Produce mucha tristeza,Y al mismo tiempo rabia,Saber que en este mundoAbundan los falsos profetas;Que día y noche se la pasanVendiendo mensajes turbios,Pescando en río revuelto,Llevando y trayendo embelecos,Buscando beneficiosExclusivamente para ellos.¡Mezquinos!Ellos son parecidosA los llamados pastoresQue, camuflados en las iglesias,Viven invocando el nombreDe Nuestro Señor Jesucristo,Y el de su Padre Santísimo;Embaucando a ellos y a ellas,Robándoseles su dinero todito,Entre otras de sus pertenencias;Y tendiendo trampasPara llevar a las hembrasA travesurear en las camas.Desde luego,Como en todo, hay excepciones;Es por esoQue hay muchos pastoresQue cumplen a cabalidadLa misión de ser tales,Siendo personas ejemplares.No hay que aceptar, pues,Que sigan existiendoLos que trafican con la fe,Haciendo y deshaciendo.