Traicionado

Publicado el 21 febrero 2013 por Humbertodib

No fue algo premeditado, llegó más temprano a su casa porque se había cortado la electricidad en el establecimiento y las autoridades decidieron que así no se podía continuar con la actividad, lo trajo una vecina que justo… Bueno, esas cosas del Destino. Entró por la puerta de la cocina y vio que se estaban besando. Fue como si un rayo se hubiera precipitado sobre su cabeza, sólo atinó a correr hasta la habitación y meter la mayor cantidad de ropa en la mochila, luego se dirigió hacia la entrada con paso cimbreante y no obstante decidido. En el apuro, perdió una media, un calzoncillo y la camiseta del Barça, estaba tan resuelto a marcharse que no volvió para recoger nada. Tenía los ojos anegados de lágrimas, pero no iba a darles el gusto de que lo vieran llorar, se sentía la persona más triste del mundo, se sentía -aunque no supiera exactamente qué era eso- traicionado. Lo cierto es que se largaría de allí para siempre, viviría en cualquier lugar, hasta la calle sería mejor. Sin embargo, antes de dar el paso crucial que lo pondría afuera, se detuvo en seco, como si necesitara hacer o decir algo antes de partir. Mientras tanto, el traidor observaba todos sus movimientos desde el centro de la sala, con los brazos caídos a los lados del cuerpo y una sonrisa entre comprensiva y apenada. En silencio, fue levantando las prendas que estaban en el piso y se le acercó, cuando ya estuvo a menos de dos metros, se puso en cuclillas.Todavía acongojado, el niño se arrojó a los brazos de su papá, allí descargó su odio y su amor en un único apretón. Al final lo perdonó y le prometió que no se iría, pero antes le exigió que nada más fuese novio de su mamá.