Revista Literatura

Trabajar y ser feliz

Publicado el 21 julio 2011 por Migueldeluis

¿Es un partido de fútbol algo más que 22 tipos siguiendo un balón? ¿Es el ballet algo más que un grupo de primates moviéndose? ¿Es una novela algo mayor que una relación ordenada de acontecimientos ficticios? ¿Es el Taj Mahal algo más que una estructura funeraria de color blanco con jardín anexo? Estamos, claro está, hablando de significaciones, pero también y sobre todo de la admiración que provoca naturalmente en nosotros la habilidad, la dedicación y el empeño en la tarea, en una palabra, de la excelencia.

Un trabajo digno

Se pretende que todos tengan un trabajo digno. Un puesto de trabajo que permita sostener las necesidades del trabajador y su familia, que sea ético y legal, que no humille al trabajador y que no existan o al menos se aminoren o compensen los riesgos a la salud. Así se podría decir que la inmensa mayoría de los trabajadores de los países desarrollados ejercen un trabajo digno. Sin embargo, queremos algo más, queremos un trabajo que se acomode a nuestros sueños y cuando eso no pasa, sufrimos. Sin embargo, hay una vía alternativa a soñar con el trabajo perfecto: la excelencia.

Buscando el trabajo perfecto

No voy a engañar a nadie: hay trabajos horribles y empresarios que merecían ser lanzados a Jupíter con una cinta métrica para que midieran la superficie del planeta. Por supuesto, uno debería hacer por poder realizar su vocación tanto porque es lo mejor para él como para el mundo. Y sí, las consideraciones económicas también importan. Pero me interesa que comprendáis algo:

Hay quien nunca será feliz en ningún trabajo que emprenda. Ni de funcionario, ni trabajando para una empresa, ni como autónomo, ni como empresario individual o cooperativo será feliz. Haga lo que haga pasará los días de labor soñando con el fin de semana. Consiga el trabajo que consiga, siempre estará anhelando enfermizamente “algo más digno”, poniendo toda la carga de eso “algo más digno” en circunstancias exteriores: primero tener un despacho propio, con puerta, luego la calidad del despacho, luego no le bastará con que sus asistentes sean eficientes, deberán ser todos licenciados, luego la misma empresa se le hará pequeña. Y no es que sea malo querer algo mejor, sino pensar que la felicidad depende de obtener ese algo mejor y luego otro y otro, y otro.

Un camino mejor.

Es necesario comprender que el trabajo tiene aspectos individuales y colectivos. Nuestro trabajo debe dar frutos para la sociedad — y si no lo hace más vale ir buscando otro, y también debe servir como vía para la realización personal. Aquí, es cierto, debemos tender a realizar nuestra vocación, pero hay una vocación común a toda la humanidad: la excelencia.

Sin nuestra vocación a la excelencia no se explica nuestra devoción por el arte, la cultura, la música o incluso los deportes. Sí, juegan también otros factores pero el común a todas estas actividades es la excelencia. Por eso hay una manera de buscar la felicidad en cualquier trabajo honrado y en el estudio: buscar la excelencia.

Empieza hoy. Determina una cosa simple que puedas mejorar. Y hazlo. Puede ser algo tan simple –y vital, como atender mejor las llamadas de teléfono, como llevar una agenda, como empezar a sonreír a los clientes o a los que trabajan contigo. Amor a su trabajo es la seña de identidad de todos los grandes artesanos, sean luthiers o consultores. Y este amor al trabajo, esta devoción por los detalles, esta curiosidad por aprender y mejorar, en todos los campos, tarde o temprano da sus frutos.

Y el primero de ello es la sensación que tienes cuando te vas a la cama. ¿Lo has probado? ¿Lo probarás?


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