Revista Talentos

Triste realidad

Publicado el 18 febrero 2015 por Isabel Topham
Salí anoche, sobre las 9 o 9 y media, a dar un paseo. A medida que, fui avanzando y, a pesar de estar sumergida entre mis pensamientos y la melodía que aún era consciente de escuchar aún habiendo creado mi propio mundo, se podía escuchar grupos de niños de no más de 12 años, hablar de ir a comprar alcohol, tabaco y otras drogas mayores. A medida que, fue avanzando la noche, observaba con curiosa atención la manera de divertirse de los demás, algunos vomitando todo lo que, hasta el momento, habían injerido; otros, peleándose entre ellos (y quienes estaban a su alrededor haciendo apuestas, para ganar dinero. Lo más curioso es que, la gran mayoría de allí, debían de ser amigos de quienes participaban en la pelea) y nadie intervino para darla por concluida. Otros, paseaban nerviosos, en círculos, y con la vista nublada. A otros, el alcohol les había sentado tan mal que, sentían rabia e impotencia, llamaron a su ex para acribillarle a insultos y malas palabras. Ahora yo pregunto, ¿y esta forma de divertirse? ¿de verdad que, se necesita un par de botellas de whisky y ron, y un par de cigarros para poder pasárselo bien con los demás?
Personalmente, habré podido beber cuatro o cinco veces en TODA mi vida, y la verdad es que no me llama mucho la atención. Por otro lado, no bebo por  el "placer" de estar borracha, sino por disfrutar la bebida de la misma manera que disfrutaría una Coca- Cola; a diferencia que la gran mayoría de la gente. Sin embargo, JAMÁS he dado aunque sea una sola calada a ningún cigarro ni tampoco tengo la intención de hacerlo ahora. Me han ofrecido en varias ocasiones e, inmediatamente, he negado con la cabeza. Indiscutiblemente, para el resto, una calada no hace nada malo a nadie pero, ¿soy la única que piensa que el vicio al tabaco empieza con solo una calada?
Observo, luego, las reacciones de los padres, siendo éstas las mismas que la de los jóvenes. Sin embargo, están más preocupados con el hecho de que sus hijos no entren en el mundo de las drogas (y menos a tan temprana edad) que, por el hecho, de dejar de dar ejemplo. ¿Acaso te sorprende de que tu hijo de 15 años haya perdido la virginidad con la primera que se le haya cruzado por delante? ¿O que tu propio hijo haya dado su primera calada a los 9 o 12 años? No creo que, el hijo esté tomando ejemplo del padre por muchos castigos que éste le imponga al respecto, si el padre es el primero que fuma delante de él, ¿de verdad esto es un buen ejemplo? Sigue diciéndole a tu propio hijo, que fumar es malo, e incluso acaba matando, y seguidamente, le das una calada al cigarro que sostienes en la mano.
No sólo influye en el comportamiento la educación que se enseñe (entiéndase por educador a cualquiera que se encuentre en su entorno) sino el modo de educar de cada uno. Por ejemplo, un profesor no sólo explica el contenido de la materia que impartir sin unos valores (morales y sociales) de la vida, que enseñarles (aunque sea, inconscientemente); porque, tarde o temprano, éste lo pondrá en práctica. Otra forma de educar sería, y en el caso de que seas madre o padre teniendo por objeto que tu hijo coma sano, ofrecerle dos opciones siendo ambas las respuestas que tú mismo quieres que elija y obligarlo a elegir una de ellas. Me explico, dale a elegir entre comer verduras o fruta; carne o pescado. Educar no sólo está en los conocimientos, al fin y al cabo sólo somos transmisores de ellos, sino en las personas, ambiente y lugar con los que nos identifiquemos.
Me horroriza tener que ver el panorama todas las noches o, al menos, los fines de semanas; y me doy cuenta de que, hemos sido todos quienes hemos provocado tal realidad. No sólo concienciamos en lo personal, porque lo personal está ligado, indisolublemente, a lo social. Una vez de haber (o creer) haberlo visto todo, meto la mano en el bolsillo, busco la llave, la agarro y giro presionando con fuerzas la puerta para entrar.

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