Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas, sobre todo si están hechas con unos cuantos años de diferencia con respecto al original...Como en esta casa sabemos que la nostalgia es mala consejera, nos hemos propuesto videar la pionera Tron (Steven Lisberger, 1982) seguida de su secuela, la denostada Tron: Legacy (Joseph Kosinski, 2010).
Empecemos por el principio: 1982. Por aquel entonces el mundo de la informática era una suerte de arte tan novedosa como arcana que solo unos pocos dominaban, lo que condujo a la producción de una serie de filmes (la mayoría de ciencia ficción) que, vistos hoy día, despiertan poco más que simpatía por su inocenca.Es en este marco que la compañía del ratón más famoso del mundo se lanzó con una epopeya de ciencia ficción a la que no han faltado calificativos: visionaria, sobrevalorada, fracasada, mítica...
Bien, lo cierto es que la edad no perdona y la ayer futurista y revolucionaria Tron es hoy todo un dinosaurio, cuyo mayor atractivo es su escandalosa apariencia retro y la ya comentada inocencia con que narra la aventura de un díscolo programador informático por los entresijos de un tiránico superordenador para recuperar unos archivos perdidos.
El hecho de que muestre sus cartas demasiado pronto (no llevamos ni cinco minutos de metraje y ya vemos una escena con las maravillosas lightcycles) tampoco juega a su favor. También cabría añadir que una vez pasada la fascinación por el mundo informático la película se vuelve monótona y confusa.Si bien estamos ante toda una imprescindible película de culto, tengamos en cuenta, al margen de vacas sagradas, que esta Tron ha resistido estrepitosamente mal la prueba del tiempo y ha quedado más bien como testimonio de una época.Como curiosidades, destacar los diseños del afamado dibujante de comic Jean Giraud (AKA Moebius), y el estupefaciente hecho de que en su día se le denegase la estatuilla a los mejores efectos especiales ya que, por aquel entonces, emplear ordenadores para los FX era hacer trampa (sic).Veamos ahora qué nos depara esta secuela, la tan esperada Tron: Legacy... Año 2010. En esta era de secuelas, precuelas, remakes y adaptaciones sin sentido y carentes de alma, sorprende encontrarse con una continuación como esta: dotada de personalidad propia, con grandes dosis de espectacularidad, pero, no obstante, con un guión bastante digno (características que no tendrían por qué estar reñidas). Si la ves sin prejuicios disfrutarás más que Lady Gaga en una tienda de disfraces.Tenemos aquí una secuela que continúa la historia en el tiempo presente, que sabe sacar partido de la situación actual (ahora la acción está en la red), y resulta muy respetuosa con la mitología propia de la original.A destacar la magnífica banda sonora del dúo francés Daft Punk, perfecto complemento a unos efectos especiales efectivos y efectistas (requisito imprescindible dado el género en que nos movemos). El efecto 3D, que pude disfrutar en el cine, no es en esta ocasión un mero recurso fastuoso destinado a maquillar otras carencias; está usado con mesura y muy ben integrado en la trama.Así pues, la ya franquicia se actualiza en plena era digital para reclamar su merecido TRONo.Tenemos de nuevo motos de luz, temibles enemigos digitales, unas cuantas sorpresas, y, sobre todo, entretenimiento asegurado.***