Publicado por Javier Serrano en larepublicacultural.es:
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Hasta el 21 de agosto en el Círculo de Bellas Artes (Madrid).
Transtempo es la exposición que muestra parte de la obra de la fotógrafa de Puertollano Cristina García Rodero, la primera española en ser miembro de la Agencia Internacional de fotografía Magnum.
Las fotografías exhibidas en la muestra son de gran formato y en un cuidado blanco y negro. Abarcan un período de tres décadas y retratan paisajes y paisanajes anónimos, la cara y la cruz de una Galicia rural y profunda. Así, entre los marcos de la sala Picasso deambula esa Santa Compaña de personajes entre solanescos y berlanguianos, tipos ceñudos y feos, abuelas llenas de arrugas y en permanente luto, aldeanos ataviados de manera miserable y cuyo gesto trata de eludir a la cámara, niños de expresión prematuramente adusta en cuya mirada triste y hambrienta se atisba lo oscuro de su futuro… Y es que ésa es la atmósfera que Cristina García Rodero consigue capturar (y que acaso no sea otra cosa sino la esencia misma del alma gallega), y luego transmitir en el blanco y negro de sus fotografías: el mal tiempo, la enfermedad, la religión y los curas, la superstición, la muerte; a veces, tratado el tema con cierta ironía gallega como esos ataúdes con voluntarios muy vivos dentro de ellos y participando en extravagantes procesiones.
En otros casos, las imágenes de Transtempo nos ofrecen el reverso de todo lo anterior y son entonces toda una celebración de la vida (dentro de lo posible y siempre matizada por la severidad del blanco y negro): comidas campestres, insólitos desfiles de carnaval con mulatas como venidas de otro planeta, parejas retozando en lugares fuera de la mirada represora de los adultos, gente del campo festejando romerías, fiestas típicas, borracheras grotescas, carnavales con enigmáticos disfraces, hombres ebrios meando en mitad de la calle, bodas con novios y novias emperifollados, destellos de un sexo furtivo, besos ocasionales, niños jugando…
Me gustaría destacar dos de las obras que más me han gustado: El Arrebato, donde un viejecillo, arrobado por toda la belleza extraterrestre de una negra en pleno desfile de carnaval, agarra a ésta por una mano y no la quiere dejar que se marche; La Confesión, donde aparece un confesionario con una anciana piadosa en uno de los lados, confesando en actitud humilde todos sus pecados, mientras al otro lado hay un cura de gesto displicente y mirada desdeñosa que parece más bien estar pensando en la cámara.