Todo se dice antes de decirse.
Leemos, con fe antigua, ese papel
que pasa bajo el peso de la puerta.
En la televisión
se enciende la invasión.
Se nubla la codicia contra un pueblo
con el troncar del vuelo de un odio calculado.
Cuándo les va a quemar la despedida.
Opongo eternidad, no opongo dioses
a la tiniebla fría de morir
cuando incluso la luna ya no sea
y deje el pueblo oscuro y suene el grillo
igual que olvidaremos nuestra vida,
la pereza azulada de los muelles
que se ensanchaban al partir el barco.
Y cuando no ser más risa en el baile
y el vino del amor la noche clara
y la resurrección.
Álvaro García De su libro Canción en blanco