Muchas veces he oído decir que cada persona es un mundo.Es un dicho muy común, ¿verdad?, de esos con los que solemos acabar una frase cuando ya no tenemos nada más que añadir de alguien, cuando queremos justificar de alguna manera por qué no entendemos sus razones o por qué no vemos lo mismo exactamente que ella ve.Pero yo que soy una peleona, tengo también que ponerle pegas a este sentir popular, porque creo que esa frase ha servido durante demasiado tiempo de excusa para vivir alejados de la realidad. Una persona no es un mundo, una persona son muchos mundos que la habitan, que la complementan y que la convierten en lo que es.Mi vida está llena de universos por los que ando procurando ser yo misma. Vivo el espacio en el que soy una profesional, o al menos lo intento, adoro aquel en el que no soy más que una madre deseosa de compartir experiencias con las que pasan por lo que yo, el de la amiga del café y hasta el de la escritora, que he construido hace muy poco, con mis gafas de mirar de cerca y mi bolígrafo de agradecer sueños compartidos.Y creo, sinceramente, que la única manera de vivir es mantener en equilibrio todos y cada uno de nuestros mundos, sin perder nunca el norte, sabiendo perfectamente el papel que jugamos en todos ellos y sin pretender nunca convertir un planeta en esclavo del otro.Al menos, esa es la única manera de vivir que yo conozco, con la vida convertida en un armario lleno de pequeños cajones donde todo el mundo tiene un sitio, un respeto debido y un lugar especial. Tengo la sensación de que por eso soy moderadamente feliz, porque vivo sin esconderme, pero sin hacer ningún gran aspaviento, sin ceder ni un ápice del espacio que he conseguido, pero agarrando fuerte la brújula que me lleva de regreso a casa.Cuánta gente hay por ahí con la cabeza fuera del caparazón, madre mía, qué de cosas hay que oír. Pero, en fin, como decía la Madre Feliciana, con la que aprendí las declinaciones del latín, "cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas".Buenas noches, y feliz vida.