Nombre que no pasará a la historia por grandes hazañas con el balón, pese a ser 88 veces internacional con la Republica de Irlanda. Disputando la Eurocopa de 1988 y los Mundiales del 90 y del 94. Pese a no ser un superclase llegó a militar en equipos punteros como Aston Villa, Chelsea o Celtic. Después daría el salto a Francia, y tampoco desentonaría en Marsella o Nancy, antes de colgar las botas con 38 años en el Red Star. Hasta ahí, una historia normal. El muchacho, pese a nacer en territorio inglés, acabó defendiendo los colores irlandeses. Algo no tan extraño (pregunten a Michael Robinson por ejemplo).
El caso es que detrás de esta meritoria carrera, se escondía un fullero, y quizá por ello si perdure su nombre. Cascarino nunca debió haber defendido los colores irlandeses, puesto que no tenía antepasados familiares en el país de los treboles. Su madre, no reconoció este hecho hasta 1996 cuando ya llevaba más de una década con la elástica verde. El mismo en su autobiografía dijo: "I didn't qualify for Ireland. I was a fraud. A fake Irishman". Pese a la indignación, los irlandeses no solo lo perdonaron, sino que agrandaron su figura. Un autentico genio capaz de burlar a la mismísima Federación y a la propia FIFA.
No fue el único engaño a lo largo de su vida... En el libro narraba que las infidelidades en su matrimonio eran una cosa habitual (posteriormente, e 2008 acabaría detenido por amenazar de muerte a su pareja, algo que restó gracia al personaje). Y fue aún más lejos. En esa biografía también confesaba que durante su etapa en el Olympique de Marsella, y por consejo de otro personake tan inocente como Bernard Tapie, que se les proporcionaba una sustancia para aumentar su rendimiento, y que el personal del club aseguraba que se trataba de un farmaco legal. El mismo y la mayoría de sus compañeros, aceptaron y en palabras del futbolista, veía mejorar su rendimiento.
Fotos: GillighamUnited y Pokershow