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Trasgos III

Publicado el 02 febrero 2010 por Saerwen
Trasgos III
  
¡Y dale con los trasgos vos!
Prometo que es la última vez que los nombro (léase con llanto desconsolado implorando la piedad de los lectores).
Sin embargo los trasgos corren más que los enanos, y estos trasgos conocían mejor el camino (ellos mismos habían abierto los túneles), y estaban locos de furia; así que hiciesen lo que hiciesen, los enanos oían los gritos y aullidos que se acercaban cada vez más. Muy pronto alcanzaron a oír el ruido de los píes de los trasgos, muchos, muchos pies que parecían estar a la vuelta del último recodo.
El Hobbit. Sobre la colina y bajo la colina.
        
Pero falta algo, la nota al margen de Douglas A. Anderson, a ese párrafo.
En sus años de estudiante, Tolkien sostenía una opinión muy diferente acerca de la naturaleza de los trasgos y los sentimientos que despertaba en el corazón el blando sonido de sus pisadas. Los trasgos eran minúsculas criaturas feéricas y sus bailes y canciones eran mágicos. Escribió sobre esas criaturas un poema titulado «Goblin Feet» [Pies de trasgo] que fue su primer trabajo publicado importante y se incluyó en el volumen anual de Oxford Poetry de 1915. Cinco años más tarde apareció en el Book of Fairy Poetry, de Dora Owen...
Voy andando por la senda donde lucen las linternas de las hadas y vuelan los pequeños y bonitos murciélagos: un gris haz de luz precipitado se ale)a arrastrándose, y los setos y las hierbas suspiran.
El aire está lleno de alas, y de escarabajos torpes que te alertan con susurros y suspiros.
¡Oh, oigo los cuerpos pequeños de los duendes encantados y las pisadas blandas de los gnomos!
¡Oh, las luces! ¡Oh, los fuegos!
¡Oh, los suaves sonidos cristalinos!
¡Oh, el crujido de los silenciosos atuendos!
¡Oh, el eco de tus pies..., de los felices pies pequeños!
¡Oh, las lámparas colgantes encendidas de estrellas!
He de seguir el cortejo por el feérico camino serpenteante que los conejos abandonaron hace
tiempo y donde cantan con voces de plata, en una ronda móvil de luz de luna titilantes de joyas.
Se desvanecen en el giro donde arden pálidas luciérnagas y el eco de su pisada ligera ya se muere.
¡Oh, está llamando a mi corazón...!
¡Dejadme marchar! ¡Dejadme ponerme en camino!
Porque las breves horas de magia ya se alejan.
¡Oh, el calor! ¡Oh, el zumbido! ¡Oh, los colores en la oscuridad!
¡Oh, las alas de tul de los moscones dorados!
¡Oh, la música de los pies..., de los danzantes pies de trasgo!
¡Oh, la magia! ¡Oh, el dolor cuando muere!

En 1971 Tolkien escribió acerca de «Goblin Feet»; «Me gustaría que esa desdichada pieza, que representa todo lo que llegué a detestar (muy poco después) tan profundamente, pudiera quedar enterrada para siempre».
De ninguna manera señor profesor.
El libro de Dora Owen podés bajarlo clickeando en la imagen, sólo si tenés ganas de practicar lectura en inglés.
  
Trasgos III        
Después del exceso de referencias a la naturaleza de los trasgos, puede que terminemos más confundidos que al principio, puede que pensemos que Tolkien fue cambiando su manera de ver, y de denominar a cada criatura con el paso de los escritos; puede que se nos ocurra pensar que es raro que Tolkien, reconocido filólogo, permita que tengamos estas dudas; pueden pasar muchas cosas, lo que no va a pasar, es que me convierta en una opinóloga más. Trasgos III

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