Revista Diario

Triunfó la lactancia

Publicado el 19 abril 2013 por Colo Villén @Coliflorchita

Ésta es una historia de lactancia. Una historia de confianza y desconfianza.  Una historia de seguridad en una misma. Pero ante todo, una historia de voluntad.
Ésta es la historia de una mujer que se encontró ante dos caminos, dos opciones, dos salidas para una situación. Una mujer que se informó, que no dudó y optó, escuchándose a sí misma, de manera consecuente. Una mujer que continúa amamantando, a su manera, a la manera de ambas y lo hace con una gran sonrisa de satisfacción en sus labios.
Ésta es mi historia.
Quién me conozca sabrá que para mí la lactancia materna es importe y que a estas alturas se ha convertido en un aspecto más de nuestro estilo de vida. Hay multitud de razones por las que la defiendo pero, entre las principales, se encuentra el dejar que fluyan los ritmos vitales lo más libremente que podamos. Si ella quiere mamar y yo deseo amamantarla no encuentro mayor problema, la verdad.
Sin haberme planteado cambiar esto me encontré ante una situación delicada. Un nódulo nadaba en mi pecho y, tras varios controles, se aconsejaba extirparlo. La respuesta del radiólogo no albergaba la menor duda, si no deseaba demorar la intervención había que destetar.
Salí de la consulta con un nudo en el estómago y la extraña sensación de que no todo estaba dicho. Durante los días previos a la próxima cita me informé, contacté con asesoras de lactancia, me dejé mimar por las palabras de mujeres queridas. Me mecí. Y una vez infundada de ese valor femenino que me dictaba no abandonar comprendí que, en realidad, la solución estaba y estuvo en mis manos.
Al acudir al cirujano le expuse mi voluntad de continuar amamantando y mi preocupación porque esto supusiera un impedimento o un retraso para abordar el nódulo. Me sorprendió su serenidad: ni un solo comentario, ni un gesto que cuestionase mi elección, ni siquiera al conocer la edad de mi hija. Agradezco desde aquí su objetividad, puesto que se limitó a estudiar la manera de hacerlo sin tocar los conductos lácteos. Él parecía seguro y sereno y yo salí aliviada y reafirmada de la consulta.
Pero las dudas me alcanzaron en la espera, me flaqueaba la confianza. Y tuve que se honesta conmigo misma y admitir la decisión que mi interior ya había tomado, puesto que brotaba de mis entrañas, algo se me removía por dentro al amamantar a mi hija con ese pecho.  De este modo, poco a poco, fuimos conduciendo al destete de ese lado. Sin prisas, las tomas en él se fueron espaciando, espaciando mucho más porque siempre había preferido ella el otro. Yo me sentía así más relajada, más capaz de afrontar la situación y nos permitía a la vez continuar disfrutando de nuestros instantes, de nuestra lactancia.
Llegó el día y todo pasó. Y puedo garantizar que estar amamantando no supuso ningún problema, ninguno en absoluto. Comprendí que todo así estaba bien y me sentí satisfecha con la decisión de destetar de esa mama, puesto que no hubiera podido imaginar la succión en muchos días después, ni la extracción, ni tan siquiera el roce. Aún ahora, mes y medio después, me incomoda pensarlo, aún no ha vuelto todo a su lugar, mi cuerpo sigue trabajando en reubicarse, fabricando nuevos tejidos y acunando lo ocurrido.
Me siento feliz, muy feliz por cómo he actuado. Las dos lo estamos. Nos hemos adaptado y entre nosotras ha sido tan fácil y natural el cambio que no dejo de maravillarme de esa conexión que va más allá de las explicaciones. Es una conexión que sólo entiende de hechos, necesidades, contacto y amor.
Amor incondicional, corporal, perenne.

Triunfó la lactancia

Kandinsky


Deseo agradecer de corazón el apoyo recibido por algunas mujeres: Myriam Moya, Alba Padrò e Ileana Medina. A mi círculo de mujeres: Carol, Carol, Marta, Cata, Orquídea y Mousikh. Y, por supuesto, a mi pareja y a mi madre.
Gracias inmensas

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