Revista Diario
Cerrar la maleta y salir hacia la estación. Por el camino estás repleta de ilusión, amor que ofrecer y ganas. Ganas a secas. Llegas a una ciudad en la que estuviste hace hace tanto tiempo, cuando apenas tenías un par de años. Bonito reencuentro, piensas. Te esperan grandes momentos en esa maravillosa y bella ciudad. Te vas a dormir con una gran sonrisa y despiertas con otra mayor aún, sin saber que el día no acabará como esperabas. Vuelves a ver después de mucho tiempo a una persona especial para ti, todos cantáis acompañados de una guitarra y la espera os une de una forma extraña. Al caer la noche llegan las lágrimas, la tristeza, la desilusión y nadie os da una explicación. El lugar está repleto de policías que dicen no saber nada. Nadie tiene una respuesta de lo que ha ocurrido, nadie tiene un porqué. Vais de un lado a otro buscando respuestas. Nada. Mañana será otro día, piensas. Las horas pasan y tu mente sigue en aquél lugar infernal. Logras alcanzar algo de paz. Risas en familia y paseos por la ciudad. Ya queda poco tiempo y lo has de aprovechar. Entras a la habitación, vuelves a alistar la maleta para la vuelta y te despides con desgana. "Hasta pronto, Granada", susurras al viento. Subes al autocar y miras por la ventana las sombras pasar imaginando bellas historias que nunca contarás.