Magazine

trabajar y criar

Publicado el 14 marzo 2012 por Latetaymas @LaTetayMas

Es curioso.

Me piden que escriba algo sobre conciliación, la misma semana que una querida amiga se tiene que reincorporar al trabajo, y justo el día que una clienta de La Teta y Más me pide orientación para plantear su regreso al trabajo.

Es un tema complicado, sobre todo porque crea susceptibilidades entre la clase contratadora, con las consiguientes inseguridades de las contratadas.

Es aún más complicado si tenemos en cuenta que este momento que estamos viviendo es especialmente difícil; la reforma laboral da manga ancha para el despido de cualquiera que, a ojos del empresario, no sea “productivo”.

Estoy divagando, lo sé. Es un tema que me cuesta, no sólo por las implicaciones políticas del tema (a ver a quién le gusta, en el fondo, que se le vea el plumero), sino porque hay veces que no sabes si te estás metiendo donde no te llaman, si es la mujer quien prefiere dedicarse a trabajar y dejar su bebé en otro plano.

trabajar y criar

Esto me lo planteé a raíz de la falta de conciliación de Soraya Sáez de Santamaría. Y a ver, que me reafirmo en mi postura: cuando tienes un papel público en la sociedad no puedes hacer lo que te dé la real gana, y si eres una mujer política, debes dar ejemplo. Pero bueno, si tenemos en cuenta que Soraya puede ser representativa de un tipo de mujer (muy ajeno a mi, desde luego), hay que entender pues, o al menos no juzgar, el hecho de que haya quien entienda la conciliación como que te paguen una guardería desde el minuto cero tras dar a luz.

Pero yo hablo por otra parte de las mujeres, y a otra parte de las mujeres. Aquellas que cuando deciden ser madres lo hacen con todas sus consecuencias, queriendo estar con sus hijos, deseando vivir su infancia desde que nacen, participando de ese comienzo. Y por esas mujeres parece que no habla nadie más.

Cuando los políticos hablan de conciliación, se plantean siempre el primer tipo de mujer, y nos regalan, a ser posible siempre justo antes de las elecciones, más plazas de guarderías desde que el niño es aún más pequeño; y se les llena la boca con la ampliación del permiso de paternidad, como si eso fuera a paliar la escasez del de maternidad. Y para colmo de males,  hay quien se atreve a decir, después de dar permiso a los contratadores a despedir a una mujer cuando se les ponga y a condicionar su permiso de lactancia a las necesidades de la empresa, que las mujeres que abortan lo hacen porque están sometidas a “violencia estructural”, sin caer en la cuenta que no hay mayor violencia ni más estructurada que la de impedir, con el argumento del miedo a perder el trabajo, que una mujer críe libremente a su hijo.

Para empezar, no me mezclen churras con merinas, que son razas distintas. Que una cosa es el aborto, y que cada mujer elija si quiere o no ser madre, y otra la crianza y que cada mujer elija cómo quiere ejercerla. ¿O acaso es mejor que la mujer no aborte y que luego deje a su hijo a los 10 días en una guardería, a que aborte y cuando decida que sí quiere ser madre tenga a su hijo y lo críe tranquilamente según ella crea que debe hacerlo?

Hace unos días leí un artículo sobre el nuevo modelo político islandés, el modelo que ha logrado que Islandia se recupere en un tiempo récord de una quiebra total. Lo han hecho cambiando el paradigma: de un modelo eminentemente masculino, se ha pasado a otro eminentemente femenino. La entrevista principal era a la ministra de cultura (por cierto, en Islandia, un ministerio muy importante, puesto que la cultura ha pasado a ser un sector productivo de la economía del país), y lo primero que le chocaba a la periodista es que esta mujer acababa de incorporarse de su permiso de maternidad, que había disfrutado completito; y no olvidemos, que el permiso de maternidad islandés es uno de los más generosos de Europa. No sólo nadie cuestionaba que una ministra disfrutara ese permiso, es que yo creo que si no lo hubiera hecho a los islandeses les hubiera chirriado lo mismo que me chirrió a mi que no lo hiciera Soraya.

trabajar y criar

Pero hay más temas en cuanto a conciliación. No se trata sólo de aumentar los permisos más que las plazas de guardería (por cierto, y aprovecho desde aquí para señalar que sería bastante más barato, ya que la sanidad ahorraría en atención primaria a niños y madres, porque no hay que olvidar que ambos enfermamos menos cuando la lactancia es exclusiva y estamos cerquita). En España no se concilia más allá del permiso de maternidad porque no concebimos un mundo adulto con niños.

Y esto seguro que lo habéis vivido: cuando se junta toda la familia, cuando somos muchos, hay mesas de niños (que comen antes) y mesas de mayores; cuando vamos a una boda o sarao en el que puedes llevar niños (cada vez hay más bodas en las que te piden que no lleves niños) hay menú infantil. Los horarios de comidas y sueño de los niños, según las hojitas de atención primaria, son distintos a los nuestros. En general, todas las relaciones sociales están estructuradas separando la vida de los niños de la vida de los adultos.

Por eso tal vez, cuando llevaba a la tienda a mi hija pequeña en la espalda y le daba teta cuando me lo pedía, mi familia me decía que “esto es tu trabajo, qué va a decir la gente”.

trabajar y criar

Hace tiempo ya leí y vi un reportaje sobre una revista americana dedicada a la maternidad. Todas las trabajadoras de la revista, de tirada semanal y edición digital, son mujeres, y todas son madres. Y todas llevaban a sus hijos en edad pre-escolar al trabajo. No me quiero ni imaginar la cara que se le hubiera puesto a mi jefa si le llego a decir que me llevo a mi hija a la tele para poder estar con ella; ¡pero si me despidió antes de negociar el permiso de lactancia!

En nuestra sociedad adulta, no hay sitio para los niños. Por eso es tan difícil conciliar, porque para hacerlo siempre se parte de la base de que se necesita un espacio distinto para ellos; y cuando no hay dinero para crear esos espacios a todo el mundo se le hace imposible esa palabra.

Hoy me está saliendo una entrada muy larga, lo sé. Pero es que no puedo evitar que mi cabeza, que ha planeado dos maternidades, cada una con sus propias necesidades, bulla pensando en lo que podría ser, en lo bueno que sería que los niños formaran parte de la tribu, para que luego sepan por lo que luchan cuando son adultos.

De momento, me tendré que conformar con gritar negro sobre blanco, que nosotras, igual que nuestros hijos, tenemos derecho a una crianza con sus tiempos, y teniendo en cuenta las necesidades de cada una de las partes. Y por favor, que no se olvide que los niños son una parte.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Latetaymas 16 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta