Revista Literatura
Todos locos
Publicado el 27 abril 2012 por Marea¨MI FELICIDAD NO ES CULPABLE DE TUS MALES, CHULO.
SI MIS SUEÑOS NO TE DEJAN DORMIR, CUENTA OVEJAS, NO ME RAYES¨
Hubo una vez, hombre que se hacía llamar Rodolfo Fluido; que no dejaba de seguirme a pesar de que sabía que me resultaba insoportable su acoso, durante un tiempo de sufrir por mi falta de interés pensó que Podría ocultarse bajo el anonimato y escribirme como si yo no me diera cuenta de su presencia enferma, pero saben qué? No hay, francamente, otra persona que se ocupe tanto de mis asuntos; tan celosamente, como su resentimiento de cuarentón que no ha podido cerrar ciertas etapas de su vida; emperrado en no aceptar que alguien no quiere prestarle atención.
Jamaz hubo una persona tan descarada e interesada en mí, Como para mandarme mensajitos aludiendo y cuestionando mi sexualidad, mi personalidad, mi promiscuidad, o mi literatura, porque a nadie le interesa si lo hago bien o mal, si soy o no heterosexual. Gritaba por escrito que no le gustaba lo que yo escribía.
En principio, me pregunté Por qué cree que es importante su opinión para mí? El ego no tiene reservas.
Algunos aprendemos a dar nuestra opinión personal cuando nos la piden, y también, aprendimos a pedir opiniones a quien más respetamos, y aceptamos estas, no como a la santa palabra, pero si con el respeto que se le tiene a un colega, que creemos capacitado y sensible para darnos una valiosa opinión que siempre es para hacernos mejor.
Este hombre leía como un loco común y corriente, lo que escribía yo; para después, en un acto desesperado, clamar por mi atención: ¨Dedicate a Otra Cosa¨, ¨ plancha y pasea el perro¨decía, ¨Yo te lo digo porque veo cosas en vos¨, ¨lo que escribis es triste, como el tango¨ y con eso pretendía insultarme. Y esta aprendiz eterna de poeta que no tiene plancha, pero si pasea con algunos perros y ama tanto la tristeza, el tango y el color de la melancolía, que se me antojan bellos y radiantes.
Resultaba un poco penoso ver a un hombre arrastrado, y mas conmigo, mas bien por mí, que según él, es un maestro en las artes literarias y las otras artes en las que me he envuelto valientemente; un científico que trata la anti-materia, decía ser... joder, un hombre que maneja semejante cosa, no se detiene obscenamente a reclamar por una mujer que no le da ni corte.
Honestamente, no podía dejarme en paz. Me odiaba o me amaba. O las dos cosas. Yo había borrado todos sus infantiles comentarios, para que se diera cuenta que mientras más perseguía, más repelida me sentía y que la gente no vea lo triste de su comportamiento, me dio un poco de lástima su precario desarrollo emocional. Yo le habia dicho, ¨podes hacer otra cosa que no sea leerme, sino te gusta.¨ Pero bueno, estaba loco, enfermo y no es que yo quería ayudarle, porque seguía sin parecerme interesante su desvarío. No me interesaba en lo absoluto. Le respondía porque se tomaba el trabajo de leerme y de escribir, como una cortesía, hasta que me di cuenta que no, nunca podría entender nada en lo absoluto.Vive en la inmensidad de ombligo.
Yo que no soy tan importante para nadie, me sorprendí y me asusté, porque no me conoce personalmente. Me sorprendí por su falta de cordura, y le sorprendió a todo el minúsculo contexto en el que me manejo, y a los personajes de los que hablo a veces, y les muestro los comentarios de Fluido; que yo le sea tan necesaria e importante, que no pueda dejar de pensar en mi, siendo yo así de pequeña como soy, siendo mi mundo así de pequeño como es, siendo mi arte de una insignificancia tal.
Ahora optamos por rodear la casa con alambres de púa, intervinimos el teléfono, me compré una navaja. Abrimos una fosa y le echamos unos cocodrilos, la puerta se abre con una clave extensisima y numérica, que a duras penas recuerdo, no sea cosa que aparezca este loco, dice mi fiel compañero ninja apostado en su escondite.