Aunque llevamos años pensando tramas juntos, leyéndonos el uno al otro y buscando la manera de mejorar las historias que se nos ocurren, «Trÿa, la leyenda del dios Zanaán» es nuestra primera novela conjunta. Salió a la venta en junio de este año 2019, de manera independiente, en una primera edición elaborada en una imprenta local, antes de decidirnos a contar con Amazon como plataforma de venta.
Como buenos kamikazes que somos, no enviamos el manuscrito a ninguna editorial.
Desde el principio acordamos que queríamos autopublicar la novela, lanzarnos por el precipicio y ver dónde nos llevaba esta locura. Teníamos el objetivo de aprender del proceso por nuestra cuenta, cometer todos los errores que hicieran falta y conocer los ingredientes necesarios que están detrás de cada libro puesto a la venta. Hasta el momento en que tuvimos la primera tirada en cajas de cartón, pasaron muchas cosas.
El beta de la historia empezó a escribirse en Tenerife. Hace mucho tiempo. Las ideas primigenias fueron de Gabriel, quien por entonces era un escritor novel con algunos concursos ganados y un contrato editorial a sus espaldas. Él y yo habíamos hecho buenas migas y a través de una videocámara me mostraba sus dibujos sobre los continentes del mundo que estaba imaginando. Eran unos planos enormes. Se ponía en pie y las hojas le tapaban de arriba abajo. Ese fue mi primer contacto con las criaturas de Gränarh. Estando en la otra punta del país y sin ninguna intención de formar parte de su libro, pero con mucha curiosidad por ver cómo iban creciendo sus ideas. Él, en cambio, ya buscaba la manera de que yo fuera parte del proyecto. Su ilusión era que me hiciera cargo del diseño de la portada del libro, las ilustraciones de los personajes y el retoque de los mapas.
Con el paso de los años, Gabriel desarrolló un argumento de fantasía que podía rellenar tres tomos de buen tamaño, habiendo alimentado su imaginación mientras exploraba la naturaleza de su hogar, nutrido por novelas, películas y videojuegos. Su idea inicial era publicar una trilogía, aunque sólo escribió unas 200.000 palabras con diálogos, muchas descripciones y el hilo conductor del nudo.
No fue hasta mediados de 2015 cuando comencé a leer Trÿa. Gabriel llevaba bastante tiempo pidiéndome que le ayudara y su traslado a Asturias facilitaba que pudiera echarle una mano con su proyecto. Mi intención era valorar si la historia merecía la pena y, de ser así, apoyarle en la corrección del documento y la mejora de algunas partes.
Nada más empezar la novela, me encontré con una trampa. Una de la que no podría salir.
El argumento era emocionante y la premisa del libro exploraba una fuerte crítica social a la que me enganché al instante, sin embargo, se trataba de una historia nacida en la mente de un adolescente influido por la fantasía tradicional.
En pocos meses ambos entendimos que aquel mundo imaginario se parecía mucho a otras novelas que abundaban en la literatura, con un hombre como protagonista y careciendo de aspectos esenciales para nosotros hoy día: la diversidad, la presencia femenina, las mujeres en cargos de poder y un lenguaje más sensible y actual.
Destrozamos el beta de la novela por completo.
Mantuvimos el tablero de juego —mundo, geografía, etnias— y parte del hilo conductor ya escrito, pero el worldbuilding sufrió un giro de 180o que nos colocó en un mundo nuevo, con un sistema de magia más trabajado, una protagonista femenina que no pasaría a ser la héroe del día a la mañana y una organización social diferente a la que estamos sujetos en el mundo real.
Cambiamos el género de muchos personajes sin modificar sus comportamientos. Eso nos permitió tener más conciencia de la repetición de patrones y las expectativas que ponemos en nuestros protagonistas en función del rol que les asignamos. Queríamos reconstruir una fantasía ambientada en un contexto medieval desde la revolución social que estamos viviendo en el presente. Nos preguntábamos cómo es posible que llevemos décadas creando mundos con leyes naturales que desafían la física y cargadas de magia, o civilizaciones con una tecnología biomolecular súper desarrollada y, en cambio, resulte tan difícil encontrar historias sin machismo o conocer a personajes femeninos cuyas tramas principales no estén enredadas en argumentos amorosos.
