( Frigiliana Marzo 2011)
Guardaba los trozos de amor temporal en una caja de madera que compró en el mercado del pueblo.Quiso ir acumulando cada uno de ellos para intentar reconstruir un corazón que la correspondiese sin condiciones, que la amase y la respetase por los restos de su vida.Por eso no se rendía, no había día que no atesorase esos trozos de amor , los amasaba como si fuese arcilla, los contaba, cada uno pertenecía a un momento concreto, un lugar, otros poseían miradas, gestos y otros estaban llenos de canciones grabadas, canciones que le recordaban lo feliz que siempre había sido con él.Al unirlos, esos sentimientos se intensificaban aún más y le traspasaban uno a uno los poros de su piel.Podía sentir como su alma se templaba, sus labios mostraban una sonrisa cálida y sus ojos brillaban más que nunca, se volvían vidriosos de acumular tanta emoción.Justo en ese momento, recordó cuanto había luchado por salvar ese amor, por mantenerlo vivo.Y como un acto reflejo decidió ir a buscarle y entregarle su cajita de madera, enseñarle uno a uno esos trozos, esos momentos, esos gestos y esas canciones que cantaron sin pudor, al llegar la noche.