Magazine

Tribunal popular.

Publicado el 15 marzo 2012 por Latetaymas @LaTetayMas

Me pasaba en el parque. Bueno, al principio no; al principio todo eran miradas tiernas, y casi de complicidad.

“¡Qué suerte que tengas leche suficiente!”, me decían. Y yo, claro, que mejor me callo, porque si empiezo a decir que todas tenemos leche, seguro que algo me dirá alguna.

Cuando mi hija cumplió 6 meses, la ternura ya fue desapareciendo y fue sustituida por la curiosidad, y a los 9, por el apremio: “¿Y hasta cuándo le vas a dar el pecho?”

Al año empezó a haber posturas encontradas. Se abría el debate cuando yo llegaba, y la cosa estaba dividida: había quien decía que qué bien, que yo pudiera darle teta todavía, y quien ya decía que tan mayor algo tendría que comer.

Tribunal popular.

Por cierto, aprovecho para decir aquí que un niño que mama no necesariamente se alimenta exclusivamente de la leche de su madre; es más: yo diría que la gran mayoría de los niños de 4 ó 5 años que todavía maman comen otras cosas. Lo digo porque parece excluyente: si das teta tu hijo no come otra cosa, sobre todo porque serás tú quien no se lo dé. Pues no.

Al año y medio ya había muchas más partidarias de que lo dejara que de que continuara con la lactancia. Como si eso a mí me importase algo, ya ves. A los dos años la gente se atrevía a hablarme directamente, y directamente empezó a decir que no le parecía bien.

Ahora ya me juzgan en silencio. Y algún médico se ha negado a hacerme análisis porque seguro que amamantando los resultados salen “falseados”.

Esto en cuanto a la teta.

Pero es que, para  consternación de muchos, no sólo amamanto.

La cuestión es, fíjate tú qué descaro, que he criado a mi hija pequeña en brazos, sin apearla ni un solo momento hasta que pudo caminar por sí sola y quiso hacerlo de forma continuada. Y, esto ya es el colmo, colecho con mis hijas. Y por si esto fuera poco, y para rematar la faena, ¡lo digo abiertamente!

Lo cuento todo: sí señor: amamanto, porteo y colecho. ¡Si es que voy provocando!

Creo que todas estamos de acuerdo en que es terrible sentirse juzgada. No es sólo que sea molesto, es que cuando estás permanentemente sintiendo que los demás (TODOS) cuestionan lo que haces, terminas sintiéndote pequeñita, débil. Al final, tu confianza falla y cedes. Y sufres, pero ya no te atreves a decirlo, por temor a un nuevo juicio.

Por cierto, se me ha olvidado decir una cosa: he vacunado a mis hijas, a las dos, de prácticamente todo lo vacunable. ¿A que jamás lo hubierais pensado? ¿A que realmente creíais que venía todo en el mismo lote, el de neohippie irreverente? Pues no. Resulta que lo de las vacunas me lo he saltado.

Es que, pese a lo que crea mucha gente, cuando nos convertimos en madres pensamos muy bien cada cosa que decidimos respecto a nuestros hijos, y salvo deshonrosas excepciones, TODAS, independientemente de lo que decidamos, lo hacemos sólo por el bien de nuestros hijos.

Por eso nos hace sentir tan mal el juicio: porque nos cuestiona como madres, porque presupone que haríamos algo contrario al bienestar de nuestro bebé con tal de salirnos con la nuestra, o llamar la atención. Y muchas veces cedemos al juicio, no por presión de grupo, sino porque nos llega a hacer creer que lo mejor para nuestro hijo es que cambiemos nuestra actitud.

Es que pensadlo. Pensemos al revés para ponernos en el extremo opuesto: Imaginaos una mujer que decide no amamantar en ningún momento. Imaginaos que en el parque veis a una madre con su bebé de pocos días y un biberón. Imaginad también que dice tranquilamente que no es que no haya podido, es que ni lo ha intentado.

Tribunal popular.

Vosotras también juzgáis; yo lo hago; y al hacerlo, estamos haciendo que esa madre se sienta pequeña e inepta; y puede que intente amamantar, y que su experiencia sea negativa. Y entonces será ella la que diga que lo intentó todo pero es que ella no pudo. Y será la primera que se ponga hecha una fiera cada vez que alguien amamante a su hijo, porque se sentirá atacada, porque en realidad lo fue.

Igual que la madre que decide no vacunar. Será tachada de irresponsable y hasta de poco solidaria. El pediatra y todo su entorno juzgarán esa decisión. Y ella se sentirá mal.

Tendemos a creer que lo nuestro está bien por oposición a lo otro. O mejor: que lo otro está mal, por oposición a lo nuestro.

Por eso hay “religiones verdaderas “, y todo aquel que no comulgue con ella es un “infiel”. Por eso  las madres del parque, o las del colegio, me miraban con desaprobación.

Yo me he sentido chantajeada por una sociedad entera, muchas veces. Vosotras que me leéis, también, y probablemente por los mismos motivos o similares. Pero realmente, ¿somos conscientes de las veces que lo hemos hecho nosotras?

Creo que la cuestión está en dejar de pensar que cada decisión del vecino tiene que ver con nosotros. Dejar de pensar que cuando quieren ponerse cresta es porque quieren llamar la atención, o ir contra corriente; porque probablemente sea porque le gusta llevar cresta. ¿No?


También podría interesarte :

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Quizás te interesen los siguientes artículos :

Sobre el autor


Latetaymas 16 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta