Cada 23 de Enero puedo recordar que decidí empezar la aventura de escribir de cara al público. De contar mis sentimientos, de hacer que cada palabra suene mágica en boca de quien la lea. Me decidí a hablar de mí, de mi vida y de mis sensaciones, de todo lo que yo quería que la gente supiera y también de las cosas que nadie entiende pero que quedan ahí, en el recuerdo.
Por falta de tiempo, ganas e inspiración no escribo todo lo que querría escribir. No exprimo todo lo que tengo dentro, no expreso las miles de ideas que tengo en la cabeza. Yo también dejo cosas para hacer mañana, cosas que podría hacer hoy.
Aún así, estoy feliz. De todos los cambios que ha pegado mi vida, de todos los logros que estoy consiguiendo, de todas las metas que me quedan por cumplir. De darme cuenta de que nunca jamás se deja de aprender, y cada día sabemos una cosas nueva que nos hace ricos en pensamiento, en emociones y en palabras.
Tres años poniendo palabras dulces y amargas, tristes y felices, cansadas y enérgicas. Tres año desahogándome pensando que nadie me lee, pero que sin embargo ese ”nadie” responde con el cariño de dedicar un poco de su tiempo en leer mis palabras.
Aunque no escriba siempre, siempre querré escribir, y decir por esta boca, que por muchas tormentas que vengan, siempre seré la chica de la sonrisa infinita.