Top 5: 1989, año de resurrecciones.

Publicado el 25 noviembre 2013 por Mims
A aquellos a los que les gusta (y conocen) la historia de la música, no se les pasa por alto que 1989 fué el año que vió renacer creativamente a varios de los músicos mas importantes de los sesenta y de los setenta. Por multiples razones, los años ochenta (década que defiendo en lo musical, por cierto) sentaron muy mal a músicos del calibre de los aquí expuestos. Quizás el cambio drastico en los metodos de produccion, la aparición de muchos estilos nuevos y el lógico devenir de los nuevos tiempos, hizo que muchos de estos ilustres nombres acabaran perdiendo el norte entregando discos fallidos y propuestas incoherentes. Algunos de ellos estuvieron a punto incluso de emborronar por completo su brillante pasado y caer en el mas absoluto de los olvidos. Afortunadamente, a finales de la década, muchos de ellos volvieron a recuperar su sino y a entregar discos importantes que volvieron a dinamizar su carrera y a situarles en el lugar que merecían. Son cinco discos de cinco nombres. El orden en este caso es simplemente una preferencia personal. No es trascendente.
5. Paul McCartney - Flowers In The Dirt.

Paul McCartney es con toda seguridad el músico con mayor presencia en el blog desde su creación. Yo me considero un profundo admirador del ex-Beatle aunque no llego al nivel de conocimiento de mis tres compañeros de redacción. En cualquier caso, hay discos de Paul en solitario que son discos de cabecera para un servidor, y aunque Flowers In The Dirt no es ninguno de esos, si que creo que fué el album con el que McCartney se reconcilió con crítica y público tras unos años de extraña zozobra creativa. Aquí es el gran Elvis Costello el que le ayuda a levantar la cabeza y tras unas sesiones junto al otro genio británico, consiguió entregar varias composiciones de mérito. Cuatro concretamente. Sobresale entre ellas la tremenda My Brave Face, tema que enseguida te hace expresar en tu cara una sonrisa de satisfaccion mientras la escuchas. McCartney dando otra vez en la diana. Del resto del album destacaría a gusto personal cosas como Put It Here, Figure Of Eight, This One o That Day Is Done. Insisto que no es para mi un disco básico de la carrera de Paul, pero está claro que sirvió de perfecto revitalizante de una carrera que no tenia un horizonte muy claro a corto plazo.
4. The Rolling Stones - Steel Wheels.

Caso similar al anterior de Paul McCartney, aunque en los Stones, las propias desavenencias entre Jagger y Richards son las que casi acabaron con el grupo a mediados de los ochenta, poco después del exito del album Tattoo You (1981). El empecinamiento de Jagger por triunfar en solitario generó un terremoto interno que resintió los cimientos de la banda de rock mas grande del mundo. Y eso se reflejó en discos como Undercover (1983) o  Dirty Work (1985), trabajos sin alma y totalmente prescindibles. Solo la intervención de Ronnie Wood hizo que las dos estrellas volvieran a colaborar juntos y como antaño. El resultado fué este Steel Wheels con el que volvieron a primera linea de rock y cuya consiguiente gira demostró que lejos de estar acabados, los Stones estaban dispuestos a afrontar con energía una segunda juventud. Mixed Emotions, Rock And A Hard Place, Sad Sad Sad, Slipping Away, Can´t Be Seen o Blinded By Love nos devolvían a unos Stones renacidos y listos para la batalla. El disco no ha soportado el paso del tiempo tan dignamente como Tattoo You (por ejemplo) pero consiguió salvar los muebles, que no es poco.

3. Bob Dylan - Oh Mercy.


En el caso de Bob Dylan, creo que el gran mérito de su resurrección creativa, hay que atribuirselo en gran medida al productor del disco: Daniel Lanois. Se conoce que fué Bono de U2 quien recomendó al maestro de Duluth que se agenciara al brillante Lanois para producir sus nuevas canciones. Acierto absoluto. Solo hace falta escuchar el disco y compararlo con los inmediatamente anteriores (los flojísimos, por no decir indignos, Knocked Out Loaded y Down In The Grove) para darse cuenta de ello. Y no digo nada si a uno le da por escuchar las versiones que el maestro incluyó en el Bootleg Series Vol.8 Tell Tale Signs, que en muchos casos superan en calidad a las registradas en el propio album. Oh Mercy es un discazo del genio, y contiene canciones realmente maravillosas, y muy propias del particular estilo de su autor. Ring Them Bells, Everything Is Broken, la maravillosa Most Of The Time, Disease of Conceit o la apertura brutal de Political World. Dylan vuelve a entregar un disco homogeneo y a la altura de su talento. En los noventa recuperaría aun muchas mas sensaciones positivas para acabar entregando la obra maestra que es Time Out Of Mind.
2. Lou Reed - New York.

De todos los aquí citados, puede que el ya eterno Lou Reed fuera el que menos se "autolesionó" creativamente en los ochenta. Por ejemplo, en 1982 entregó uno de mis favoritos de toda su carrera, el fantastico The Blue Mask y en 1983 el mas que reivindicable Legendary Hearts. Pero para que engañarnos, también quedaban lejos los tiempos de Transformer, Coney Island Baby o Street Hassle. Las drogas aquí hicieron mucho daño. New York compensó con creces todo aquello. Y en este caso, Reed no se andó con florituras. Esto es una resurrección en toda regla ya que New York es, contemplando el conjunto de su obra, una de sus cimas creativas. Todo en este disco es formidable. En el aspecto lírico volvió a demostrar que cuando hablamos de Reed hablamos de uno de los mejores poetas del rock. Y en el musical, algo parecido. Discazo lleno de momentos gloriosos como Romeo Had Juliette, Dirty Blvd, There Is No Time, Last Great American Whale, Sick of You, Hold On etc... Lou Reed vuelve a sonar como el mejor Lou Reed. Aquí no hay mas debate. 

1. Neil Young - Freedom.


A mediados de los ochenta la figura musical de Neil Young se volvió casi irreconocible y practicamente todo el mundo le daba por perdido para la causa. Ni siquiera discos tan hermosos y genéricos como Old Ways (1985) le salvaban de caer una y otra vez al fondo del pozo. Para 1986 con Landing On The Water, la cosa ya no parecía tener solución. Pero Young es un genio y Freedom, le sacó de las catacumbas de donde se hayaba metido desde Reactor (1981) y Trans (1982), delvolviendonos al genio tan crudo y a la par tan brillante como en los tiempos de Rust Never Sleeps (disco de 1979 con el que Freedom tiene mas de una similitud). Todavia era capaz de parir himnos generacionales (Rockin' in the Free World), deliciosas melodias acusticas (Hangin' on a Limb), adictivos trallazos rock (No More), intensas baladas (Ways Of Love, Wrecking Ball) y hasta tenia tiempo para proponer guiños springsteenianos (Someday). Disco mayusculo, de entre mis grandes favoritos de su obra, y que demostró que Young volvía para quedarse y ademas, si cabe, para recuperar el trono perdido: Ragged Glory (1990).

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