Aquella charla llegó como una tormenta de verano. Como los días de bochorno que levantan viento y mueven columpios. También faldas. Una discusión acalorada en la mesa del fondo y al salir, un coche. Es difícil seguir llevando esa cara de borrasca cuando suena tu canción. Ella te mira, tú le miras, y después bajas la ventanilla por si entra un poco de aire. Por si eso es lo último que tienes que hacer antes de que se encienda el ciclón. Un bochorno que precede a un atormenta eléctrica, que levanta su falda y apaga los pastos de un rancho entero absorbido por las llamas.
Imagen: Airicsson