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Tortilla de patatas chips (El Bulli)

Publicado el 23 mayo 2012 por Speedmaster
tortilla, patatas, chipsINGREDIENTES (4 px.):

- 8 huevos
- 1 bolsa de patatas fritas
- 1 cucharada de aceite de oliva
- Sal gorda
- 1 cebolla pequeña (opcional)
Esta preparación se atribuye a Ferrán Adriá que es, según dicen, el mejor chef del mundo.
Otra versión afirma que fue uno de sus ayudantes el que, tras un servicio de cenas en "El Bulli" y harto de bregar con los fogones, debía preparar el propio condumio de los cocineros, camareros y demás miembros del equipo. Agotado y sin ganas de pelar ni lavar patatas en ese momento, se le ocurrió hacer una tortilla de patatas con una bolsa de patatas chips o, dicho más correctamente, crisps; ya que las chips (o french potatoes) vendrían a ser nuestras tradicionales patatas fritas de sartén de toda la vida.
El experimento salió tan bien que el propio Ferrán Adriá, presente en la cena, se apropió de su autoría o, más probablemente y con el paso del tiempo, se lo atribuyeron a él.El Bulli
Sea cual sea la historia real el caso es que se forjó en "El Bulli", el restaurante con más fama a nivel mundial y cuyo máximo representante es el propio Ferrán Adriá, por lo que he decido llamar a la receta "tortilla de patatas chips (El Bulli)" y así, todos contentos...
No obstante, la receta es tan fácil que he decidido incluirla en la sección "cocina de supervivencia", sabiendo además que para tal fin fue creada.
Dada su extrema sencillez, antes de proceder con la misma, hablaremos brevemente de "El Bulli".
Ferrán AdriáEste restaurante, dirigido por Ferrán Adriá, pasa por haber sido reconocido como el mejor a nivel mundial. Sólo permanecía abierto durante seis meses al año. Los otros seis eran dedicados a la investigación y creación de nuevos y excitantes platos para la siguiente temporada.
La única forma posible de degustar sus manjares era mediante reserva confirmada y, dado que sólo ofrecían unos 80 servicios de cena (exclusivamente y en un sólo turno) al día, las listas de espera eran kilométricas.
El menú (único e invariable) consistía en varias decenas de platos (de bocado, eso sí) que se servían con una disciplina casi prusiana y en perfecta armonía con el entorno. No era posible, por tanto, comer " a la carta".
Cada temporada el menú era cambiado prácticamente en su totalidad.
plato, El BulliEl año pasado, concretamente el 31 de julio de 2011, y en plenitud de su éxito, Adriá decidió cerrar definitivamente "El Bulli" y embarcarse en un nuevo proyecto: Una fundación gastronómica dedicada a formar a nuevos talentos de la cocina, intentando fomentar primordialmente su creatividad.
No se trata exactamente de una escuela sino de una ocasión de desarrollo profesional, de dar una oportunidad a las nuevas jóvenes promesas de la gastronomía.
La Fundación otorgará a estos alumnos cierto número de becas anuales para formarse en "El Bulli". Como os podréis imaginar, el proceso de selección de dichos "aprendices" (por llamarlos de algún modo) será muy riguroso y a la altura del nivel de exigencia del restaurante, considerado durante muchos años como el mejor del mundo.
Siempre ha existido cierta polémica respecto a las virtudes de este santuario gastronómico. Algunos afirman que eso no era comida de verdad, que salías con más hambre de la que habías entrado, que era puro marketing... No lo sé. Lamentablemente no he tenido el privilegio de degustar su cocina pero, en mi humilde opinión, debería considerarse como un oportunidad única en la vida (excepto para ciertos privilegiados) de probar nuevas experiencias. Ferrán Adriá siempre ha defendido que el placer de la comida no se encuentra sólo en el sentido del gusto, sino también en la vista, el olfato, el tacto, e incluso el oído. Y cada plato que él crea es una nueva experiencia sensorial única e inimitable que no se limita a lo meramente "gustativo".