Reescribimos Trÿa desde ahí. Desde las ganas de hacerlo diferente. Y desde la necesidad de narrar un cuento que, por encima de todo, nos hiciera reflexionar acerca de la
importancia de la política, la Historia, el racismo, la diversidad y la discriminación. Cuyos personajes tuvieran el permiso para desarrollarse con cualquier identidad y edad —no siendo sólo adolescentes—, pudieran amar a cualquier persona, contaran con caracteres distintos y llevaran consigo historias de vida que explicaran con coherencia sus decisiones y formas de ser.
Queríamos utilizar nuestro viaje a través del continente para explorar culturas nuevas y personalidades complejas. Nos gustaba la idea de que alguien que generalmente es imbécil puede resultar adorable en otro momento. Pretendíamos reflejar que la audacia y las escenas de acción no están reñidas con los cuidados, que la criatura más valiente no tiene por qué ser un hombre y que un personaje muy sensible no necesariamente tiene por qué estar encarnado en una chica.
Mi implicación con la historia llegó a tal punto que mi participación en la creación de Trÿa era algo innegable. Aunque me empeñara en no reconocerlo mientras Gabriel recorría librerías enseñándome libros escritos por dos personas, buscando convencerme de que diera mi brazo a torcer.
Trabajamos en el libro durante casi tres años de manera intermitente antes de decidir que se trataría de una bilogía y de que yo me definiera inevitablemente como co-autora del mismo. Añadimos capítulos, re-narramos otros, jugamos con el lenguaje, convertimos una obra de literatura juvenil en una historia apta para (casi) todos los públicos y encajamos las pistas y las piezas para allanar el camino de la segunda parte. Desechamos una docena de betas y comprobamos de primera mano que, al invertir tanto tiempo en esta historia, hay muchos detalles que se escapan en una primera lectura. Fue un tetris interminable que nos produjo muchos dolores de cabeza. Tantos como alegrías.
A pesar de los innumerables tropiezos antes de poner a la venta la 2a edición, lo más complicado fue convertir un texto de casi 190.000 palabras, escrito a través de los años y con dos estilos distintos, en un manuscrito uniforme que pudiera leer alguien de 14 años, pero también alguien de 60. Todas las personas que lo han acabado nos han dicho que no parece escrito por dos autores y nos han señalado partes favoritas diferentes, así que nos sentimos muy felices del resultado y su acogida.
Para terminar, queremos dar las gracias a David. Por permitirnos este rincón para hablar de nuestra historia. Y también a ti, por darnos la oportunidad y leer acerca de ella.
Enlaces de interés
Web: https://huellaed.wixsite.com/home Link de descarga gratuita primeras páginas en Lektu: https://lektu.com/l/gabriel-a-rancel-y-sara-bernardo/trya-la-leyenda-del-dios-zanaan-fragmento/11521 Link de compra en Amazon: https://www.amazon.es/dp/8409111845 Perfil del libro en Goodreads: https://www.goodreads.com/book/show/46639226-tr-a-la-leyenda-del-dios-zana-n Twitter de Sara: https://twitter.com/SaraBernardo_t Twitter de Gabriel: https://twitter.com/GabrielRancel Perfil de Instagram: https://www.instagram.com/mundotrya/ Link a la reseña de un lector: https://grimmebulin.wordpress.com/2019/11/18/trya-la-leyenda-de-zanaan-opinion-post-lectura/Trÿa, la leyenda del dios Zanáan, es uno de los libros recomendados en esta lista publicada anteriormente. Si te consideras un escritor LGBT y quieres participar en esta sección, ponte en contacto conmigo para indicarte cómo debes hacerlo.
La entrada Trÿa, la leyenda del dios Zanaán, por Sara Bernardo y Gabriel A. Rancel se publicó primero en David Orell.