Con todo esto lo que conseguimos son niñatos malcriados que se creen dioses, que no se asustan por nada y que no conocen la palabra respeto.
Pues bien, en mis tiempos las cosas eran muy pero que muy distintas. Seguro que todos habéis leído ya ese fantástico e-mail en el que se muestra cómo los de mi generación crecimos con las rodillas ensangrentadas a base de hostias en los columpios, de padres furiosos que nos daban cachetes en el culo si hacíamos algo mal y de profesoras que nos infundaban un profundo respeto y que nos ponían de cara a la pared sin miramientos cuando obrábamos de forma incorrecta.
Yo voy más allá. En mis tiempos, incluso las películas para críos eran diferentes:
-La cenicienta: con ella aprendimos lo que significa la palabra esclavitud, y empezamos a darnos cuenta de lo machista que es nuestra sociedad: la mujer es la que limpia y vive sumida en la pobreza y los hombres viven en palacio hasta que uno te elige para casarte con él a cambio de riquezas y te salva.
-Blancanieves: Puta envidia. Nos corroe y nos hace incluso asesinar a nuestra familia. Las mujeres son arpias despiadadas que harán lo imposible por destacar, y si eres más guapa que tus enemigas... irán a por ti. De nuevo tu única salvación será un macho. O siete. Aunque sean pequeños.
-La Bella Durmiente. Raptar a una niña está bien siempre que esté amenazada de muerte. Te la llevas al bosque lejos de su familia, la tienes aislada del mundo durante 16 años (ni tele, ni más niños ni cole ni nada, como hicieron con Natasha Kampuch) rezando porque nadie se de cuenta ni de parte del secuestro. Al final, eso sí, todo se sabe... así que si algún día tenemos que secuestrar a alguien es mucho mejor que sea con el consentimiento del rey. Por cierto, al final también la salva el macho alfa montando su corcel.
-La Sirenita: esta creo que fue cruel, cruel. Es decir: una chica lo deja todo por amor... pero todo, todo, hasta su cola de pez y su voz. Diosmío, y yo que me creía muy valiente por mudarme de ciudad para estar con mi amado... Claramente todo vale en el amor... así que si algún día tenéis que luchar por alguien a quien queréis, no dudéis en cortaros una pierna o vender vuestros riñones si es necesario. El amor es trágico y duele, y cuando te enamoras tienes que dejarlo todo atrás si quieres que funcione.
-Aladdín: No te preocupes, niño. Los milagros existen, las mentiras son malas y es mucho mejor ser sincero siempre. Si eres un pobre miserable que no tiene donde caerse muerto, algún día tendrás la suerte de encontrarte una lámpara mágica que te concederá todos tus deseos y te acercará a la gloria.
Ah, ¿que los genios no existen y que sólo triunfa una minoría? ¡Miente, que todo son patrañas!
Por cierto, si eres un millonario seguro que vives cansado, aburrido y amargado en tu palacio... mola mucho más la vida de la calle, claro... escápate, busca una salida, ¡vive tu vida en libertad! Vamos, Enrique Iglesias, te animo a que te busques un pisito en las 3000 viviendas para ser feliz.
-Tarzán: Me río yo de esas series actuales que consideran tan duras y crueles: en Tarzán el malo es asesinado sin compasión de una forma terrible... que aprendan los chavales lo que es la justicia, coño. ¿Ers malo? Pues muere, y con dolor.
-Mulán: al principio parece ser la única película de Disney feminista, pero no: cuando la prota encuentra varón y se casa, deja de vestirse como a ella le gusta (vaqueros, camisetas y deportivas) y vuelve al vestidito de la señorita perfecta.
-Dumbo: otra cruel muestra de realidad: si eres orejón o raro o cuatroojos o tienes la nariz de pollo, acabarás trabajando en un circo como única salida o te pondrán motes en el cole. Asúmelo: nunca serás fuerte ni podrás superarlo, sino que arrastrarás tus complejos toda la vida y verás cómo tu madre sufre por tu culpa.
-Pinocho: creo que no hace falta que os cuente la moraleja de esta peli, pero por si acaso: si eres un muñeco de madera no mientas porque te crecerá la nariz y tu conciencia en forma de grillo se chivará al hada azul. Si eres un niño de verdad haz lo que te de la real gana, que total, las hadas no existen y a ti no te crece esa parte de tu anatomía jamás.
-Alicia en el País de las Maravillas: Niños, drogarse mola. Verás cartas con lanzas y escudo, orugas fumetas y gatos que hablan.
-Mary Poppins: aquí vimos un claro ejemplo de lo que molan las drogas, pero comprendimos que están mal vistas por la sociedad y que si alguna maestra o cuidadora nos ofrece caramelitos de la risa, es mejor no aceptarlos delante de nadie o la despedirán y nos quedaremos sin camello. Como la vida misma, de nuevo.
-Pocahontas: Por fin, la primera mujer con dos webs bien puestos de la historia del cine infantil. No necesita varón para ser feliz en sus montes, con sus amigos los animalitos. Al final le da calabazas al rubiales que intenta llevársela pa su tierra, con lo que aprendimos que las mujeres fuertes y decididas prefieren estar con animales que con hombres. O eres una pava dependiente, o eres una tia bien plantá pero sola. El hombre se hizo para llevar los pantalones en la relación, y si no, no hay relación. A tomarporculo.
-El jorobado de Nôtre Dame: El que no haya sentido verdadera lástima por el jorobado se merece lo peor. Qué crueldad, qué forma de decirnos que si eres feo la chica se irá con el musculitos y tú no te comerás un rosco... vamos que la peli tenía razón pero, ¿es necesario quitarnos la ilusión a los menos agraciados desde niños?
Podría seguir y seguir con muchas más películas sin necesidad de salir de la factoría de Mickey Mouse, pero mejor lo dejo aquí porque estoy recordando viejos traumas...
Que dejen ya de prohibir a los críos ver Futurama o los Simpsons o Padre de Famila, joer. Lo que tienen que hacer los padres es esconder las pelis de Disney, por si acaso.