Traición

No puedo recordar hasta qué punto me sentí atraída por ti. Lo único que tengo claro es que ni el hombre más guapo ni el más romántico podían arrebatar en mí palabra alguna. Siempre he sido una persona independiente, con la idea de que ningún ser humano era capaz de llamar mi atención.Pero llegaste tú, con tus firmes ideales y con unos sueños que sabías de sobra que jamás cumplirías. Fueron cada una de tus palabras infantiles las que me hicieron reflexionar sobre mí misma. ¿Realmente merecía la pena ser tan racional? ¿No era más hermoso dejarse llevar, aunque fuera de vez en cuando, por el sentimiento de rebeldía ante todo?Cada lección aprendida a tu lado, era un aprendizaje menos de la vía que había adquirido por mi cuenta. Pero me daba igual. Tenía claro en esos momentos que tu forma de ver las cosas era la correcta, ya que hacía que no tuvieras cadenas por nada ni nadie, y podías escribir, pintar y cantar lo que saliera de tu corazón.Pero llegó el momento de mostrar ese carácter a la luz. Tú, de pronto, habías decidido no ser tan fiel a ti mismo, y yo, como una idiota, seguía gritando ideales que no eran los míos. Posiblemente todo hubiese podido acabar de forma rápida e indolora, pero las traiciones hacia lo que uno era en el pasado no se pagan con simples sonrisas y disculpas.Latigazos, castigos y falsa unión. Una vida que no decidí tomar al principio de mis días, pero que por un mero sentimiento, cambié. ¿Mereció la pena clavarme una puñalada en la espalda por un sentimiento? ¿Sirvió de algo no actuar como una persona debía actuar?Posiblemente, la respuesta a esa pregunta sea la clave de todo, pero ya no hay tiempo de responder a nada. Sólo me queda el tiempo suficiente para enmendar lo que jamás creí que tenía que arreglar: Mi vida.