La llegada de una nueva mascota crea un clima de expectación y alegría en la casa, pero el nuevo cachorro o perro adulto se sentirá un poco inseguro cuando llegue, y ese exceso de entusiasmo puede resultarle abrumador. Será necesario llevar a cabo una serie de pautas para facilitar la toma de contacto del perro con nuestro entorno.
Intenta que las presentaciones no sean exageradamente efusivas, sino más bien tranquilas y sosegadas. Saca al perro inmediatamente al jardín, la terraza o la calle para que pueda hacer sus necesidades y después ve mostrándole las distintas habitaciones una por una, vigilándole con atención, pero a distancia, mientras él explora.
Deja bien claro a los niños que no se les permite coger al perro en brazos ni atosigarle, ni hacer que se sienta acorralado.
Preséntale a otro perro.
Si tienes ya otro perro, lo mejor es que ambos se conozcan en terreno neutral. Lo ideal sería que el perro adulto te acompañase a casa del criador o a la perrera cuando fueses a recoger a tu “nuevo mejor amigo”. Después de hacer juntos el viaje a casa, ambos perros deberían permanecer juntos en el jardín, terraza o al aire libre, en un lugar seguro, por algún tiempo, antes de entrar en casa con el cachorro, invitando al perro adulto acompañarlos.
No dejes a mano ningún objeto que tu perro anterior sienta que necesita proteger del “intruso”, como sus juguetes o un hueso.
Si temes que el perro anterior se muestre agresivo con el nuevo, no sueltes a ninguno de los dos de la correa o dejes al cachorro en un transportín o parque (corralito) mientras ambos se “entrevistan”, cosa que deberá repetirse varias veces hasta que el perro adulto se haya acostumbrado a su presencia.
Durante los próximos meses deberás dejar claro al nuevo perro que el mayor y más antiguo es el que manda, saludándolo en primer lugar, dándole de comer primero y dándole, en general, prioridad a la hora de recibir mimos y atenciones. Aunque no te será fácil ignorar a ese precioso perrito, no quedará más remedio, ya que de lo contrario podrían surgir entre ambos problemas de rivalidad.
Como el perro y el gato.
Si se les presenta como es debido, un perro y un gato pueden convertirse en amigos entrañables. Los problemas suelen surgir cuando se permite que el perro eche a correr tras el gato, ya que éste desconfiará a partir de entonces, y será muy difícil que el primero se olvide de lo divertido que es perseguir a un gato.
Si tienes una caseta de interiores, coloca dentro al perrito y cierra. Deja entonces al gato entrar en la habitación, pero asegúrate de que tiene una repisa o mesa hacia donde saltar si se asusta. Para sentirse seguro, un gato tiene que saber que existe una vía de escape o un lugar elevado y seguro donde refugiarse.
Normalmente el gato mirará con recelo al perrito, pero no tardará en bajar al suelo y acercarse.
Estos encuentros controlados deben repetirse hasta que ambos animales se acepten mutuamente. Asegúrate de que la comida y el agua del gato están fuera del alcance del perro, y de que éste no pueda abordar por sorpresa al gato en sus momentos más vulnerables (por ejemplo, mientras está utilizando su cajón de arena).
Aunque a veces puede haber problemas cuando el perro tiene fuertes instintos de persecución (por ejemplo, los galgos), la verdad es que los gatos son excelentes tutores para el perro. De hecho, casi siempre que un perro y un gato conviven en el mismo hogar es el gato el que manda.
El perro y otras mascotas.
Los cachorros pueden aprender a ver como un miembro más de la familia a cualquier mascota si la conocen cuando aún son muy jóvenes. Para que un perro considere miembro de su jauría a una cobaya o un conejo, es preciso que lo haya conocido antes de cumplir doce semanas de edad.
El perro y los niños.
Asumir la responsabilidad de cuidar a un animal es sumamente beneficioso para un niño, pero si éste tiene menos de siete u ocho años tal vez sea aún demasiado joven para cumplir con sus compromisos. Una vez que el perrito deja de ser novedad, los niños suelen desentenderse de todo y les toca a los padres cargar con el nuevo miembro de la familia. Para implicarle en el cuidado del perro, se pueden seguir las siguientes recomendaciones:
- Que los niños participen en las comidas. Pueden servir el alimento o echar de vez en cuando en el comedero algún bocadito delicioso, evitando que en el futuro el perro defienda su comida de forma agresiva o posesiva.
- A veces los niños resultan excelentes adiestradores caninos. Trata de inscribir a tus hijos en alguna clase de adiestramiento para cachorros que se esté celebrando en tu zona.
- Ayuda a tus hijos a relacionarse con el perro de modo que quede claro que ellos poseen autoridad. Si enseñas a los niños a esconder objetos para que el perro los busque, o a enseñar nuevas tretas para el juego al perrito, a cepillarlo, o ayudar a bañarlo, todos se beneficiarán.