tarjeta con su nombre en la puerta de su recámara; por supuesto, si la niña no tenía recámara, podíamos poner su nombre en algún otro lado, pero para mí fue el banderazo para el reacomodo. Me satisface cómo quedó. Me costó varias noches dormir en la que ahora es mi habitación, pero lo logré y creo que estamos más a gusto las dos.
Mientras esto pasaba, una amiga tuvo el tino de hacerme saber que estamos -tiene mi edad- acercándonos a la menopausia. Pensé que era una ocurrencia sinsentido. Nada qué ver. Darme cuenta de su razón me dejó  impactada. Yo estaba feliz acercándome a los cuarenta, planeando que ese año me festejaré el año entero... Pero no contaba con la menopausia: con que mi cuerpo dejara de funcionar como lo he conocido y con dejar de ser fértil -yo que he amado mi menstruación-.
Tuve un par de días medio de luto.
Entonces, un muchachito me invitó a salir -un veinteañero-. Después de explicarle que podría ser su mamá, accedí a darle el gusto, advirtiéndole que sería una vez, nada más -una ida al cine-. No pude con sus mensajes de WA, sin embargo -decentes; si no, no habría habido más de uno-. Me despedí, bloqueé su número y agradecí a la vida recordarme que cosas inesperadas suceden.
He vuelto a mis consuetudinariamente abandonados proyectos de escritura.
Mi experiencia en el multinivel está llena de oportunidades para pensar sobre los temas que más me interesan -especialmente sobre quién soy-.
Así que todo mejor :)
Silvia Parque