Revista Diario

Trabajar, dormir, comer, Trabajar...

Publicado el 24 mayo 2010 por Amospalondon
Hay que joderse con el tema del tiempo. Y no me refiero a la mierda de tiempo que estamos teniendo últimamente, que vaya tela, me refiero al tiempo en cuanto al que marca el puñetero reloj.
Tenemos una vida frenética, en la que disfrutar, lo que es disfrutar… poco. Ahora pienso en mi padre (hola papá) y recuerdo que trabajaba para vivir. Pero nos veo a nosotros y no tengo ni puta idea de lo que estamos haciendo, pero me da que muchos de nosotros no trabajamos para vivir, empiezo a pensar que ni siquiera vivimos para trabajar, sencillamente, trabajamos.
Trabajar, dormir, comer, Trabajar...Me explico. Si eres anterior al CD, como yo, seguramente recordarás que tu padre curraba como un pepe (esto no sé de dónde viene, pero siempre lo he oído en casa, supongo que por ahí, en algún rincón de este país, existió un señor que se llamaba pepe y que se pasaba el día trabajando y trabajando... O eso, o un invento como el del coco para dormir...).

Para poder llegar a final de mes, seguramente se levantaba súper temprano para irse al trabajo número uno, llegaba a casa a las tres, comía algo, se echaba una siestecita de media hora y se volvía a ir a currar a otro sitio. Sí, así era. Encima, del segundo, volvía a eso de las nueve de la noche, para cenar, ver un rato la tele, que en aquella época era mala... ah, sí, claro, cómo ahora, al menos entonces daban pelis de vaqueros... Y luego se iba a la piltra para empezar de nuevo.
Ahora, al menos en mi profesión, el tema viene siendo similar, aunque con algún matiz diferenciador. Seguimos currando desde bien temprano hasta más allá de las nueve de la noche, aunque sea en el mismo trabajo y por un sueldo poco razonable. Encima, con las maravillosas nuevas tecnologías, conseguimos estar conectados a todas horas. Entre el móvil y el ordenador portátil, tenemos siempre el placer de la disponibilidad, porque siempre hay alguien por encima tuyo, en el curro digo, que trabaja todavía más que tú, al menos, está ahí, es increíble. Llegas por la mañana, está. Te vas a tomar un café, se queda. Te vas a comer. Se queda. Vuelves de comer, está. Vas a media tarde a tomar el aire cinco minutos. Se queda. Vuelves. Está. Te vas a las nueve de la noche. Se queda... Joder, vive ahí. Encima, el domingo por la tarde te fustiga a correos electrónicos. Si es que no se puede desconectar.
Claro, si haces números, que los he hecho, resulta que de las 168 horas que tiene una semana de lunes a domingo, te puedes tirar, tranquilamente, 45 de ellas dedicadas al trabajo. ¿En porcentaje? Cerca de un veintisiete por ciento de tu semana.
Claro, ahora se despierta nuestro lado estadístico, ese que nos mola tanto cuando estamos en el corrillo del bar o de la escalera con los vecinos, y empezamos a hacer números.
Trabajar, dormir, comer, Trabajar...A ver, dormir, ¿Cuánto venimos a dormir? Según estudios de alguna universidad con pedigrí (lo escribo así porque quiero) dormimos unas ocho horas diarias (por la noche) y los fines de semana ponle que dormimos diez. Juas. Eso es que no tienen críos, ¿verdad? Bueno, haciendo esos números, nos vamos a las sesenta horas, lo que nos da, dividiendo las sesenta entre las ciento sesenta y ocho y luego multiplicando por diez... Cerca de un treinta y seis por ciento de la semana durmiendo.
Jodeeeeeer. Si te fijas, entre dormir y currar, ya se nos va un trágico SESENTA Y TRES POR CIENTO de la semana. Me cagontó...
Claro, en comer nos dejamos un nueve por ciento, en desplazarnos de un sitio a otro, un cuatro por ciento, en hablar por teléfono (aquí seguro que alguien tiene diferencias de opiniones con la variante del sexo de los interlocutores) cerca de un siete...
Hablando de sexo. ¿Quieres ese dato? Venga, va, sí... Con dos cojones. Invertimos en sexo algo más de un uno por ciento. Y sólo ese algo más es para sexo compartido... Sí. No me mires así. Habla con el Sr. Woody Allen. Joder, ahora me vas a decir que tú, todos los días, y no sólo una, si no que varias veces. Ah, por cierto, que en ese tiempo están incluidos los preliminares...
Si es que somos unos tristes. Currar, dormir, comer, movernos (poco)... Con la familia y los amigos, compartimos poco tiempo, y encima, ese poco tiempo, estamos ya hasta los huevos por culpa de algún cretino del curro que nos hace perder los nervios día tras día...
Si es que el mundo está mal repartido. A ver, digo yo, ¿por qué somos tan sumamente tontos y nos autoconvencemos con la palabra "responsable" para defender la idea de que el trabajo es tan importante? Joer, si lo es... Pero no tanto. Parece que nos encante putearnos los unos a los otros, en vez de tomarnos una cervecita bien fresquita y disfrutar del tiempo libre...
Menos mal, que, a algunos, lo que más nos gusta es poder reírnos de estas situaciones, sea en el curro o en la calle, en el bar o en casa, porque sabemos que, al final:
¡La vida son cuatro días!
Trabajar, dormir, comer, Trabajar...
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