Revista Diario

Tomate ético

Publicado el 02 junio 2010 por Eko
Sabia que más tarde o más temprano este momento llegaría. Erguido frente a ellas se me plantea el eterno debate de si contrarrestar su ataque con todas las armas que mi superioridad tecnológica ofrece o consentir su invasión y esperar que la naturaleza obre de la manera más adecuada. La constante idea de que todo ser vivo tiene derecho a la vida y nadie debe otorgarse la facultad de acabar con una sola de ellas, me lleva a un callejón sin salida. Además, la visión maternalista de mi mujer, que me dibuja un escenario de pequeñas crías que son alimentadas por los esforzados padres que sólo tratan de darle lo mejor, no hace ningún bien a mi idea de salvaguardar lo que absurdamente y sin ningún tipo de razón considero mio. tomate éticoNunca pensé que algo tan absurdo como era plantar unas tomateras pudiera llevarme a divagaciones éticas. Muchos no le encontrareis el menor de los sentidos a tan tonta cuestión y efectivamente tengáis razón, pero llevada esa misma opinión a cada una de las noticias que el mundo tan desagradablemente nos regala, podréis comprobar que esta pequeña duda que hoy me perturba a mi, lleva perturbando durante toda la historia a la humanidad. De la misma forma que tratan de descubrir como se originó la vida o el Universo en pequeños laboratorios, el cuestionamiento ético puede ser puesto a prueba en pequeñas cosas y actos cotidianos. Tendemos a criticar y juzgar actuaciones de gobiernos y ciertos personajes, que usando todo el poder que tienen a su alcance, vuelcan su codicia e intereses particulares en forma de agresiones a seres más débiles. Es cierto que la magnitud de los hechos no es comparable, pues no es comparable una guerra o el ataque de Israel a la flotilla de la Libertad, con mi problemas con las tomateras y los insectos que tratan de devorarla. Pero no cabe la menor duda que el cuestionamiento es el mismo. El creernos superiores a otros seres, el querer salvaguardar a toda costa nuestras posesiones o intereses, el no parar a entender cuales son los motivos y razones de la parte contraria, convierten ambas cuestiones en prácticamente la misma.
Si considero a los insectos que atacan mis tomateras seres inferiores y me cargo de razonamientos y lógica para optar por el ataque químico, no estaré actuando muy diferente a quienes aprueban y ordenan otros ataque mayores contra sus semejantes. Ellos, de la misma forma que yo, argumentaran su ataque con razones hasta cierto punto lógicas y habrá quienes compartan dichos argumentos y quienes no. Eso que llaman daños colaterales o un mal menor, no es más que comparar la muerte de inocentes con insectos, pues la vida de ambos tienen el mismo valor en esos momentos. El que nos vean como insectos, como seres prescindibles por una causa mayor, no es más que el origen de todos los males del planeta. Desde el más poderoso al más débil, en cierto momento de nuestras vidas nos encontramos en la misma encrucijada ética. Tal vez si acabamos con las diferencia y superioridad con que vemos al resto de los seres vivos, acabaríamos de un plumazo también con tanta guerra y violencia absurda.
Tú al igual que yo, llegado el caso, podríamos de repente convertirnos en insectos a ojos de otros, así que este verano habría que plantearse soluciones alternativas a moscas y mosquitos. La sociedad no cambia si no lo hace el individuo y cualquier consideración ética, por pequeña y absurda que nos parezca, no dista mucho de la que otros toman en nuestro nombre, nuestra bandera, religión o ideología. Yo por mi parte dejaré que la naturaleza obre según ella crea. Tal vez pierda muchos tomates y los que me queden, no sean tan bonitos y estereotipados como los de los anuncios, pero seguro me sabrá mucho más deliciosos.

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