Yo, en un principio, he de reconocer que también era bastante escéptico. Esto hasta que llegó a mis manos, no sé cómo, uno de los libros publicados por Adriá que contenía, más que sus recetas (que también) su filosofía gastronómica. La filosofía de un ser inquieto, creativoFerrán Adriá, los Simpson y en permanente evolución. Así que me dediqué a recopilar toda la información que pude sobre este genio. Libros, documentales, reseñas de internet, etc. La pasión por su trabajo, su imaginación, la técnica depurada en la ejecución culinaria y el ingente número de horas de dedicación plena para crear esas pequeñas obras de arte, no pueden ser despreciadas con un simple "es que me quedé con hambre...". Es mi opinión pero, como siempre al tratarse de "arte", todas las opiniones son respetables...
¡Qué le vamos a hacer! Bajemos al mundo terrenal y centrémonos en la receta que hoy nos ocupa que, aun no siendo propia de un restaurante de lujo, nos va a saber igual de rica. Vamos a ella...
RECETA:
Tanto la preparación como los ingredientes son muy sencillos. El típico día que estamos cansados, vagos, o hambrientos... podemos confeccionar esta receta sin ningún problema.
En primer lugar, cascamos 7 de los 8 huevos en un bol y los batimos con un puntito de sal. ¡Ojo con la sal, que las patatas fritas ya llevan bastante!
Nos dirigimos a la despensa, esa en donde guardamos nuestras más preciadas joyas (latas de conserva, chocolate, "panchitos" y porquerías varias) y cogemos una bolsa de patatas fritas procurando no golpearnos la cabeza con la puerta, que luego la tortilla con aspirinas sabe "como rara".
Hacemos un corte en la bolsa para que pueda salir el aire y la estrujamos con arte para trocear ligeramente los tubérculos, al gusto. Añadimos las "chips" al huevo, de modo que se empapen de este y se hidraten. Este es uno de los secretos de esta receta. No os precipitéis en este punto. La patata debe absorber el huevo durante al menos unos 10 minutos. Mientras, vais poniendo la mesa.
Si os gusta la tortilla con cebolla, picáis finamente una cebolla pequeña, la pocháis a fuego lento y se la añadís a la mezcla.
Pasado este tiempo, batimos el octavo huevo (no confundir con "el octavo pasajero", que ese era un "alien") y se lo agregamos al conjunto. El motivo de esto es hacer que el resultado sea más jugoso, ya que la patata habrá absorbido la mayor parte del huevo anterior y el conjunto estará como seco.
Calentamos una cucharada de aceite en una sartén y añadimos el contenido del bol, removiendo enérgicamente un par de veces para que no se pegue al fondo. Cuando veamos que se empiezan a cuajar los bordes es el momento de darle la vuelta.
Para dar la vuelta lo dejo a vuestra elección: Si tenéis maña, confianza y experiencia lo podéis hacer como los profesionales, es decir, golpe de muñeca, tortilla hacia el cielo y aterrizaje sin incidencias de vuelta a la sartén. Os aviso que si no lo habéis hecho nunca, la tortilla puede acabar en el suelo previo choque con el techo y algún que otro rebote en cualquier obstáculo que ni sabíais que estaba ahí. Como contamos en este blog con el campeón del mundo de "lanzamiento de huevo hacia arriba" podéis preguntarle a él o leer sus experiencias en su memorable artículo "mis inicios en la alta cocina". ¡Je,je! Es broma, ¿eh...?
Si no estáis seguros, os recomiendo el método tradicional. Es decir, ponéis un plato de superior diámetro al de la sartén y, con decisión, la volteáis. Luego deslizáis con suavidad el contenido del plato de vuelta a la sartén y listo.
Ya por último, la dejáis cuajar a vuestro antojo. Personalmente la prefiero poco hecha, jugosita, pero esto ya va en gustos...
La sacáis a un plato para servir, y a disfrutar...
No va a ser, probablemente, la mejor tortilla que hayáis comido en vuestra vida, pero os aseguro que tampoco va a ser la peor. El resultado final ES MÁS QUE DIGNO. Es mejor que la mayoría de pintxos de tortilla que podéis encontrar en cualquier tasca y está a años luz, yo incluso diría que es infinitamente superior, a esas tortillas prefabricadas que ya vienen cocinadas y que podéis encontrar en las estanterías de los supermercados.
Cuando la probéis, espero vuestros comentarios. Como siempre y mientras tanto...
Buen provecho.

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